Neptalí Carpio

El sentimiento del sistema está roto

Según una encuesta desarrollada por IPSOS Internacional

El sentimiento del sistema está roto
Neptalí Carpio
06 de agosto del 2021


El título de este artículo no es de mi autoría, es el encabezado de una de las conclusiones de una masiva encuesta desarrollada por IPSOS Internacional, conjuntamente con la plataforma Global Advisor, en un total de 25 países (incluido el Perú), con entrevistas a cerca de 20,000 ciudadanos de diversas edades, sexo y estratos sociales. 

Los resultados de esta medición han sido deliberadamente silenciados por los medios convencionales en el Perú, pero pueden ser conocidos en las plataformas internacionales. En nuestro caso, los resultados son altamente reveladores del alto aislamiento de las elites políticas y empresariales, justo cuando en nuestro país asoman negros nubarrones, al inicio del primer gobierno de izquierda, de tendencia marxista, en la historia de nuestra república.     

La encuesta señala que, en promedio, los encuestados en 25 países durante el primer semestre de este año, una mayoría expresa sentimientos de alienación al pensar en su país: en promedio el 56% cree que la sociedad de su país está rota, y el 57% piensa que su país está en declive. En muchos lugares prevalece la percepción de que el sistema político y económico está roto. Esto tiende a estar acompañado por sentimientos populistas y anti elite, junto con un creciente nativismo. El índice Ipsos del “sistema roto” muestra altos niveles de correlación con las medidas que indican cuánto se están cumpliendo con las necesidades sociales y ambientales de los ciudadanos, y qué tanta corrupción se percibe en el sistema público. 

Los resultados en el caso del Perú, son altamente sorprendentes, lo cual explica por qué la encuesta ha sido deliberadamente silenciada, justo cuando se discute la viabilidad de una reforma total o parcial de la Constitución y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Tras cumplirse 200 años de la independencia del Perú, la encuesta de Ipsos revela que un 80% de peruanos considera que la economía está hecha para favorecer a los ricos y poderosos, dejando de lado a las clases menos favorecidas.

En esa encuesta vemos que solo un 6% está en desacuerdo con la afirmación de la economía “manipulada para los adinerados”, mientras que un 12% no está de acuerdo ni en desacuerdo con esta percepción. Lo preocupante es que este resultado es ligeramente mayor que en años anteriores, cuando un 78% (2% menos) afirmaba que el crecimiento económico sólo favorecía a los que tenían mayores ingresos.

Al comparar los resultados con los otros 25 países evaluados, el informe muestra que en el Perú hay bajo sentimiento de progreso social. Es decir, que no se satisfacen completamente las necesidades sociales y ambientales de los ciudadanos. El 81% de los peruanos opina que los partidos tradicionales y los políticos no se preocupan de la gente, mientras solo un 6% se muestra en contra de esta afirmación. Por su parte el 70% de los entrevistados opina que el país necesita un líder fuerte que lo saque de las manos de los ricos y los poderosos.

Por otro lado, la crítica a las elites se ha profundizado en la sociedad peruana en vista que el 75% opinan que los expertos e intelectuales de nuestro país “no saben cómo vive la gente”. Un 88% de la sociedad opina que “los políticos siempre terminan encontrando maneras de proteger sus privilegios”, mientras que el 78% piensa que las élites económicas y políticas no se preocupan por las personas trabajadoras.

Son resultados que interpelan a todas las elites y todas las tendencias políticas en el Perú. En especial, cuestionan el comportamiento de sectores de extrema izquierda y extrema derecha, que se han dedicado a construir relatos, un arsenal de mentiras, medias verdades y estrategia de odio, por fuera de esta realidad, con estrategias de guerra y dispuestos a destruirse los unos y los otros. Con este comportamiento pueden estar llevando al filo del abismo a nuestra precaria democracia. El propio presidente, Pedro Castillo, debería tomar debida nota de esta percepción, toda vez que sus primeras acciones no apuntan a cerrar brechas ni agenerar confianza en la ciudadanía.  

El comportamiento más desconcertante, a contracorriente del afán de cambio, que revela esta encuesta es la decisión de un grupo de ciudadanos por recabar firmas para no se cambie nada de la actual constitución, poniéndose de espaldas a los ciudadanos que demandan una reforma parcial de la carta magna o de aquellos que proponen una reforma total, a través de una Asamblea Constituyente.

Ya en julio de este año otra encuesta publicada por IPSOS, reveló que el 40% de peruanos considera que la Constitución debe ser reformada parcialmente en el próximo Congreso, mientras que el 32% cree que debe ser modificada de forma total a través de una asamblea constituyente. Solo el 25% señala que debe permanecer sin cambios. Es decir, de cada cuatro peruanos solo uno piensa que no debe realizarse ningún cambio a la Carta Magna.   

Si el 80% de los ciudadanos opinan que en el Perú la economía está hecha para favorecer a los ricos y poderosos, dejando de lado a las clases menos favorecidas y el 60% cree que la sociedad peruana está fracturada, según la encuesta de IPSOS, es porque el contrato social esta roto. ¿Qué podría ocurrir en el Perú para que determinados sectores se saquen la venda de los ojos y puedan tener una mejor lectura del país? Quizás, una mayor crisis o una nueva derrota electoral, casi al filo del auto suicidio. 

Si las propias elites provincianas que han accedido al nuevo gobierno con Pedro Castillo, conjuntamente con otros sectores izquierdistas limeños fracasan, esta tendencia se puede agudizar, abriendo la posibilidad de salidas más autoritarias. Es preocupante como para un 47% de los encuestados por IPSOS, el Perú necesita un liderazgo fuerte, incluso “transgrediendo las reglas legales”.

Esta demanda de un liderazgo fuerte, que puede devenir en autoritario o dictatorial, tendería a crecer si la alta conflictividad y permanentes coyunturas de crisis se intensifica. Y es que, en la historia de la humanidad y de las naciones, en reiteradas situaciones, la población no ha tolerado una prolongada situación de ingobernabilidad, apoyando salidas autoritarias, con la ilusa pretensión de cerrar largos ciclos de incertidumbre. Y nuestro país no tendría por qué ser una excepción. 

Hay crisis que se cierran por una gran voluntad de pacto, de un nuevo contrato social o renovación del mismo. Existen también otras salidas intermedias. Pero hay otras crisis, sobre todo, las extremadamente prolongadas, como la que ocurre en el Perú, que terminan siendo resueltas por salidas dramáticas y autoritarias. Estamos advertidos.

Neptalí Carpio
06 de agosto del 2021

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