Cecilia Bákula

Miguel Grau: ejemplo en la política

Mostró también en su faceta como político un alto y profundo sentido del deber

Miguel Grau: ejemplo en la política
Cecilia Bákula
28 de julio del 2025


Nacido en Piura el 27 de julio de 1834, Miguel Grau Seminario vio la luz en la víspera del día en que el país recordaba los pocos años de vida independiente que tenía entonces, cuando se empezaban a gestar formas nuevas de ordenamiento y de vida política y social.

Es por ello que resulta pertinente recordar a nuestro “Caballeros de los mares”, asociándolo no solo a la gesta naval y a la heroicidad de su entrega, sino a la decencia con que participó en la vida política nacional. Y hoy, ante entidades administrativas y de gobierno y de personas que no pueden dar la cara porque sus acciones no son virtuosas, y cuando la participación política parece estar enganchada en un perverso maridaje de prebendas, dinero y desamor a la patria, recordar la hidalguía y calidad de Grau, desde la curul que ocupó, debería dar luces a todos y vergüenza a aquellos que son indignos de ser parte del ejercicio político y que van llevando a la decadencia a la estructura administrativa del momento.

Si la historia nacional requiere siempre de una referencia a Miguel Grau, la vida política debe también recordarlo para saber que la decencia, la integridad y el compromiso se deben mostrar no solo en los momentos álgidos de la vida; no solo en palabras vacía, sino en el día a día y máxime, cuando se tiene el deber de servir a la Patria, siendo ello un privilegio y no una oportunidad de lucrar y deshonrar la necesaria política.

Y, refiriéndome al Congreso, me pregunto si todos los actuales y transitorios ocupantes del hemiciclo se han detenido, por ventura, a reflexionar en quién fue ese peruano cuya curul se debe honrar y cuya conducta se debe imitar. ¿Sabrán que deshonrar esa memoria los acerca a los niveles más bajos de su condición como peruanos? Grau mostró también en su faceta como político un alto y profundo sentido del deber que debe ser imitado. Servir a la Patria ha de ser para cada uno una vocación y para quienes ejercen un cargo público u ostentan una dignidad, ha de ser un honroso deber, pero parece que estas consideraciones ya no son las “de moda” pues vemos que en muchos casos, el dicho de venderse “por un plato de lentejas” se hace evidente y, lamentablemente común.

Aquellos funcionarios a quienes el país les paga por su trabajo, y lo hace con el aporte de todos los ciudadanos, deberían estar mucho más que ahora en el ojo del escrutinio ciudadano y ser reos de desprestigio y deshonra cuando no cumplan el objetivo y traicionan la confianza que se depositó en ellos.

Si queremos tomar como ejemplo a don Miguel Grau, es necesario saber que su vida no fue fácil ni su niñez placentera y no obstante las dificultades que pudo tener, no se escudó en ellas para dejar de servir. No puso su realidad ni su circunstancia como excusa ni pretendió más que cumplir con su deber y por ello, no optó jamás por una conducta acomodaticia sino por ser luz, paradigma y modelo y solo esa conducta puede dar legitimidad a una autoridad, sea en el campo que sea.

Como miembro del partido civil, don Miguel Grau asumió en 1876 su labor como diputado por Paita. Y lo hizo no como un político experto, sino como un ciudadano de bien, anteponiendo siempre su vocación de servicio y es esa vocación la que cada vez está menos presente en quienes ocupan cargos públicos pues, lamentablemente, más es la deshonra al cargo, que el servicio que muchos de ellos prestan. 

Miguel Grau ha pasado a la historia como uno de los más grandes y lo ha hecho por su coherencia de vida, por la transparencia y dignidad de sus acciones y por el ejemplo extraordinario del sentido del deber y haberlo cumplido a cabalidad.

Quiera Dios que en estas Fiestas Patrias, cuando las autoridades asistan a los actos que tendrán lugar en los ambientes del Congreso de la República, sientan la necesidad de emular la conducta de nuestro máximo héroe. Y ojalá, un poco de vergüenza le alcance a los que han mancillado su propio honor, traicionan la esperanza y la confianza de los ciudadanos y se hacen indignos por los actos cometidos.

Cecilia Bákula
28 de julio del 2025

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