Eduardo Zapata
La prosodia de la nueva izquierda
Apela erróneamente al atarantamiento verbal

Seguramente no lo recordamos, pero en la escuela nos enseñaron lo que era la prosodia. En términos simples, aquella parte de los estudios del lenguaje que se encargaba de llamar nuestra atención sobre la importancia de la emisión fónica de un discurso. De la pronunciación y de la acentuación. De la gravitación que tenían para los interlocutores —y para el analista— los ritmos y pausas que acompañaban un enunciado lingüístico.
Ya Lev Vygotsky —el gran precursor de la neuropsicología soviética y, en general, brillante explorador de las relaciones entre pensamiento y lenguaje— había subrayado la conexión existente entre la velocidad con la que se articulaba un enunciado y el pensamiento. Sus estudios, corroborados posteriormente en su integridad, ponían de manifiesto que las enunciaciones que no sabían de ritmo y pausa y que se mostraban más bien como un continuum casi sin fin, estaban regularmente asociadas a lo que él denominaba el pensamiento simple. Ajeno, entonces, al sustrato profundo de un pensamiento complejo.
Sabemos todos que hoy en día las ideologías merecen ser a lo menos repensadas. Todas ellas, sean cualesquiera sus signos. Y es más que claro que repensar una ideología no es asunto de pensamiento simple, sino de pensamiento complejo. Pese a ello, comprobamos a diario que en el decir de muchos congresistas o líderes de movimientos pareciesen no existir los demarcadores de ritmo y pausa. Daría más bien la impresión de que en ellos y sus enunciados la velocidad de las palabras le gana la partida a la velocidad del pensamiento. Técnicamente ritmo y pausa son indicadores del sustrato de un pensamiento complejo. Por el contrario, lo que podríamos llamar como el atarantamiento verbal está más cerca de la superficialidad que de la profundidad.
Pensemos en la mecánica e incontenible fraseología de los antiguos y nuevos simpatizantes de Sendero Luminoso. Explicable tal vez precisamente por la búsqueda del no razonamiento inmediato por parte del receptor. A fin de cuentas, agitación y propaganda.
Preocupa, sin embargo, que jóvenes lideresas que —en principio— reclaman una nueva izquierda, adhieran cuando declaran a la evanescencia de ritmo y pausa. Sus enunciaciones parecen surgidas de un libreto —o más bien casi catecismo— que no conoce más final que la ausencia de oxigenación.
Así como lo que se llamaba la derecha requiere de la formulación de un pensamiento complejo a la luz de los nuevos tiempos que corren, el Perú necesita que las personas que se reclaman de una nueva izquierda empiecen —para poder repensarse y recrearse— a pensar en la prosodia y su importancia. El diálogo y la interlocución democráticos suponen pensamientos complejos y que las palabras sean guiadas por el pensamiento.
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