Jorge Morelli

Fake news de Virgilio

Inventó, en la Eneida, el linaje de Julio César

Fake news de Virgilio
Jorge Morelli
14 de noviembre del 2018

 

“Timeo danaos et dona ferentes”
Virgilio, Eneida

 

El emperador Augusto encargó al poeta Virgilio escribir la historia de Roma trazando la genealogía de su familia —la gens Julia— hasta Troya. El mito del origen troyano de Roma no lo inventó Virgilio en la Eneida. Según la partición del mundo antiguo, las familias romanas trazaban su pasado hasta los troyanos en oriente o los griegos en occidente.

El mito de la gens Julia narra que a Eneas, el piadoso troyano hijo de Venus, los dioses lo habían designado para sobrevivir a la destrucción de Troya porque tenía un destino: fundar Roma. Virgilio cuenta que cuando Eneas descendió al Hades, tras atravesar las diferentes regiones del Infierno —y tal vez esto explique por qué Dante lo elige como su guía en la Divina Comedia—, conoce allí a sus nobles ancestros troyanos y también a sus descendientes romanos hasta el propio Augusto.

Sin embargo, anciano ya y viendo la muerte cerca, Virgilio encargó que después de su muerte la Eneida fuera destruida, echada al fuego. Afortunadamente, eso jamás ocurrió y el poema ha llegado hasta nosotros. ¿Por qué habría dado Virgilio semejante orden? Porque la narrativa construida por él fue un invento, una mentira o, si se prefiere, una verdad posmoderna. Fake news, en suma. El emperador Augusto le encomendó a Virgilio crearle un linaje divinizado, inventado, trucho.

En el mundo romano los griegos solían pasar por mentirosos. Quizás la cita más conocida de la Eneida es la que pronuncia Laocoonte ante el Caballo de Troya: “Temo a los griegos, y hacen regalos”. El “presente griego” es la esencia de la astucia de Odiseo. En la Divina Comedia, Odiseo se halla condenado en el Octavo Círculo, por dar astutos consejos fraudulentos.

Eneas, en cambio, es piadoso. No engaña. Virgilio aclara que la salida de Eneas de Troya, el día de su destrucción por los griegos, no es una fuga. El troyano no escapa con el consentimiento de los vencedores (como suponen malévolamente algunos). Virgilio pone esto en boca de Eneas: “Hice méritos para caer a manos de los dánaos (griegos) si mi sino hubiera sido que cayera”.

Eneas no huye, cumple el encargo de los dioses, que es poner a salvo los genes troyanos. Por eso lleva a su padre a cuestas y consigo a su hijo, al que los romanos llamarán Iulio, antepasado de la gens Julia. Esa es la narrativa que Virgilio inventó, digna del linaje de Julio César y de su sobrino, Cayo Julio César Octaviano, el emperador Augusto.

En la Divina Comedia Dante pone a Virgilio en el Limbo, no en en el Paraíso. No es bautizado, no es cristiano (aunque vivió en la época de Cristo). Virgilio está con los pecadores inocentes que se sienten culpables. Quizá porque le avergonzaba haber divinizado a Augusto en la Eneida para legitimar el poder imperial y la pérdida de la república.

 

 

Jorge Morelli
14 de noviembre del 2018

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