Neptalí Carpio

Hipótesis sobre el VRAEM

Más de 7,000 soldados no pueden derrotar a 150 narcoterroristas

Hipótesis sobre el VRAEM
Neptalí Carpio
27 de mayo del 2021


A inicios del verano del 2016, justo cuando arreciaba la campaña electoral para las elecciones presidenciales, tuve la ocasión de conocer a un piloto de aviación de nuestras Fuerzas Armadas, que realizaba vuelos permanentes al valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), llevando pertrechos, alimentos y efectivos. Lo que ese aviador militar me confesó, con pelos y señales, me llevó a la conclusión de que nuestros gobernantes y mandos militares nos ocultan las razones de que, durante más de 22 años, no se logre erradicar definitivamente los rezagos del senderismo y el narcotráfico en ese territorio. 

El oficial de aviación –que estaba de vacaciones y que aprovechaba su tiempo libre para apoyar a su hermano, que postulaba al Congreso– me confesó por qué los militares se peleaban, pugnaban, para ser desplazados al VRAEM por el mayor tiempo posible, llegando incluso a pagar cupos para tal reasignación. Ese mismo testimonio me fue confirmado por otros policías en actividad y retiro, los que pude conocer en un evento académico de larga duración el año 2019. Ese territorio, según los testimonios, era un terreno propicio para beneficiarse del narcotráfico, bajo diversas modalidades, directas o indirectas, pero también de los recursos (el rancho, combustible y otras compras menores) que los altos mandos en la zona tienen que comprar para la tropa. En el VRAEM hay aproximadamente 7,000 efectivos, entre militares y policías, con un presupuesto anual de S/ 800 millones; pese a ello, no pueden derrotar y erradicar definitivamente a cerca de 150 integrantes de las huestes narcoterroristas. Contrariamente, diversos estudios señalan que los cultivos de la hoja de coca han aumentado en esa zona en un 38% durante los últimos tres años.

Hay dos hipótesis para que, el Estado peruano y sus Fuerzas Armadas y policiales hayan terminado por coexistir con el narcoterrorismo en el VRAEM, en una perversa cohabitación sobre la cual las elites económicas y políticas guardan silencio. La primera es que los mandos militares y policiales, así como el liderazgo de los diversos gobiernos, no pueden erradicar ese mal porque siguen con la idea y convicción de que el enemigo a enfrentar es Sendero Luminoso, cuando en realidad tal organización ya no existe, y lo que hay es un cartel armado del narcotráfico que tiene solo como fachada a la hoz y el martillo. Si esa es la comprensión que tienen nuestros militares, el Ministerio de Defensa y el Ministerio del Interior sobre la naturaleza realmente existente del fenómeno, es evidente que nunca van a terminar por controlar territorialmente el VRAEM, porque las estrategias y tácticas y militares, así como las iniciativas de desarrollo y la erradicación del narcotráfico, son totalmente desacertadas y anacrónicas. Y es que, si no conoces bien al enemigo, ¿Cómo pretendes derrotarlo?

La segunda hipótesis, que podríamos llamar de cohabitación del Estado peruano con el narcotráfico, es que diversos sectores en nuestras Fuerzas Armadas y policiales, así como en nuestra clase política, ahora con la presencia de diversos generales retirados que se han incorporado a la política, de manera intencional, aunque sin decirlo, no quieren en realidad erradicar el narcotráfico del VRAEM, sino que quieren beneficiarse de él y del cuantioso presupuesto que se asigna para 7,000 efectivos y para las diversas operaciones militares. En esta hipótesis, para un sector de los mandos militares y elites, conviene seguir levantando el fantasma de Sendero Luminoso para seguir aprovechándose de las diversas modalidades del narcotráfico. No solo eso, porque el VRAEM, cada cierto tiempo, es utilizado para tratar de imponer una agenda en busca de influencia política por el poder, generar miedo y utilizarlo para consolidar un proyecto de ultraderecha. A tenor de lo conversado con el amigo aviador de las Fuerzas Armadas y amigos policías honestos, tal como señalé anteriormente, me inclino a pensar que esta segunda hipótesis es la verdadera. 

EL VRAEM es un escenario territorial donde se retroalimentan entre sí, como una perversa simbiosis, el narcotráfico, la ausencia de Estado y políticas públicas, diversas formas de economía delictiva, tráfico ilegal de madera, la prostitución, el alcoholismo y la gestión ineficiente de los gobiernos regionales y municipales. Expresa la falta de decisión, voluntad política y estrategias acertadas por parte de los diversos gobiernos, mandos policiales y militares. Una situación que se ha profundizado por la prolongada crisis política desde que PPK llegó al poder el 2016. El VRAEM es la expresión simbólica de una sociedad y de las élites que no se atreven o no quieren reconocer la alta presencia del narcotráfico en el Perú y su creciente influencia en nuestra política. 

La brutal matanza desarrollada el pasado lunes en la madrugada en el poblado de San Miguel de Ene, todo indica que en manos del grupo narcoterrorista de los Quispe Palomino, ha tenido como víctimas a 16 personas, entre ellos dos niños. Y es reveladora de lo que señalamos. Varios sectores se apresuraron en utilizar este lamentable hecho para sus propios fines políticos; pero resulta que transcurridas 60 horas del execrable crimen, ni la policía ni el ejército han llegado al lugar de los hechos, como lo denunció el juez de paz de esa localidad. Eso revela la pérdida de control territorial de las fuerzas del orden. Varios medios de Lima, horas después, se vieron obligados a pedir disculpas a las autoridades locales de la zona, ante la evidente y grosera utilización de dolor de esas familias. 

Resulta patético constatar cómo en los planes de gobierno presentados en la primera vuelta electoral, el tema del narcotráfico y el VRAEM aparecen totalmente ausente pese a que, según las cifras oficiales y los entendidos en la materia, en el Perú esta actividad ilícita inyecta anualmente a la economía nacional, en promedio, US$ 3,000 millones, dinero que pasa por los bancos, por las cajas municipales, por la SUNAT y por diversas entidades comerciales a través del lavado de activos y otras formas. Y en el debate de esta segunda vuelta, el tema del narcotráfico está totalmente ausente. 

Para las elites limeñas, para un sector político, empresarial y mediático del país, el tema del VRAEM y del narcotráfico es, en esencia, solo un pretexto, un arma de ataque, una fantasía dantesca que los editores de medios suelen levantar cada cierto tiempo para crear miedo. Pero no hacen nada para desterrar el narcotráfico y denunciar con crudeza que en esa zona cerca de 7,000 soldados no pueden derrotar a 150 narcoterroristas desde el año 1999. Y no hay que tener más de dos dedos de frente para saber que en realidad el establishment peruano ha optado, en los hechos y desde hace muchos años, por cohabitar con el narcotráfico.

Neptalí Carpio
27 de mayo del 2021

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