Julio Borges
El vacío de los seres humanos no se llena con Inteligencia Artificial
Estamos llegando a un punto de inflexión en muchas modas culturales
Hemos iniciado una serie de conversaciones con pensadores cristianos para auscultar, para nuestros lectores, los grandes temas de la actualidad. Iniciamos con el maestro José Ramón Ayllón, con quien tratamos las relaciones entre verdad e ideología. Hoy toca el turno para el filósofo, estadista y líder católico Rocco Buttiglione, uno de los pensadores y hombres de acción más distinguidos de la Europa de hoy. Entre sus libros más importantes se encuentran Karol Wojtyla: La filosofía personalista y La presencia de Dios en la historia. En esta última obra, Buttiglione reflexiona sobre la relación entre la fe religiosa y la historia, argumentando a favor de la importancia de la religión en la formación de la cultura y la sociedad.
Como católico, Rocco Buttiglione ha sido conocido por sus acciones en defensa de la vida y la familia, así como por su oposición a la legalización del aborto. Buttiglione también ha abogado por una mayor influencia de los principios cristianos en la política y la sociedad, promoviendo la necesidad de darle el espacio a valores pre políticos en la conversación pública.
En esta entrevista abordamos desde la crisis existencial de Europa hasta la crisis que azota a la democracia a nivel mundial, así como el desafío de la familia, la Inteligencia Artificial y la revitalización del pueblo cristiano. Buttiglione es sin duda un pensador que tiene en su radar mental las grandes amenazas a nuestra civilización y lo más importante, las respuestas.
Occidente no sabe de dónde viene ni a dónde va
Profesor Buttiglione una de las grandes preocupaciones, tanto de San Juan Pablo II como del Papa Benedicto, fue el problema de las raíces cristianas como parte esencial de nuestra identidad occidental ¿Cómo puede Europa fortalecer su cultura y su democracia, si al mismo tiempo renuncia a su identidad y a sus raíces? ¿Cómo ve esa ambivalencia?
Quiero decir que estoy muy agradecido porque es para mí un placer y un honor hablar con una persona como usted que ha trabajado y sufrido por la libertad de su país. Tenemos la esperanza de poder encontrarnos nuevamente, en una Venezuela libre.
Lo que ha pasado en Europa es que de vez en cuando, Dios pone su dedo en la historia del hombre y en ese momento, cosas imposibles, se hacen posibles y fáciles. Dios puso su dedo en la historia de Europa en 1978 con la elección de Juan Pablo II. El Santo Padre fue a Polonia y dijo que no se podía leer la historia del país sin Cristo, sin lo fundamental. Eso permite leer la historia de Polonia.
En el momento actual, nadie tiene confianza en nadie y nuestra falta de confianza hace que pocas personas tengan el coraje de desafiar al poder en nombre de la verdad.
Por ejemplo, El Tratado de Lisboa, no ha funcionado porque una Nación necesita un entusiasmo y un reconocimiento. Ese reconocimiento de comunión donde el espíritu entra en mi vida y en tu vida y nos hace hermanos. Es la trascendencia de la que se habla en en el himno de la Unión Europea, que es el Himno a la Alegría:
Alegría, bella chispa divina,
Hija del Elíseo,
penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste! en tu santuario
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
Y Todos los hombres serán hermanos,
bajo tus alas bienhechoras.
El tratado pone toda nuestra cultura a un lado por la burocracia, pero la burocracia es excelente para los procesos repetitivos, para aplicar las mismas normas, pero frente a retos nuevos, frente a las crisis, frente a la búsqueda del sentido, la burocracia no funciona.
Sin las raíces no hay identidad ni pertenencia política. Si usted lee los Tratados, todos hablan de Europa. Lo más penoso de todo, es el capítulo 13 sobre cultura, solo un artículo. Queda muy claro además que el burócrata que ha escrito el artículo sabía que tenía que decir algo, pero no sabía qué decir. Hay que reiniciar de la afirmación que es una raíz cultural que nos hace hermanos en Europa.
Otro ejemplo, los habitantes que le dieron vida a Roma decidieron ser un pueblo y venían de corrientes, tribus y culturas diferentes ¿y qué hicieron? Construyeron un solo templo y eran pueblos diferentes, latinos, etruscos y griegos.
