Dardo López-Dolz
Fuerzas Armadas en tiempos de paz, transformando el gasto en inversión
La Fuerza Armada descansa siempre sobre una capacidad de información, comunicación, desplazamiento y logística.
Todo gobierno enfrenta el dilema para que fines priorizar la asignación de recursos. La demanda social por una mejor seguridad se suele entender (erróneamente, por falta de creatividad) confrontada a la asignación de recursos para la salud, la educación y la infraestructura vial; todas ellas rezagadas a la fecha.
Chile, Argentina y Uruguay vienen sufriendo severos daños del coletazo de un niño que, felizmente, no nos golpeó muy fuerte esta vez. Ecuador acaba de sufrir un fuerte terremoto. Advertencias que no pueden ser desoídas.
Conocemos la capacidad destructiva de la naturaleza que aún sin Niño, en las abandonadas provincias del sur, mata cada año y merma la producción ganadera con las heladas de junio.
Los huaycos generan grandes perdidas cada año, además de la necesidad de reaccionar con inmediatez y eficiencia para atender a los damnificados, amenazando siempre el suministro de alimentos hacia las principales ciudades.
Esas condiciones naturales inherentes al Perú, hacen imprescindible una labor de prevención permanente, capaz de anticiparse (reservorios de agua, depósitos de alimentos, defensas ribereñas de ríos y quebradas, educación y prevención) y una capacidad de respuesta cuando la naturaleza golpea.
La Policía Nacional tiene hoy las manos llenas con la inseguridad ciudadana creciente y la conflictividad social, el valeroso equipo de rescatistas de montaña de la PNP, quedará siempre corto de efectivos cuando se produzcan catástrofes; las condiciones de inseguridad, generada por bandas y pandillas, acrecienta el riesgo de vandalismo, haciendo poco recomendable distraer sus efectivos especializados (DINOES y SUAT) hacia labores de rescate.
A menudo, la felizmente baja (pero nunca inexistente) probabilidad de conflictos externos, lleva, erróneamente, a minimizar la importancia de contar con una Fuerza Armada bien formada, bien equipada y en condiciones logísticas y operativas de actuar rápida y eficazmente. No pocas veces se la ha catalogado como un gasto oneroso e innecesario, no tiene por que ser así.
Es posible invertir en equipamiento y capacidad real de maniobra que mejore la capacidad operativa de las FFAA y la PNP comprometiendo, vía offset, inversión del país proveedor, en infraestructura vial, sin que cueste un centavo más al presupuesto. Así por ejemplo se puede atar adquisiciones y transferencia de tecnología para la defensa a concesiones de construcción y operación de infraestructura vial hoy inexistente. Carreteras y vías férreas concesionarias, en offset, pueden contribuir a la integración del Perú que progresa con todas aquellas caras lejanas que reclaman ser incluidas en las ventajas del desarrollo.
La capacidad de maniobra bélica de la Fuerza Armada descansa siempre sobre una capacidad de información, comunicación, desplazamiento y logística que se aplica perfectamente a la capacidad de reacción inmediata ante emergencias humanitarias. Una organización preventiva que defina responsabilidades, capacite, entrene y use eficientemente al personal militar y su equipamiento ante desastres naturales, lo mantiene ágil y funcional a la vez que genera rentabilidad social y económica de la inversión en defensa.
Las reservas, por ejemplo, hoy nominales, pueden transformarse en un brazo activable no solo ante eventuales emergencias bélicas, sino como una pieza esencial de la defensa civil, con la enorme ventaja de conocer el territorio en el que operarán porque residen allí.
No siempre es cuestión de gastar más, se puede invertir mejor, obteniendo doble uso por cada sol, transformando el gasto en inversión.
Por: Dardo López-Dolz
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