Luis Hernández Patiño

Le quedan 20 segundos…

Sobre los debates organizados por el JNE

Le quedan 20 segundos…
Luis Hernández Patiño
31 de marzo del 2021


Nos encontramos en los tramos finales del presente proceso electoral, y claro que el debate entre los postulantes al sillón presidencial resulta más que necesario. No me cabe la menor duda de eso, porque es mediante la confrontación que los votantes podemos comprobar cuán sólidas pueden ser las ideas y propuestas de quienes buscan ser elegidos para gobernarnos.

Pero convencido como estoy de la necesidad e importancia del debate, quiero decir que este no puede parecerse a una especie de conversación entre un grupo de amigos que se encuentran en la esquina del barrio, se toman el pelo, se mandan indirectas, intercambian puyas, golpes de karate, uno que otro arañazo, algún empujón, y luego, como si nada, se van. No. Y un debate tampoco puede dar la impresión de ser un concurso de conocimientos, en el que hay que contestar rapidito nomás. No vaya a ser que, por el sillón presidencial como premio, surja la pregunta: ¿cuál es la pila, chocherita? Así mismo, conviene señalar que un debate no es sinónimo de una entrevista colectiva, en la que los postulantes tienen que responder a preguntas de los moderadores.

¿Alguna vez hubo debate en el Perú? Por supuesto; más de uno hubo. ¡Y qué debates aquellos! Hasta hoy los recuerdo. Los protagonistas se enfrentaban en forma directa. Los moderadores solo marcaban las pautas y ponían orden de ser necesario. Los tiempos eran lo suficientemente extensos como para que cada uno de los participantes se explaye en su exposición. Y también había un tiempo adecuado para replicar al contrincante, lo cual le ponía más sazón, sabrosura y picante a la polémica.

Los más grandes debates que han tenido lugar entre nosotros se han caracterizado por darse entre solo dos protagonistas. Al no haber más participantes, la confrontación de las ideas, si es que las tenían, y el enfrentamiento de las personalidades de ambos era más predecible, y le permitía al espectador consciente hacerse una idea de por quién iba a votar. Así, por ejemplo, fue mediante el debate realizado en el marco del proceso electoral municipal del año 1966, entre el doctor Luis Bedoya Reyes y el ingeniero Jorge Grieve, que los habitantes de Lima optaron por la reelección de Bedoya como alcalde de la ciudad para un segundo periodo.

En el año 1977, cuando la dictadura revolucionaria decidió convocar a una asamblea constituyente, se volvió a dar otro debate que también ha quedado en el recuerdo. En ese caso Bedoya fue uno de los protagonistas, frente al doctor Héctor Cornejo Chávez. No está de más mencionar también el debate que hubo en 1990 entre el candidato presidencial Mario Vargas Llosa y el también candidato Alberto Fujimori, quien entonces contaba con el apoyo y adicción de los comunistas; en la segunda vuelta, sobre todo. Pero ya en tiempos más recientes, si de debates se trata, justo es hacer referencia al encuentro que se dio entre la candidata a la alcaldía de Lima, Lourdes Flores Nano, y su oponente Susana Villarán.

Yo comprendo que en una primera vuelta electoral hay varios candidatos, que quieren discutir sus planes y programas, y no me opongo a que la discusión entre estos se produzca. Sin embargo, pienso que lo que debe darse es una serie de debates ordenados, adecuadamente moderados, protagonizados por dos candidatos cada vez. Eso, por ejemplo, permitiría que los electores vean con claridad la diferencia que hay entre las dos posiciones trascendentales, que hoy están en competencia. Por una parte, me refiero a la posición globalista, digamos imperialista, que hoy se quiere imponer en nuestro país, mediante la ideología de género, a través del despropósito estatista de destruir nuestra dinámica económica, más la despreocupación y el desprecio por la salud y la seguridad de nuestra sociedad, en medio de la magnitud de la pandemia en la que nos encontramos. Y por otro lado estoy señalando a la corriente patriótica, que promueve la defensa de la salud, el crecimiento y el desarrollo integral del Perú, partiendo de sus instituciones fundamentales como la familia. El encuentro abierto, frontal, sin medias tintas entre ambas posiciones, es necesario para que nuestro país tenga las cosas en claro y sepa a qué atenerse a la hora de votar.

Luis Hernández Patiño
31 de marzo del 2021

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