Creo que tenemos una enorme posibilidad de proponer y enderezar el rumbo donde nos hemos equivocado. Necesitamos la constitución y necesitamos valorar nuestra identidad cultural.
Pero hay una realidad: una Europa que parece indiferente a sus raíces y no entiende que sus logros más sublimes son producto de esa herencia y esa tradición. A esto se suma una segunda realidad: es muy probable que en los próximos años o décadas la composición cultural europea sea distinta. Por ejemplo, en el Reino Unido, muchos de los Alcaldes que ganaron son musulmanes. ¿Cómo puede Europa asimilar esta realidad? ¿Tratando de volver a sus raíces o tratando de sintetizar algo nuevo y plural entre lo cristiano, lo musulmán, lo ateo, lo nihilista? ¿Cuál es su visión sobre eso?
Hay que hacer muchas cosas simultáneamente. Fíjate lo que pasó en Irlanda, me refiero a los dos referendos recientes, querían quitar a la mujer y a la familia de la Constitución, pero el pueblo respondió No: 70 a 30 y no: 51 a 41. Toda esa cultura demoledora, me parece está llegando a un punto máximo debido a su propia exageración y radicalidad. En Irlanda, sobre la definición de familia en la Constitución, el electorado rechazó la propuesta de modificar la Constitución para ampliar el concepto de familia más allá del basado en el matrimonio. Sobre el papel de la mujer en la sociedad, el electorado también rechazó la propuesta de eliminar el lenguaje sexista de la Constitución y ampliar el concepto de familia.
Así yo creo que hay que abrir un debate popular y revitalizar la cultura. Tenemos una identidad, tenemos el derecho a tener una identidad, no queremos tener vergüenza de tener una identidad.
Por otro lado, yo tengo la impresión que los musulmanes, por ejemplo, tienen una identidad y entre identidad y no identidad, avanza quien tiene una identidad. El problema es que la cultura musulmana se encuentra con una Europa sin identidad, por ello se hace imposible el diálogo y la convivencia. Es un campo abierto para ser ocupado.
Distingamos entre Arquetipos y Estereotipos
¿Qué visión permitiría alcanzar un horizonte distinto al actual?
Hay que pensar en el futuro. En eso, el tema central es la familia. Pero es difícil pensar en el futuro y en la familia si no hay población. Tanto en España como en Italia debería haber al menos 2,3 hijos por mujer para que haya un relevo generacional. Pero llevamos muchos años en que se está por debajo de esta meta y el promedio es apenas de 1,3 hijos por mujer en ambos países. Hay que pensar hacia el futuro. Hemos abandonado lo esencial, hemos abandonado demasiado rápido algunos valores.
Veamos otro ángulo. Hay estereotipos de la masculinidad y la feminidad que son malos, pero hay también arquetipos. No hay que confundirlos, los estereotipos con los arquetipos. Los arquetipos son patrones universales que trascienden la cultura y los estereotipos son creencias simples, generalizaciones imprecisos, negativos, pasajeros, culturales ¿Qué es una mujer? Una mujer es un ser humano que tiene la posibilidad de dar vida a otro ser humano, en una relación única y particular que es la relación del embarazo y de la primera etapa de la vida. Ese es el arquetipo de mujer. ¿Qué es el machismo? El machismo es la superioridad mal entendida del hombre sobre la mujer, la infidelidad, el maltrato. El machismo, por ejemplo, es un estereotipo que es negativo.
Toda civilización educa a las niñas a ser mujeres, asumir su maravillosa realidad biológica que es el hecho de tener un hijo. Al mismo tiempo hay que educar también a los varones a asumir la responsabilidad de ser padres y esposos ejemplares y creo que ese es el núcleo de la cultura y necesitamos en cierto sentido repensar eso.
Si no conseguimos poner nuevamente el tema de la familia al centro, nuestra sociedad va a morir y el tema tiene muchas dimensiones, económicas y políticas, pero la fundamental es la dimensión cultural.
