Heriberto Bustos
La inmoralidad no debe “pasar piola”
Sobre las acusaciones hechas por Zamir Villaverde

Los días transcurren y a pesar de que el Congreso de la República ha archivado el informe de la Comisión encargada de investigar las ocurrencias de las elecciones generales 2021, muchos peruanos sentimos que se trata –por decir lo menos– de una decisión errada, que va en dirección opuesta al rescate de valores y de las transparentes responsabilidades públicas. Recordemos que Zamir Villaverde (investigado por los presuntos delitos de tráfico de influencias y colusión en organización criminal en el Caso Puente Tarata) hace aproximadamente un mes hizo una serie de acusaciones que deben ser indagadas. Está de por medio la seriedad de una institución cuya responsabilidad en el mantenimiento y consolidación de la democracia es de mucha envergadura.
Entre las funciones del JNE se encuentran resolver las apelaciones de las actas electorales observadas e impugnadas; declarar la nulidad total o parcial de los procesos electorales, referéndum y otras consultas populares; así como proclamar los resultados electorales. El país al haber puesto en manos del Jurado Nacional de Elecciones una tarea centralmente ética, obliga a que su comportamiento institucional, expresado en la actitud de sus integrantes, sea de alta exigencia moral. Pero existen sospechas de manipulación de la voluntad popular para favorecer a ciertos grupos políticos.
Por ello, a quienes estuviesen involucrados en este tema debemos recordarles (por su validez actual), lo señalado en su momento por Einstein: “El más importante esfuerzo humano es luchar por la moralidad en nuestras acciones. Nuestro balance interno, e incluso nuestra existencia depende de ello. Solo la moralidad en nuestras acciones le puede dar belleza y dignidad a nuestras vidas”. Una afirmación que sustenta el peso de la ética en tanto código de valores que orienta las acciones y determina el propósito y trayectoria de nuestras vidas.
En el ánimo de mejorar la salud de la sociedad peruana, menguar el caos en el que se va sumiendo la democracia y rescatar los valores mínimos que requerimos, debemos sentirnos seguros de que las elecciones regionales y municipales que se avecinan sean realmente transparentes. La inmoralidad no debe “pasar piola”.
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