Dardo López-Dolz

La publicidad estatal y el resurgimiento del terrorismo

Un problema limitado a los empresarios limeños y otro que afecta a todo el país

La publicidad estatal y el resurgimiento del terrorismo
Dardo López-Dolz
19 de junio del 2018

 

Tras comenzar a releer El criterio, de Jaime Balmes, planeaba aplicar en este artículo los principios de la lógica aprendidos en mis años mozos en la PUCP (la misma universidad en que estudiaron y a veces durante los mismos años, aquellos que se niegan a usarla, ¿será que plagiaron o nunca aprobaron?) para tratar de encontrar la supuesta causalidad por la cual prohibir el gasto estatal en publicidad en medios privados atentaría contra la libertad de expresión de la población.

Confieso que me cuesta encontrar lógica (salvo que el mercantilismo haya invadido sus campos sin yo enterarme) en la afirmación implícita “si el Estado no pone anuncios en mi medio” yo no puedo informar ni opinar”. En realidad, ese grupo de empresarios residentes en Lima tendrán que, contentarse con convencer de sus encantos al mercado privado, como hacemos todos los demás profesionales y empresarios.

Complementariamente planeaba dedicar el resto al ejercicio de investigar cuanto más lejos y más profundo hubieran podido llegar Canal 7 (en señal abierta y en cable), Radio Nacional, El Peruano y las páginas web estatales si los sucesivos gobiernos hubiesen dedicado esos montos a contratar comunicadores capaces, entretenidos y convincentes, adquirir equipos y diseñar o diagramar medios amigable. Quizá así no seriamos tantos los peruanos que sospechamos de una más que evidente compra asolapada de la linea editorial, desde que el método “San Francisco” (lease sin factura) fue proscrito tras el ampay al “doc”, cuando se ventiló el fruto de sus debilidades cinematográficas.

Pero no quiero abundar en el error pertinaz de la discusión capitalina, cuando problemas más serios amenazan una vez mas, y de verdad, no los bolsillos de algunos vecinos de San Isidro, sino el futuro de todos. Incluidos ellos, aunque les cueste enterarse, como ya pasó en los ochenta. Tres ataques terroristas, no necesariamente sincronizados, por ahora, han sido perpetrados por bandas delincuenciales con inspiración totalitaria marxista, valga la redundancia, que, más allá de la forma o la coincidencia con el TID, son evidentes acciones políticas que buscan desestabilizar a un régimen que perciben debil y dubitativo, para luego cargarse las instituciones y el sistema democrático de libre mercado.

Primero fue una camioneta de la propia policía, sin que sus efectivos atinasen a repeler el intento, limitándose a filmar. Luego, una emboscada a policías y el ataque sorpresivo a una base en el VRAEM, con saldo mortal y varios heridos. No me extrañaría si entre que escribo y se publica este artículo, se producen uno o mas ataques.

El terrorismo no es una ideología, es un método que no es patrimonio exclusivo de los dos grupos que atacaron al Perú en los ochenta. Adicionalmente, ambos han mutado (SL del VRAEM y Movadef son dos ejemplos) y evolucionado rápidamente, bajo el patrocinio de Fidel, Lula y Chávez, capos de la banda socialista del siglo XXI, con inspiración o apoyo desembozado —a veces alternado, a veces coordinado— desde Irán, China y Rusia. Se han establecido líneas de transmisión de ida y vuelta entre ambas bandas terroristas (antes impensadas) y con otros “angelitos”, como las FARC (dizque desmovilizadas), los ponchos rojos, los etnocaceristas y Hezbollah.

El “intercambio cultural” de tácticas, armas y combatientes, el fondeo en actividades ilegales (TID, trata de personas, trafico de órganos, minería y tala ilegales, lavado de activos, extorsion, secuestros, asaltos y contrabando) son la regla. Como lo es la infiltración paciente y sistemática de los operadores de justicia (PNP, MP, PJ, INPE), no solo para obtener impunidad sino para destruir desde dentro la ya bastante mermada confianza ciudadana. Con ellos se estimula el sentimiento “que se vayan todos” y se gana posiciones que, una vez conseguidas, solo abandonarán a sangre y fuego. Los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Bolivia son variantes del mismo mal que nos amenaza.

Si a alguien escuchan y entienden en Palacio, llévenle esta alerta.

 

Dardo López-Dolz
19 de junio del 2018

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