La crisis de la democracia es cultural
Profesor frente a la realidad de un occidente que desprecia su propia identidad, frente a un mundo más tecnológico y centrado en el hedonismo y la subjetividad; un mundo en el cual el concepto de verdad o justicia se han vuelto incómodos, ¿Usted tiene una visión esperanzadora frente a un occidente que atenta contra la cultura, la democracia y la verdad?
Mira, yo he vivido un tiempo en que parecía que el marxismo ocupaba todo el espacio de las ideas, la academia y la política. Todos los intelectuales estaban convencidos de eso y tenía una enorme influencia y poder; en poco tiempo ya no tenemos memoria de lo que era el marxismo.
Es común que los seres humanos tengamos una visión lineal de la historia. Toma la tendencia de hoy y la prolonga al infinito. Pero los italianos tenemos un gran filósofo que es Giambattista Vico que dice que la historia está hecha de cursos y de recursos, de subidas y bajadas; la tendencia llega un punto máximo y disminuye. Vico argumentaba que la historia de la humanidad se desarrolla en ciclos o etapas que se repiten. Estas etapas se denominan "corsi" y "ricorsi", que pueden traducirse como "cursos" y "recursos". Según Vico, la historia pasa por etapas de orden, desorden y renacimiento, repitiéndose a lo largo del tiempo.
Así que yo creo que estamos llegando a un punto de inflexión en muchas modas culturales que darán paso al renacimiento de muchos valores que hoy están eclipsados.
Lo otro es este tema de la realidad virtual. ¿Qué significa la realidad virtual? Significa que esta realidad no puede llenar el corazón del hombre. El hombre tiene un deseo que también quiere llenar y la verdad es que no lo llena con tecnología. Solo lo puede llenar Dios, nadie más lo puede llenar.
Hay un enorme sentimiento de insatisfacción, especialmente entre los jóvenes. Se necesita que alguien tenga el coraje de decirles: mira, la respuesta a tu deseo no es la Inteligencia Artificial sino es una comunidad cristiana, es Jesucristo y puedes encontrarlo en un grupo de amigos, ven con nosotros, inicia a vivir con nosotros una nueva vida. Nadie dice que no a una invitación así, pero son pocos los que hoy se atreven a invitar a otros a esta transformación.
Un tercer elemento crucial: al final, los que no tienen hijos se salen de la historia. Y cuando decimos en Italia que una mujer tiene 1,2 hijos, es una realidad que nos debe llevar a pensar cómo revitalizar la cultura para que no exista miedo en el futuro, sino asumirlo con alegría y con vida. El tema fundamental en todos estos desafíos es la educación.
Esta crisis de la cultura y de la identidad también se refleja en la calidad de la democracia. La conversación pública actual se refiere a una crisis de la democracia en el mundo. Me gustaría saber su opinión acerca de esta crisis de la democracia y al mismo tiempo, cuál es el origen de esa crisis que la gente acepta que existe, pero no analiza y no trata de superar.
Usted pregunta una cuestión muy fundamental hoy. La primera respuesta podemos encontrarla en el libro de Platón, La República. Platón nos da una tetralogía de la democracia. Teratología es la doctrina de la enfermedad democrática que puede ser mortal. Platón consideraba que la democracia era un sistema político defectuoso y propenso a la corrupción. Creía que la democracia podía degenerar en una forma de gobierno en la que la opinión de la mayoría prevalecía sobre la razón y la justicia, lo que llevaba a la tiranía.
Cuando llegan al poder los relativistas morales, Platón no dice relativistas morales, él dice sofistas, es lo mismo. Cuando llegan al poder los sofistas qué razones tienen para seguir las normas o la justicia si pueden usar el poder del Estado para su interés privado.
¿Qué razones tienen para no matar si pueden hacerlo con impunidad? Ellos administran el poder del Estado como si fuese suyo, para su interés particular. Esa es la corrupción que mata la democracia. La corrupción mata la democracia porque rompe la relación de confianza entre las clases dirigentes y el pueblo.
El pueblo pierde la confianza en la clase dirigente y, en ese momento, el primer bandolero que pasa y promete soluciones fáciles y equivocadas para los problemas del país, por ejemplo, prometiendo castigar la corrupción de manera instantánea, termina convirtiéndose finalmente en un tirano corrupto. Esa es la primera respuesta que podemos dar, hay que volver a Platón.
