Julio Borges
Jose Ramón Ayllón: Al poder le molesta la verdad
Una entrevista realizada por Julio Borges Junyent
El destacado político y abogado venezolano Julio Borges Junyent (Caracas, 1969) se suma a los colaboradores de El Montonero, con una serie de entrevistas que está realizando a importantes e influyentes intelectuales del mundo de habla hispana. Borges Junyent ha sido presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela (Poder Legislativo) durante el periodo 2017-2018, y se convirtió en el principal vocero de la oposición al gobierno de Nicolás Maduro. Desde febrero de 2018 vive en el exilio, en Colombia, en condición de refugiado político.
José Ramón Ayllón (Cantabria, España; 1955) es uno de los pensadores más generosos del paisaje español. A diferencia de muchos filósofos que se jactarían por ser imposibles de leer, la obsesión de Ayllón es la contraria: cómo llevar ideas complejas a todo el público, especialmente a los jóvenes.
Puedo testimoniar que muchos profesores, padres, estudiantes y filósofos están en deuda con Ayllón por haberles acercado ideas, conceptos y autores que parecían vetados al gran público. Entre sus libros podemos encontrar: Tal vez soñar filosofía en la literatura, Las confesiones para jóvenes, Ética razonada, Antropología paso a paso, Los nuevos mitos, entre muchos otros.
A continuación, le presentamos una conversación breve cuyo tema central es una palabra que repetimos y repetimos varias veces al día, pero que no sabemos qué significa o implica: ideología. Ayllón nos alerta de que vivimos en un mundo de ideologías, lo cual implica que cada quien desea arbitrariamente transformar un pedacito muy pequeño de su verdad, en la explicación de toda la realidad.
C.S. Lewis acuñó irónicamente una frase que está totalmente vigente: el “nothing-buttery”, es decir, el “nada más que:” y luego a continuación le pones tu pedacito de verdad para explicar falsamente el mundo entero. De este modo, nuestro mundo reduce la vida y sus valores a ideas muy pobres, que nos deshumanizan. Por ejemplo, decir que el amor “no es nada más que una reacción química”, o decir que la “historia de la humanidad no es nada más que lucha de clases”, y así con lo que quieres reducir: género, libertad, inconsciente, poder. Ortega decía que la claridad es la cortesía del filósofo, veamos entonces lo que nos comenta Ayllón:
Comencemos por lo más básico, todo el mundo habla de ideologías, pero pocos saben de qué trata, ¿cómo definir una ideología?
Marx lo explica muy bien: mientras las filosofías han intentado comprender el mundo, las ideologías quieren transformarlo con rapidez y profundidad. Toda ideología es, por tanto, una filosofía revolucionaria. Hablando con propiedad, las ideologías son una docena: la Ilustración francesa, la masonería, el positivismo, los nacionalismos, el evolucionismo radical (que traiciona a Darwin), el liberalismo, el comunismo marxista, el psicoanálisis freudiano, el feminismo radical (que engloba la ideología de género), el ecologismo antinatalista y el globalismo.
Qué contribución positiva puede hacer una ideología a la sociedad. Por el contrario, qué influencia negativa puede tener una ideología en la sociedad. En pocas palabras ¿hay buenas y malas ideologías?
Lo sensato y garantista es la evolución. Porque la revolución, en la medida en que pone la sociedad patas arriba, es, como mínimo, peligrosa. Incluso la Revolución industrial, tan beneficiosa en tantos aspectos, exigió el alto precio de masas proletarias con condiciones de vida infrahumanas. Casi todas las ideologías son materialistas, y por eso su visión del mundo y del hombre es empobrecedora y errónea. También son anticristianas, por tener su origen en la Ilustración francesa.
Vivimos en “El mundo de las ideologías”, como el título de su libro, (marxismo, nacionalismo, liberalismo, feminismo, género etc.) y cada una de ellas enarbola una verdad que aspira explicar la totalidad de la realidad, ¿Cuál es el papel de la Verdad con V mayúscula en un mundo de ideologías?
Normalmente, las ideologías enarbolan una utopía en su bandera, prometiendo un mundo feliz por el camino de sus respectivas revoluciones. Pero la utopía, por definición, nunca llega. El papel de la Verdad es mostrar la belleza del mundo y de la vida, iluminar con un sano realismo, ser contrastada con el error y mostrar su enorme potencial benéfico.
Si pudiera hablarle al mundo entero y transmitir una sola idea o un hecho que usted considere el mejor testimonio de Verdad para el género humano, ¿Cuál sería?
No tengo ninguna duda. La mayor revolución en la historia de la humanidad, sumamente positiva, es la que convierte al evolucionado mono con pantalones en hijo de Dios. Decía San Agustín que se nos llena la boca con el sonoro nombre de Platón y nos olvidamos del glorioso nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Vivimos en un mundo cuyo ideal de democracia es exclusivamente el juego de mayorías y minorías, voto por encima de todo. ¿Cómo lograr un espacio para la verdad y los valores (bien y mal) junto al voto?
El Antiguo Régimen no fue relevado por la democracia, sino por la partitocracia creada por las ideologías. En esa lucha por el poder, la verdad sobra, incluso molesta. Para recuperar la verdad y los valores hay que olvidarse de las ideologías. Aunque me parece otra utopía, eso se podría conseguir si se lo proponen las grandes instancias educativas: familia, escuela, iglesia y medios de comunicación.
¿Cuál es la identidad de Occidente? ¿Cuál es su esencia?
Occidente se ha trenzado con los mimbres de la razón griega, el derecho romano y el cristianismo. Esa riquísima esencia, con creatividad inagotable inventó los monasterios y las universidades; suprimió la esclavitud antigua; compuso el gregoriano y la música de cámara; diseñó los grandes estilos artísticos; se desdobló en América; alumbró la ciencia y protagonizó poco después una espectacular revolución tecnológica e industrial, al tiempo que cortaba la cabeza al Antiguo Régimen y agonizaba comida por el cáncer de las ideologías.
¿Por qué Occidente se empeña ahora en demoler su identidad?
Por cansancio histórico, por revanchismo político y cultural, por ignorancia, por el proyecto anticristiano que llevan en sus genes el comunismo marxista, el positivismo, el evolucionismo radical, la masonería, la segunda ola del feminismo, la ideología de género... A las ideologías les molesta la verdad, el cristianismo, el derecho… Y los seres humanos somos libres para tirar piedras contra nuestro propio tejado.
¿Llegó la posmodernidad y el pensamiento débil para quedarse, o es un interregno filosófico?
Nada llega para quedarse, todo es efímero. Pero ignoramos cuándo y cómo vendrá el relevo. Por vivir en sociedades libres, cualquiera de nosotros puede ser protagonista de ese cambio.
¿Dónde y cómo reconstruir la verdad, el bien y la belleza en el mundo de hoy?
En las familias, en las escuelas, en las universidades, en las iglesias, en las editoriales, en las grandes y pequeñas pantallas, en el urbanismo, en el deporte, en los monasterios, en la lectura meditada, en el silencio.
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