Rocío Valverde

Foals: multitudes en concierto

Crónica de un evento multitudinario

Foals: multitudes en concierto
Rocío Valverde
23 de junio del 2019

 

“¿Cómo están esta noche? ¿Listos para darlo todo? Si este grupo es como el de ayer, ustedes van a terminar un poco aplastados”, le advirtió el jefe de seguridad a una menudita joven que estaba en la primera fila del concierto de Foals. Por suerte contaba con un gigantesco novio que tuvo que asumir la posición de muralla humana para protegerla durante el concierto. Qué razón tenía el jefe de seguridad.

Foals iba a tocar por segunda vez en Alexandra Palace para concluir su tour por el Reino Unido. La multitud había calentado los músculos con los teloneros californianos Kiev y la banda de rock alternativo Yak. La máquina de humo se puso en marcha y el escenario se tiñó de rosa y morado. Todo indicaba que Foals estaba a punto de tomar comando del escenario.

Siempre he encontrado fascinante el comportamiento de la multitud durante un concierto. Puedes identificar claramente a las personas físicamente comprometidas con la banda, responden a toda señal que el vocalista envía y aplauden, saltan y bailan durante todo el recital. En el segundo grupo se encuentran las personas que siguen el ritmo de las canciones con la cabeza y de vez en cuando alzan los brazos como transmitiendo buenas vibras. Ellos han venido a pasárselo bien, pero no van a sudar la gota gorda. Lo interesante es presenciar cómo estos grupos se convierten en un colectivo.

Como es habitual, había llegado dos horas antes para posicionarme en la primera fila, pues mi estatura no me permite llegar tarde a ningún evento masivo. A mi lado derecho estaba un hombre mayor con gafas, la joven menuda y su novio. No eran de aquí y claramente pertenecían al segundo grupo. Al lado izquierdo había dos chicas con un acento de Birmingham, que decían estar bajo el embrujo del vocalista Yannis Philippakis y no reparaban en contar con pelos y señales lo que les provocaba su voz. Detrás nuestro había un grupo de personas que hasta ese momento no se conocían, pero compartían el mismo estado de excitación, casi al borde del éxtasis. Durante el acto de los teloneros hablaron de Oasis, Foals, The Verve e hicieron un ranking de todos los álbumes y canciones. Su conversación terminó abruptamente cuando uno de ellos dijo no gustar de Liam Gallagher, un tema casi tan disruptivo como el Brexit. De pronto un rugido que parecía interminable recibió a la banda y la baranda de la cual nos sosteníamos comenzó a vibrar.

Durante la primera canción. el segundo grupo, en el que se encontraba mi esposo, se mantenía firme en su comportamiento. No iban a ser aplastados,y esta noche no se convertirían en una nueva especie de humano-canguro-en un pogo saltarín. Ellos aún no lo saben, pero su metamorfosis empezó cuando decidieron comprar tickets para el concierto. Debemos recordar la dinámica de las masas en protestas. Mentalmente tienen algo en común, la misma banda los ha hecho recorrer toda una ciudad en la hora punta de Londres. ¿Existe una locura más grande?

El primer grupo de asistentes salta sin parar, y parte de ellos crean un mosh pit cerca de las primeras filas. Los agentes de seguridad, sin ser físicos ni saber que el comportamiento de los pogueadores se compara con el de los gases 2D, saben que es seguro y casi esencial que exista ese círculo de pogueadores para la seguridad del resto de asistentes. Los pogueadores chocan entre sí pero terminan exactamente en el mismo lugar donde entraron al pogo. Sin embargo, los contactos entre ellos se propagaban como ondas al resto de personas, se forman olas que llegan hasta las primeras filas, donde me encontraba. El grupo de personas reticentes a darse al movimiento de las masas se unen en pequeños saltos cuando los toca una persona activa.

Con el paso de las canciones ellos mismos se desconocen y no entienden cómo sincronizaron sus aplausos y terminaron en cuclillas, para luego saltar al unísono junto a 10,000 personas por el simple pedido caprichoso de un vocalista que, en el transcurso de dos horas, se ha convertido en un semidiós griego. La ciencia ya puede decir que su movimiento se compara con el de los gases o que en realidad fluye como el agua, el movimiento de la multitud te envolverá.

 

Rocío Valverde
23 de junio del 2019

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