Tino Santander
La triste historia de PPK
De la Presidencia a la cárcel

Al cierre de esta edición, PPK, está con pedido de prisión provisional solicitada sibilinamente por el inefable fiscal José Domingo Pérez. A pesar de la incompetencia del Poder Judicial, la Fiscalía ha develado cómo PPK, en su condición de funcionario público, facilitó (a través de decretos supremos y consultorías privadas) el acuerdo corruptor entre Barata y Alejandro Toledo; Además está investigado por lavado de activos y de pertenecer a una organización criminal que puede obstruir la acción de la justicia. No es una cortina de humo, como dicen las dos facciones pepekausas para distraer la atención pública del Gobierno, que va a la deriva sin norte ni horizonte político.
Los peruanos contemplan sorprendidos las mentiras y contradicciones de PPK, a quien consideraban un hombre de éxito que no necesitaba robar en el Gobierno. Kuczynski se había convertido en la esperanza de progreso para millones de peruanos; sin embargo, resultó ser un fiasco, un traidor al anhelo de miles de dirigentes sociales y políticos que lo erigieron como baluarte del antifujimorismo a pesar de sus devaneos del 2011, cuando bailó y apoyó a Keiko Fujimori en la segunda vuelta electoral.
PPK es un hombre de negocios cuyo único norte es el dinero. Por eso no ha seguido el ejemplo de sus padres, que dedicaron su vida al servicio del Perú. Su padre, Maxime Kuczynski, médico alemán que trabajó en el leprosorio de San Pablo (Iquitos), fue un renombrado científico que describió la precariedad de la salud en la Amazonía y en los Andes. Su madre, Madeleine Godard, maestra franco-suiza lo introdujo en el arte y la música. PPK estudió en el colegio Markham de Lima y terminó la etapa escolar becado en el Rossall School de Inglaterra. Luego, ingresó al conservatorio suizo y en Londres estudió composición, piano y flauta en Royal College of Music. Ganó una beca para estudiar filosofía, economía y política en el Exeter College de la Universidad de Oxford Inglaterra.
Además, Kuczynski ha sido gerente general del BCR en el primer Gobierno de Belaunde; ministro de Energía y Minas en el segundo belaundismo, ministro de Economía y primer ministro con Toledo. Es un hombre que conoce muy bien la administración pública. A partir del 2006 se presentaba como un liberal de izquierda y, por eso encandiló a vastos sectores de la izquierda que lo apoyaron masivamente en la segunda vuelta electoral del 2016, organizando la coalición antifujimorista que gobernó el país en medio de escándalos e ineptitud política. Renunció a la presidencia por sus evidentes vínculos con la corrupción. Nadie ha destrozado su reputación, como él señaló en la audiencia judicial de prisión preliminar; el único culpable de que eso suceda es el propio PPK.
Las promesas de la revolución social que transformaría el Perú fueron tiradas al tacho, por la estulticia, la frivolidad y la sensualidad del poder de PPK y sus amigos con los que gobernó; los dirigentes pepekausas los motejaban como la “mancha blanca del Ku Klux Klan”. Algunos pepekausas de oportunidad,como Gino Costa, lo califican de mentiroso y corrupto; otros, como Salvador del Solar y Vicente Zevallos, defienden tímidamente al expresidente que los encumbrara al poder, se sienten avergonzados del “presidente de lujo” y tienen miedo de que los relacionen con la corrupción pepekausa. Ahora está preso, en las mazmorras de la prefectura, en la precariedad y con el deshonor de ser acusado de robarle al Perú de la manera más vil. Los peruanos solo esperamos que nunca más se repita la triste historia de PPK.
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