Berit Knudsen
¿Incompetencia inconsciente o deliberada?
La crisis y los conflictos sociales continúan incrementándose
La prensa internacional ha puesto en evidencia la incapacidad, ceguera, cinismo, impunidad y prepotencia del desgobierno de turno, matizada por la constante y patética victimización, en un país donde los verdaderos damnificados son 33 millones de peruanos, 10 millones de los cuales se encuentran en situación de pobreza. Pero esa misma prensa internacional hoy cuestiona la capacidad de la oposición, una clase política que en el Perú “… no da muchas garantías…” según afirma el analista político Diego Salazar, columnista de The Washington Post.
Haciendo un poco de historia encontramos que ya en abril de 2021 muchos peruanos manifestamos una escasa conciencia cívica. De una masa electoral de más de 25 millones, solo 14 millones de peruanos emitieron votos válidos. Así, Perú Libre pudo encabezar la segunda vuelta con tan sólo 2.8 millones de votos, equivalente al 10.77% de los electores hábiles.
La segunda vuelta no fue mucho mejor. Más de siete millones de peruanos se quedaron en casa o viciaron su voto, lo que le permitió a Perú Libre instaurar el actual desgobierno que sufrimos con los votos del 36% de la masa electoral, y no el 50.1% que publicaron las autoridades electorales. Pedro Castillo, quien se autoproclama la voz del “pueblo”, lo único que ha ganado en seis meses es la desaprobación del 64% de la población (Fuente: Datum y CPI), perdiendo el apoyo de 21 millones de peruanos decepcionados ante su breve, convulsionada, turbia y corrupta gestión.
El desgobierno de turno y los partidos políticos que lo respaldan, están demasiado concentrados en sus propias agendas como para ver o escuchar los reclamos de la población. Copar el poder, perpetuarse en el Gobierno y limitar las libertades individuales, emulando los fracasados modelos político-económicos de las tiranías amigas (Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, México…) parecen ser las consignas que los tienen deslumbrados. Y no solo es poder lo que los embriaga, porque ahí está 1.4 millones de empleos del sector público para la repartija, con sueldos promedio de US$ 3,000 mensuales con los que siguen comprando favores y lealtades de incompetentes, corruptos y prontuariados que sólo buscan su propia conveniencia.
Pedro Castillo, que admite no estar preparado para gobernar, aturdido por el poder y seducido por un gabinete paralelo de paisanos, maneja el presupuesto de la república con licencia para despilfarrar los más de US$ 50,000 millones, producto de los impuestos generados por el 28% de peruanos que trabajan honradamente y que es justamente la población a la que estos nuevos ricos del gobierno quieren destruir.
Este señor, que reconoce ser incompetente para su cargo y que parece sufrir de ataques de ansiedad, recurre a sus “colegas” socialistas corruptos quienes lo aconsejan e incluso envían a sus expertos para continuar con la agenda y las transgresiones. Hay que ser muy cándido o limitado intelectual para imaginar que sus “colegas” sólo quieren ayudarlo. No sólo buscan irrumpir en nuestro territorio, buscan convertir a nuestro país en un narcoestado, y otros necesitan alimentar sus alicaídas economías con los ingresos y riquezas de un país que hasta hace poco fue ejemplo en Latinoamérica. Pero las consecuencias no son cifras, son personas, seres humanos: 10 millones de peruanos en situación de pobreza, dos millones en estado de pobreza extrema, nueve millones que no encuentran empleo y tienen que afrontar el incremento de precio de productos básicos como el pollo, verduras, combustibles, entre muchos otros.
La realidad palpable es que la crisis y los conflictos sociales se incrementan, nada se resuelve y ninguno de sus allegados está dispuesto a abrirle los ojos y recomendarle que renuncie. Más lamentable aún es ver que entre los 130 padres de la patria elegidos por voto popular, llamados a proteger a la nación y a cada uno de los peruanos, no podemos encontrar a 87 representantes con la sensibilidad para entender una situación que se agrava a pasos agigantados en pocos meses. Qué triste saber que muchos solo piensan en abrazarse a sus curules para no perder los jugosos ingresos garantizados por cinco años.
Todo demuestra un hecho: la clase política está en crisis. Una crisis que no comenzó ahora, que lleva décadas. Una crisis en la que el mejor argumento es criticar a los otros y hacerse de la vista gorda, mientras la corrupción sigue avanzando y multiplicándose. Una crisis que muestra la ausencia de una clase política competente, que ha sido suplantada por outsiders, muchos con egoístas intenciones e incapaces de formar coaliciones en favor del país.
Lo lamento por el Perú que amo, pero duele más por ese grito de auxilio de muchos peruanos que los políticos incompetentes no entienden o no quieren escuchar. Solo queda esperar a que tomen forma los movimientos que van surgiendo desde las bases de la población civil. Ciudadanos y jóvenes que comienzan a entender que solo unidos y tomando partido podremos contener la corrupción.
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