Le añado lo siguiente, el relativismo actual está extendido en países muy distintos. Es decir, democracias avanzadas como las europeas o el modelo de la democracia como Estados Unidos o, además, democracias jóvenes como las hispanoamericanas o las africanas. ¿Qué es lo común en esta crisis global?
Juan Pablo II, hace muchísimos años, dice que la democracia sin valores no puede existir, porque los valores son los que unen el pueblo con la clase dirigente. La gente no tiene tiempo para estudiar los problemas, para buscar soluciones a profundidad. Pero el pueblo si tiene la convicción en los valores y busca un liderazgo con la confianza que hará las cosas que yo hubiera hecho si hubiese tenido tiempo para estudiar problemas, o si hubiera entrado en la política y estuviera en el Parlamento. Cuando falta esta conexión sobre los valores fundamentales la democracia no puede funcionar.
Hoy en día tenemos, no digo una democracia sin valores, pero una democracia que tiene una relación muy débil con los valores que unen a un pueblo. Por eso la democracia tiene dificultades, está en crisis.
¿Y qué pasa? Estamos como una especie de etapa intermedia, pasa que, no hay un solo bandolero que pasa y toma el poder, no. Hay dos, tres, cuatro bandoleros y cada uno promete soluciones fáciles y equivocadas y da al pueblo la impresión de que todos los problemas nacen de que existe un bando adversario y si podemos matar a todos los otros bandoleros seremos felices y no es así.
Sin centro político es difícil la democracia
Profesor, en una democracia fracturada por la polarización y el personalismo a nivel mundial, ¿cuál es el papel del centro político?
Lo que falta hoy es el centro. Se ha perdido el centro de la política. El centro que no es, necesariamente un partido, mejor si no es un partido. El centro debe ser una cultura política. Hablo del centro como una cultura, porque hay maneras diferentes dentro del centro para pensar la política.
¿Qué es el centro? El centro es por encima de todo una cultura ciudadana. Mira, vivimos con gente que habla la lengua de la ideología y ve en el otro no a un ser humano, si no a un representante de otra ideología. Entre las ideologías no hay posibilidad de encuentro y cualquier encuentro es considerado como traición.
El centro, que corresponde a la virtud de la moderación, es la capacidad de salir de la ideología, de encontrar las personas, de buscar juntos soluciones para problemas reales concretos. En la ideología no hay diálogo sino la lógica es amigo-enemigo, allí pierden todos.
Bajo ese argumento, profesor, le pregunto por la polarización que está presente hoy en las democracias y las está enfermando de modo grave. ¿Esa polarización es efecto de la crisis democrática o es causa de la crisis democrática?
Yo pienso que es efecto de la crisis de valores, el efecto de la corrupción y de la falta de confianza entre clases dirigentes y pueblo. No hay pueblo sin clase dirigente, pero hoy tenemos pocas clases dirigentes y muchas clases dominantes porque vivimos en un mundo complejo.
Las clases dominantes tienen la cultura de la complejidad, entienden cómo funciona el mundo complejo, pero no ponen ese conocimiento al servicio del pueblo, lo utilizan para subir y se forman clases dirigentes cerradas que están mejor entre sí que con el pueblo.
Gente que están mejor con los de su mismo nivel social de Shangai, Pekin…
¿Dirigentes globalizados pero deshumanizados?
Si, y no tienen relación con la gente del barrio pobre de su propia ciudad y la gente del barrio pobre de su ciudad no puede confiar en esta clase dirigente que nos los comprende, que no los entiende.
La clase dirigente debe entrar al pueblo, hablar la lengua del pueblo, entender cómo el pueblo ve las cosas, compartir los valores y angustias de su pueblo. Yo era un gran amigo de Helmut Kohl, el Canciller de la reunificación de Alemania, e íbamos paseando en las orillas del Reno y conmigo él hablaba un alemán perfecto, pero pasaba gente para saludarnos, por ejemplo, los campesinos y él hablaba el dialecto local, era un hombre del pueblo.
