Raúl Mendoza Cánepa
El sabio de la aldea
Se debe cambiar el paradigma del trato a los mayores

Es probable que a los políticos no les importe, porque hay más votos entre los jóvenes, tampoco a los empleadores (apurados en contratar juniors de bajo costo) y menos a los legisladores, tan llanos a subsidiar la contratación laboral de los jóvenes, como si ya la vida laboral no pareciera terminar a los 50. El primer artículo que escribí dedicado a los ancianos fue para El Comercio, cuando culminaba la universidad y los viejos no aparecían en la estadística.
Cierta vez un gerente de la Municipalidad de San Isidro me escuchó en una conferencia y me quiso llevar a su distrito para hacer una reingeniería de su política para el adulto mayor; pero en aquella primavera me llegaron tres ofertas de empleo y elegí una, el staff de la página de Opinión de El Comercio. Pese a haber cambiado el Derecho por el periodismo político, uno de mis pendientes aún era cambiar el paradigma del trato a los mayores, considerándolos no solo como objeto de protección, sino también llamando a que sean partícipes de la producción y los servicios. “Hacerlos parte”, que sientan que pertenecen, que no habiten los márgenes, que produzcan, que interactúen.
Me incomodaba la insensibilidad frente a este tema, la misma indolencia de las oenegés que lo politizan viéndolo todo desde el problema indígena, que más dinero provee desde las agencias ¿Quieren los adultos mayores que los vean solo como vulnerables? Sí y no. Sí, porque el mercado los discrimina y no tienen acceso a nada. Aguardan infinitamente la cita médica y pierden en el triaje, del francés trier, que es “escoger con prioridad a la hora de salvar”; que le sirve más al joven malandro (por joven) que al noble y viejo roble (por viejo).
Mas ellos no solo buscan protección, porque antes que seres en "desuso laboral", quieren ser agentes del cambio. Ellos saben adaptarse y lo han hecho más veces que los jóvenes; ellos son los voluntarios por excelencia, allí los vimos en las marchas. En la del 5 de noviembre una mujer de 96 años se enfrentó a los policías en primera línea. La generación que se hizo sin mesa servida y que la sirvió para nosotros es la generación del Bicentenario.
A lo largo de los años he explorado libros sobre ellos en el índice de "poblaciones vulnerables" y solo encuentro indígenas, mujer, niños, discapacitados y hasta jóvenes ¿No es más vulnerable un mayor que un niño, un joven, una mujer, un migrante o un indígena?
Antes de Gutenberg y la invención de la imprenta, él era el sabio de la aldea, el que reunía a todos con sus relatos, eran la fuente de la historia oral. Hoy nos cuentan cosas y les volteamos el rostro, dejamos su sabiduría por los libros que nos transmiten todo. Es el papel el que hoy nos narra la vida, lo dice Umberto Eco. ¿Y qué fue de los sabios de la aldea?
Propongo a todo nivel de gobierno y legislación un sistema de cuotas, descuentos, privilegios, preferencias, coberturas de salud, cohousing con pares y más; pero sobre todo participación, voluntariado, pertenencia activa e identidad. No es mirarlos desde arriba, sino que se asuman como parte activa (que aún son ciudadanos). Quizás importe poco a los políticos. Mientras tanto, muchos de ellos serán el mobiliario que, invisible a los ojos, muere por vivir, desvive por aportar y sobrevive para contar.
COMENTARIOS