Jorge Morelli

¿El viejo y confiable aliado o el nuevo mejor amigo?

Latinoamérica, entre EE.UU. y China

¿El viejo y confiable aliado o el nuevo mejor amigo?
Jorge Morelli
07 de noviembre del 2018

 

China lleva a cabo en estos momentos, en Shanghái, una masiva exposición a la que asisten 3,000 empresas de 130 países y un buen número de jefes de Estado de América, región en la que China ha puesto los ojos para una cabeza de playa estratégica en el Canal de Panamá. Al inaugurar la Expo de Shanghái, el presidente Xi Jinping ha asegurado que la apertura económica es “imparable” y que “China no parará sus pasos en la construcción de una economía mundial más abierta”, y para ello llama a abrir los mercados, como lo hacía Estados Unidos hace veinte años. Christine Lagarde, la directora del FMI, le ha llamado a esto un “puente hacia el futuro”.

La herramienta del “puente hacia el futuro” es la propuesta global de una nueva “Ruta de la Seda” alrededor de la Tierra. Esa “Ruta” une, en Sudamérica, el Océano Pacífico con el Atlántico por tren, como lo hizo Norteamérica en el siglo XIX. Cuando el primer ministro chino visitó el Perú, no hace tanto, vino directamente desde Brasil y propuso a ambos países la construcción de ese tren desde el puerto de Paita en el Perú hasta el puerto de Santos en Brasil (más de 3,700 kilómetros). Se firmaron entonces varios acuerdos en ese sentido. Se habló de una inversión de US$ 10,000 millones, financiada por China.

Ese tren tendrá sinergias económicas y sostenibilidad. Traería soya de Brasil para exportarla a China. Brasil está reemplazando en el mercado chino las exportaciones de soya de EE.UU., suspendidas por las decisiones de política arancelaria del Gobierno de Donald Trump. Es un vacío que va a llenar con millones de toneladas de granos. El tren no regresaría vacío a Brasil. Llevaría fosfatos de Bayóvar —en manos de Vale, una empresa brasileña— para usarlos como fertilizante de la agricultura de la soya brasileña. Es un perfecto circuito cerrado.

El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, ha adelantado que China es hoy el primer socio de Brasil y que ambos quieren multiplicar el comercio. China desplazó hace una década a Estados Unidos como socio principal de Brasil, que hoy exporta casi US$ 50,000 millones anuales a China. Curiosamente, sin embargo, Bolsonaro necesitó el lunes pasado una reunión con el embajador de China en Brasilia para aclarar un malentendido. Circulaba el rumor de que el nuevo gobierno de Brasil se alejaría de China para aproximarse a Estados Unidos. Había que desmentirlo. Brasil no necesita elegir entre sus dos socios.

¿O sí? Nada es sencillo cuando hay en juego intereses geopolíticos masivos. Cuando estuvo en Lima, hace muy poco, el entonces secretario de Estado norteamericano dijo que Latinoamérica debería hacer negocios con su viejo y confiable aliado norteamericano en lugar de con su nuevo mejor amigo chino.

Ahora hay una segunda propuesta de “tren bioceánico”. En esta, el tren parte de Santos (Brasil), pero no llega a Paita sino a Ilo, en Moquegua, tierra del presidente Vizcarra atravesando el territorio de Bolivia. El proyecto es resueltamente empujado por el presidente Evo Morales, que estudia un posible financiamiento de España, del Reino Unido o de un consorcio suizo-alemán. Este tren cuesta US$ 14,000 millones, pero no es clara su sostenibilidad económica, más allá de la carga hacia y desde Bolivia. Competirá, además, con un tercer “tren bioceánico” que a Chile le gustaría construir, según anuncia el presidente Piñera, y que es la pesadilla boliviana.

Estados Unidos construyó su red ferroviaria de costa a costa en la segunda mitad del siglo XIX. Es la formidable historia de Cornelius Vanderbilt y el gran palacio que edificó en la terminal, en honor de los trabajadores que construyeron el ferrocarril: la Grand Central Station de Nueva York. Estamos en el siglo XXI y es hora de hacer lo mismo en América del Sur. Y, como Brasil, tampoco nosotros necesitamos realmente elegir entre nuestro viejo y confiable aliado y el “puente hacia el futuro”, de la Ruta de la Seda de nuestro nuevo mejor amigo chino. Hay espacio para ambos. ¿O no?

 

Jorge Morelli
07 de noviembre del 2018

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