Cuando el Gobierno se hace demasiado tecnocrático, pierde contacto y nace la crisis y en la crisis, nace la polarización que puede ser por la razón ideológica, pero no ideológica porque haya muchas “ideas”. Es más, la polarización como el tecnócrata termina por instrumentalizar las pasiones y la desesperación del pueblo.
¿Cómo lograr que el centro en un mundo polarizado, no sea simplemente como el agua, insípido, incoloro, sin sabor? Que no sea un centro geométrico, un promedio, sino que sea un centro virtuoso.
El centro no es una condición intermedia y no es tampoco una ideología de un partido político. El centro es una mentalidad, es la cultura que conoce los problemas y conoce la gente. Enraizada en la vida del pueblo y con la capacidad de Gobierno. Por eso el centro necesita tener raíces, sin raíces no hay centro.
Cuando llegó el fascismo a Italia, el joven cura Giovanni Battista Enrico Antonio María Montini, futuro gran Papa Pablo VI, inició un gran proceso de formación de liderazgo para jóvenes. Él no sabía que ese grupo de gente, un día, iba a gobernar Italia. Sabía sin embargo que había que formar líderes y esta gran iniciativa dio extraordinarios frutos para la vida social de Italia.
Igualmente, es el caso de hombres como el padre Hurtado en Chile. Se trata de propulsores de un movimiento católico, ese es el movimiento real. Hubo un momento en el que los católicos creaban cooperativas de crédito para ayudar a los pobres a no vender la tierra, si no a cultivarla, sembrar. Es acompañar y organizar para para hacer obras de caridad, obras sociales, obras educativas, universidades estos son los valores del centro democrático.
Hay que aprender lo que dice el Papa Francisco en la encíclica "Fratelli Tutti" que es el título de la tercera encíclica del Papa Francisco. El título proviene de las palabras en italiano que San Francisco de Asís utilizó para dirigirse a todos los hermanos y hermanas en su "Cántico de las criaturas". En español, el título se traduce como "Hermanos Todos".
El Papa dice dos cosas fundamentales: Una es que “la realidad es siempre más grande que la idea”. Necesitamos ideas para entender la realidad, pero siempre la realidad nos sorprende y debemos ser abiertos para incorporar nuevas experiencias y para encontrar la verdad del otro. Por ejemplo, cuando discutimos: yo tengo razón y usted no la tiene. Tengo que entender las razones del otro y el diálogo es el método para entender las razones del otro y construir diferentes escenarios.
La segunda cosa que dice Papa Francisco es que “el todo es más grande que la parte” y que tengo que defender la verdad que yo he conocido o los intereses de los grupos sociales que yo represento, pero tengo que defenderlos dentro de la idea que al final tengo que encontrar un acuerdo sobre el bien común. Porque sin acuerdos sobre el bien común tampoco los intereses servirían.
¿Es decir que ideología y centro no conviven?
No. Por ejemplo, con respecto a la Doctrina Social de la Iglesia, algunos la tomaron como una ideología que hay que aplicarla a la realidad y nunca funcionó. ¿Cuándo funcionó? Un caso ilustrativo es Alemania. La doctrina social de la iglesia funcionó y ¿por qué funcionó? porque algunos hombres la tomaron, no como una ideología que hay que aplicar sino como un instrumento para entender la realidad y pensaron la realidad alemana a la luz de la Doctrina Social Cristiana y nació la llamada Economía Alemana o la Economía Social de Mercado o como quiera llamarla.
Funcionó en Chile con Don Eduardo Frei porque él la llenó de contenido chileno, porque él conocía cada piedra de Chile, cada situación y creó una política chilena y funcionó. Porque era doctrina social cristiana utilizada como teoría crítica de la sociedad, así como dice Juan Pablo II, San Juan Pablo II. En definitiva, solo es posible construir el centro político en proporción a unas raíces que te dan identidad.
Debes tener un pueblo vivo, debes representar a ese pueblo y la Iglesia debe entender que el compromiso político es parte del compromiso del cristiano y la educación política es parte de la educación cristiana en general. Yo creo que ese es el punto de partida, de salida: la educación. Hay que educar a las personas para ser constructores de esta cultura de diálogo, verdad y justicia.
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