Eduardo Zapata
Ensayo sobre la ceguera
Aplaudamos lo correcto y no avalemos lo incorrecto

“Lo difícil no es vivir con las personas, lo difícil es comprenderlas”. José Saramago dixit. Afirmación que refleja su magnífica novela Ensayo sobre la Ceguera, donde hombres y naturaleza pierden y adquieren sentido sin saber siquiera el por qué.
La oscuridad nos asusta porque perdemos referentes. No tenemos información del lugar de las cosas ni de su proximidad o lejanía. Como en la novela de Saramago, basta que uno vea para que pueda orientar a los demás, los que no ven. Pero si todos viesen tal vez encontrarían el sin sentido.
Conversaba con un político hace poco. Me decía –como muchos– que los pasos que daba el Gobierno en torno a la pandemia eran los correctos. Me temo que debo dudar, pues no conocemos ni el sendero ni sus contornos por los cuales estamos transitando. Y no lo conocemos por improvisación en la búsqueda, sistematización y atención de la información. Ergo: sendero desconocido.
Una mirada focalizada –que mira el árbol y no el bosque– nos diría que ciertamente es un paso correcto la cuarentena para mitigar la expansión de la pandemia. Pero es también parte de la data ignorada conocer al hombre que estamos encerrando. Ignorar su situación de salubridad e ingresos. No aprovechar la cuarentena para atender a ese hombre, casa por casa, tanto en los aspectos vinculados a su salud (lo que permitiría acciones discrecionales sobre sanos/contagiados) tanto como atender su hambre.
No hablamos de culpas. La ausencia de infraestructura viene de atrás, y lo sabemos. Pero el fomento de colas y contactos físicos con los bonos, la inexistencia de padrones actualizados, la ausencia racional de entrega de víveres y el incomprensible pico y placa de hombres y mujeres nos hablan de improvisación. Como también nos lo dice la no adquisición temprana de reactivos para diagnósticos, ni de equipos de protección para todo el personal que enfrenta, todos los días y cara a cara, al coronavirus mismo.
Todo lo anterior nos impide hablar de pasos seguros, menos de la existencia de un plan integral. Y eso no es “estarlo haciendo bien” como dice mi amigo político.
Otro cantar es el comportamiento ciudadano. Al cual sibilinamente se le quiere culpar. Aun cuando paralelamente y por razones meramente políticas se alienten –a través de los medios– el Contigo Perú y los aplausos conductistamente propiciados.
No hay plan. Como en la novela de Saramago ojalá este no sea el tiempo para los bribones y autoritarios.
Aplaudamos lo correcto, pero no avalemos lo incorrecto. Y en ese sentido ver, conocer y decir es un imperativo.
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