Cesar Gutierrez
La encrucijada de precios del GLP
Incertidumbre ante cinco versiones de la cadena comercial
El balón de gas de 10 kg es un producto básico en el 60% de los hogares a nivel nacional. Lo utilizan en todos los estratos sociales, mientras la mal llamada masificación del gas natural avanza con la lentitud propia del modelo de concesión, que incentiva económicamente la atención de los grandes consumidores, que generan renta, para luego hacerlo con los pequeños.
En una economía doméstica muy afectada como la actual, las familias son muy sensibles al precio de productos básicos, como el gas licuado de petróleo (GLP). Ya ha habido un antecedente hace exactamente 15 años, cuando en una discusión en el Congreso, en la Comisión Pro Inversión, se terminó comprometiendo a la única oferente, la argentina Pluspetrol, a igualar los precios de exportación con los del mercado local. El precio que se marcaba ese día permaneció inalterable cinco años.
La situación ha cambiado. La exportación fue efímera, duró un poco más de una década, y hoy tenemos que importar cerca del 32% del volumen demandado, marcando nuevas condiciones para el precio. Pasamos de paridad de exportación a paridad de importación, a pesar de que la atención mayoritaria del mercado se hace con producción local, que cubre el 68% de lo requerido.
La pertinencia del precio de mercado se conoce a través de publicaciones semanales de Osinergmin (OSN), que se establecieron como una norma desde abril del 2003. El precio publicado no es mandatorio, porque la cotización de los combustibles es de libre mercado. Pero esas publicaciones han sido útiles, porque en base a ellas se pudo hacer el reclamo en el 2005, que he referido.
Las publicaciones de OSN han sido cuestionadas desde el primer día por los agentes de mercado, a nivel de la primera transacción. Se sienten incómodos cuando en base a los informes semanales, se les pone los reflectores sobre sus excesos. A tanto ha llegado la discrepancia que, simultáneamente con el OSN, la Sociedad Nacional de Minería Petróleo y Energía (SNMPE) hace su propia publicación. Entre ambas existen diferencias abismales. A partir de abril pasado, los cálculos de la SNMPE son superiores en 56% a los de OSN, en lo referido a las importaciones desde un mercado relevante como es Mont Belvieu, que geográficamente está ubicado en el condado de Chambers, en el Estado de Texas (EE.UU.).
Todas las cotizaciones de GLP toman como referencia el almacenamiento existente en el Callao. Y se tienen cinco valoraciones diferentes, desde las que se inicia la formación de precios al consumidor final. Así tenemos los cálculos de la SNMPE, dos versiones del OSN (que corresponden a la importación y al producto de Pluspetrol), una de lista de Pluspetrol en Callao y otra de Petroperú.
Es hora de plantear las equivalencias. Para empezar, son completamente equivalentes y sujetos a comparación los precios de importación de SNMPE y OSN que, como ya se señaló, ha llegado a ser superior al segundo en 56%. Falta aclarar el detalle del precio de lista de Pluspetrol y del calculado por Osinergmin. Finalmente se tiene el caso de Petroperú, agente pasivo del mercado, cuya venta ya constituye una segunda transacción, pues la petrolera estatal compra para vender.
Si este tema no se esclarece con prontitud, corresponde al OSN defender su posición. Muy pronto nos veremos envueltos en una guerra mediática cuyo desenlace, en las actuales circunstancias, resulta imprevisible. Quienes hemos participado en los ajetreos de este tema desde principios de los noventa, tenemos la experiencia para decir que están en un ambiente explosivo.
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