GAS: la evolución del capitalismo

El mundo ha cambiado, y la pandemia introdujo nuevas y anteriormente no experimentadas circunstancias. La creciente desigualdad no tiene que ver con el discurso marxista del valor del trabajo, de la explotación de los trabajadores, o del imperialismo del siglo XIX. Se origina en el hecho de que el capital, específicamente el capital financiero, tiene una capacidad de regeneración virtualmente instantánea y su acumulación es exponencial, mientras que el trabajo es parsimonioso y sosegado. 

El mercado tiene la limitación impuesta por las externalidades y los bienes públicos. La externalidad más conspicua es la contaminación ambiental y, como consecuencia de ello, el calentamiento global. La naturaleza nos permite respirar aire puro, pero nosotros lo contaminamos al generar electricidad, transportarnos de un lado a otro, o divertirnos. Los bienes públicos no tienen precios asignados, por lo que la oferta y la demanda funciona con menor potencia que cuando se trata de transacciones directas entre ofertantes y demandantes. No obstante estas limitaciones, el argumento de las soluciones de mercado propone que por ser este una construcción de humanos, es posible cotejar las ganancias con conductas responsables que propendan al bienestar movidos por la competencia. El mercado no es estático y las soluciones que halle estarán limitadas tan solo por la imaginación de sus actores. 

Las respuestas se centran en tres parámetros: la gobernanza, el ambiente, y lo social. Surge así un nuevo paradigma de conducta corporativa cuyo acrónimo puede ser GAS. 

La gobernanza se refiere a las estructuras de gobierno de la corporación. El gobierno, diferente de la función ejecutiva de la empresa, requiere, en el contexto de GAS, delinear las políticas que guiarán a la corporación en el largo plazo. Debe establecer las directrices y aprobar las normas que la vuelvan sustentable. El gobierno corporativo debe, adicionalmente, expedir los cánones de conducta que, más allá del círculo de accionistas y tenedores de obligaciones, responda a los usuarios que consumen sus productos y utilizan sus servicios. La gobernanza tiene un alcance hacia el gran público y, dentro de ese gran público, para con los diferentes grupos, diversos por su naturaleza, que, por ejemplo, utilizan las plataformas de Facebook, Twitter o YouTube, de tal suerte que éstas no se conviertan en escenarios de batallas verbales, de insultos, de diseminación de noticias falsas o de imágenes impropias que violan la intimidad. 

Respecto del ambiente, la evidencia científica demuestra que el calentamiento global (diferente del clima) no es una fábula. Las emanaciones de CO2 y de metano causan el efecto invernadero y, al paso que vamos, para 2100 la temperatura promedio podrá subir en 3.2°C, causando alteraciones masivas en el ecosistema planetario. Se sobrepasará con creces los límites impuestos en el Tratado de París y habrá daños irreversibles causados por el deshielo de las capas polares y la consecuente alza del nivel de los océanos, afectando la vida de millones de habitantes a lo largo de las franjas costeras, con daños económicos incalculables. Ante esta perspectiva, empresas petroleras como Dutch Shell y BP han decidido que la era del petróleo como fuente de energía está llegando a su fin y han decidido castigar el valor de sus activos en reservas probadas, llevándolos hacia cero. Las empresas de generación eléctrica a base de la combustión de carbón mineral han visto caer sus valores de mercado no obstante el apoyo político que la administración Trump les ha brindado; todo como reacción al hecho que la quema del carbón mineral es la mayor fuente de depredación que existe contra la naturaleza, por su efecto contaminante y la devastación que produce la minería a cielo abierto. Finalmente, la pandemia del coronavirus ha dado una muestra de la devastación que organismos invisibles (bacterias, bacilos, virus y toda suerte de gérmenes) pueden ocasionar. Las plagas y las pestes no son nuevas, pero, en el caso presente, nos han tomado de sorpresa, coadyuvados por la desaprensión política. La globalización de la economía tiene grandes beneficios pero, como queda demostrado, la facilidad de comunicación y transporte que nos une es también causa de preocupación en un mundo interdependiente.

El aspecto social es la derivada lógica de lo anteriormente expuesto. En un mundo donde el 1% de la pirámide tiene ingresos equivalentes al 50% de la humanidad, la desigualdad se traduce en la convivencia del hambre con la miseria, situación que crea las condiciones para la conflictividad social y entre naciones. No es buen negocio pues el crecimiento y la prosperidad van indeleblemente acompañados por un mercado que tenga mayor poder adquisitivo y que sea más discriminante en sus exigencias y aspiraciones.

¿Cuál es la respuesta del mercado? Los activos invertidos en GAS llegaron en 2016 a la significativa cantidad de US$ 12 trillones (55% del tamaño de la economía americana), habiendo crecido en más de un tercio en dos años. BlackRock, una de las empresas financieras más grandes del mundo con un portafolio de siete trillones de dólares en activos, constituyó doce fondos que sumaron US$ 11,000 millones en captaciones el primer trimestre de este año. Fondos como Vanguard, el banco HSBC, Amazon y la plataforma Facedrive están incursionando en la temática de gas con aplicaciones que van desde el transporte limpio, el monitoreo de la pandemia y la detección de la huella de carbono individual, la producción de vestimenta en condiciones sustentables, y el transporte de alimentos en condiciones de cero contribución a la contaminación ambiental.

El capitalismo tiene la virtud de reinventarse a sí mismo. Lo hace buscando ganancias, pues en la búsqueda del progreso está forzado a ser innovador y eficiente y, ahora, a tener conciencia de que recursos que se pensaba eran inagotables, son en realidad escasos, preciosos y perecibles.