Renatto Bautista
Escenario electoral peruano hacia 2026
¿Un candidato de la ultraizquierda disputará la segunda vuelta?
El anterior artículo me permite continuar con la prospectiva respecto a la primera vuelta de la elección presidencial del año 2026. Lamentablemente, con esta ley electoral que permite una atomización partidaria, los resultados arrojarían que cuatro o cinco partidos tengan la posibilidad de pasar a la segunda vuelta presidencial. Dichas organizaciones políticas estarían rondando entre el 10% y el 19%, y lo más probable es que la diferencia entre el candidato que quede en segundo lugar y el tercero sea de apenas miles de votos. Además, tendríamos un Parlamento bicameral muy fragmentado, debido a que el objetivo de muchos partidos políticos es superar la valla electoral del 5%. Cualquier lector podría concluir que este primer párrafo no constituye un análisis tan prospectivo, pero, en función de las animadversiones, complejos de inferioridad y odios absurdos, puedo plantear que la segunda vuelta del año 2026 sería entre un candidato de la ultraizquierda y uno de centroderecha, que me atrevo a señalar sería la señora Fujimori, dado que Fuerza Popular posee un nicho de electores leales basado en el “buen recuerdo” de las obras del gobierno de Fujimori padre.
¿Por qué formulo esta prospectiva? El Perú es un país cuyos ciudadanos permanecen aferrados a odios y resentimientos que, en una sociedad globalizada como la occidental, no deberían mantenerse. Además, el relato de la ultraizquierda sobre el preso Castillo, lamentablemente desde nuestra perspectiva, ha calado en miles de peruanos que no aceptan que el 7 de diciembre de 2022 el golpista Castillo perpetró un golpe de Estado. A ello se suma que muchos creen, equivocadamente, que a Castillo se le enfrentó por su fenotipo o su manera simplona de hablar, cuando jamás se le ha criticado por su origen ni por su forma de expresarse, sino porque su administración fue absolutamente corrupta e ineficiente, y representó un salto al vacío encarnado en el socialismo, la ideología más criminal y fracasada de la historia moderna, que él pretendió aplicar el nefasto 7 de diciembre de 2022 si su golpe hubiera tenido éxito, lo cual no ocurrió debido a su opacidad intelectual y al plan perverso del Foro de Sao Paulo.
Todos mis lectores saben que estoy en las antípodas políticas de Castillo y de sus aliados, pero debemos aceptar que existen 2.7 millones de electores que votaron por un partido de extrema izquierda como Perú Libre. Asimismo, en la segunda vuelta, donde aparentemente —yo sí creo que Perú Libre cometió fraude en circunscripciones específicas de la sierra y la selva— votaron por Castillo, Boluarte y Cerrón un total de 8.8 millones de electores. Indudablemente, estos más de ocho millones de peruanos cargan con una grave responsabilidad, pues su voto favoreció a un político que incluyó en su lista parlamentaria a un hoy condenado por terrorismo, sumado a que el jefe del partido (Cerrón) posee marcados vínculos con la longeva dictadura comunista de Miguel Díaz-Canel en Cuba, con el Foro de Sao Paulo y, además, es prófugo de la justicia.
Permítanme volver a esos más de ocho millones de peruanos que respaldaron una plancha incompleta conformada por dos personas que considero corruptas e incapaces, como Castillo y Boluarte. Estos electores se dejan guiar por odios avivados, como llamas encendidas, por esa costra denominada “los caviares”. Desde una perspectiva psicológica, presentan profundos resentimientos sociales, entre ellos negar el rotundo fracaso del socialismo en la historia mundial, incluido el fiasco más cercano: la Venezuela chavista, gobernada por Chávez y Maduro. Persisten además en situaciones ya superadas, como ciertos abusos padecidos por antepasados en las haciendas de la sierra sur, y en el maniqueísmo de juzgar las dos administraciones de Alan García y la década de los noventa de Fujimori como si todo hubiera sido negativo en esos periodos gubernamentales.
Para ser más sincero, he conocido electores de Castillo-Boluarte en la segunda vuelta que viven bien gracias al “aterrador” capitalismo que tanto critican, sistema que les permitió estudiar en la universidad y trabajar en instituciones estatales donde perciben ingresos razonables. Es decir, llevan una vida de clase media y, gracias a ese mismo sistema económico que tanto rechazan, pueden viajar por diversas regiones del país o del continente. Sin embargo, permanecen anclados en el pasado y en sus resentimientos. Por ello afirmamos que la inteligencia emocional no guarda relación ni con la edad ni con los estudios profesionales, y que muchos poseen una vocación de rebaño respecto al inmenso fracaso y perversidad que representa el socialismo en nuestro continente.
Por todas estas razones, considero que un candidato de la ultraizquierda disputará la segunda vuelta presidencial de 2026 con un candidato de centroderecha, siendo lo más probable, como repito, que se trate de la señora Fujimori, debido al nicho electoral leal del fujimorismo. Sinceramente, amo profundamente al Perú y espero equivocarme, porque no merece un escenario electoral similar al de abril de 2021, donde los odios y resentimientos absurdos pesaron más que la defensa del sistema democrático y del sistema económico capitalista que convirtió al Perú en la perla codiciada del Pacífico en este primer cuarto del siglo XXI.
















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