Entre lo urgente y lo necesario

Nuestro país es muy singular, pues teniendo muchos recursos subsiste la pobreza; por lo cual es necesario optimizar nuestros ingresos presupuestales para hacer los adecuados gastos corrientes y los de inversión, que no pongan en peligro la estabilidad económica. Se impone la austeridad, un concepto bastante esquivo para nuestros gobernantes, que siguen con las contrataciones de personal excesivo, al igual que con viajes al exterior para eventos que bien podrían atender los miembros de nuestro servicio diplomático.

En las semanas precedentes, mucho se ha dicho sobre las carencias existentes para enfrentar los incendios forestales. Empero, se hacían anuncios para la renovación del material aéreo de la FAP, respecto a los aviones de combate. Si bien los aviones especializados en atender siniestros forestales en estos momentos son indispensables, también lo son naves aéreas de transporte y helicópteros, pues estamos en una zona propensa a terremotos y, el silencio sísmico de los últimos tiempos, ello nos lleva a estar preparados para tales contingencias, más cuando hay anuncios de expertos en la materia que han dado voces de alerta, lo que ha gatillado que el Sistema de Defensa Civil haga diversos simulacros para preparar a la población.

Por lo señalado, el ciudadano común y corriente se pregunta si, existiendo tantas necesidades, es pertinente la ocasión para adquirir aviones de combate. La respuesta tiene que ver con lo urgente y con lo necesario, siendo evidente que lo urgente es estar preparados para los desastres naturales, incluso los que podrían ser provocados por mano humana y, lo necesario es ponerse al día en material aéreo defensivo.

El hecho de atender prioritariamente lo urgente no significa descartar ni postergar lo necesario, que también hay que atender. Y lo necesario es renovar nuestro material defensivo; y no por un prurito de combatir con otros países, sino estar debidamente preparados para cumplir el rol constitucional de nuestras Fuerzas Armadas que es “garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República”.

Flavio Vegecio Renato, quien vivió entre el año 383 y 450 de nuestra era, en su obra Acerca de asuntos militares, señaló acertadamente, muchos siglos atrás, que si deseas la paz debes estar preparado para la guerra. Nadie en su sano juicio desea guerras, y menos países como el nuestro que ya tienen jurídicamente establecidas sus fronteras por tratados internacionales y sentencia de la Corte Internacional de La Haya. No obstante, hay loquitos que para generar unidad en sus países, nos atacaron antaño y para que ello no se repita, siempre la cautela exige estar preparados.

No es ningún secreto la antigüedad de nuestro material aéreo de combate, como los Sukhoi 22 y 24 y los Mirage 29, que por más modernizaciones ejecutadas, no están a la altura de otros países que están en constante renovación de su material bélico. Nosotros si queremos tener “Fuerza Aérea”, debemos tener las naves que hacen falta. Se trata de fuerza aérea y no de fuerza terrestre.No olvidemos que, si es que no tenemos la fuerza aérea necesaria, no hay tampoco cómo entrenar a nuestros aviadores, con el penoso resultado que muchos migran a las líneas privadas de aviación comercial.

Debemos también recordar que nuestras Fuerzas Armadas, léase Ejército, Marina y Aviación, tienen también otras obligaciones adicionales, como cooperar o prestar apoyo a la Policía Nacional, la que también urge no solo de preparación sino de tener las herramientas que necesita para su función de preservar el orden público y recuperarlo cuando es afectado.

Como vemos el tema nos lleva a buscar soluciones para resolver las carencias urgentes simultáneamente con las necesarias. Y ello, pese a las limitaciones presupuestales, se puede hacer con buenas negociaciones para pagar el material que se adquiera en largos plazos y con intereses razonables que no sean una carga que haga peligrar la ejecución presupuestal, pues debemos atender a la salud, la población y la infraestructura, entre otras obligaciones estatales.