Tino Santander
El retorno de Acción Popular
Ha logrado la alcaldía de Lima y tres gobiernos regionales
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Acción Popular (AP) ha retornado a la política bajo el liderazgo de Alfredo Barnechea. Y a pesar de la imagen de pituco altanero creada por los medios de comunicación afines al statu quo, Barnechea, a base de propuestas políticas, logró que un millón y medio de peruanos votaran contra el neoliberalismo económico y optaran por el modelo desarrollista de infraestructura social y productiva de Fernando Belaunde y de Juselino Kubitschek de Olivera, presidente de Brasil (1956-1961) que fuera el constructor de Brasilia, actual capital política de ese país.
Barnechea propone la renegociación del contrato de Camisea, porque es lesivo a los intereses del Perú. Esta propuesta tiene masivo respaldo en la juventud del sur andino, que se ha movilizado bajo esta consigna. El triunfo de Jorge Muñoz en Lima y haber logrado tres gobiernos regionales (Cusco, Huánuco y Cajamarca) confirman que Acción Popular es el partido que tiene más posibilidades de ganar las elecciones el 2021, si se realizan en esa fecha.
Sin embargo, AP no la tiene fácil. Es un partido dividido en varias facciones: la socialdemócrata que lidera Alfredo Barnechea y que aparentemente es la mayoritaria; otra es la populista antiempresarial del puneño Jhonny Lescano, que quiere expulsar a todas las empresas extranjeras. También está la de Raúl Diez Canseco Terry, sobrino del expresidente Belaunde y líder del ala neoliberal de Acción Popular. A estas se suman la del electo gobernador cajamarquino Mesías Guevara, que representa al regionalismo marginal del partido.
AP tiene aproximadamente tres años para demostrar que está en capacidad de resolver los problemas nacionales. Por ejemplo, los limeños esperan que Muñoz solucione los problemas de tránsito, inseguridad, corrupción, fraude de los peajes y los pésimos servicios públicos de la ciudad. Muñoz no tendrá luna de miel, porque la gente está harta de la mentira y la demagogia. No será nada fácil serenar la ansiedad de los limeños por mejorar sus condiciones de vida.
En Cusco el electo gobernador Benavente tampoco tendrá un panorama político favorable, porque ha sido electo en segunda vuelta y el electorado no ha votado por él, sino contra el candidato aprista de Restauración Nacional. Además los cusqueños esperan que al asumir la gobernación anuncie que propondrá al Gobierno nacional pepekausa renegociar el contrato de Camisea, la elaboración de proyectos para las obras complementarias al aeropuerto de Chinchero (como el tren que una Espinar con el Valle Sagrado y La Convención), la culminación de las carreteras a Paucartambo y Paruro, y el gaseoducto surandino (frente a la propuesta puneña del gobernador Walter Aduviri de traer gas a través de un ducto de Bolivia a Puno). En Cusco no habrá tregua con ninguna autoridad local o regional. La indignación es generalizada contra el sistema.
En Cajamarca y Huánuco los gobernadores populistas tendrán que lidiar con las demandas de la población que, como en todo el país, está al borde de salir a gritar a las calles: “Que se vayan todos y adelanto de elecciones”. Algunos analistas creen que el referéndum que acaba de ganar el Gobierno le da espacio a Vizcarra para seguir administrando el país sin gobernarlo. Pues se equivocan: la tensa calma de las fiestas de diciembre serán la gasolina que puede incendiar el país los primeros meses del 2019.
Los retos de Acción Popular son durísimos. Después de mucho tiempo hay un partido con candidatos propios que será responsable del éxito o fracaso de sus cuadros políticos. Entonces realmente sabremos si AP ha regresado a la política por la puerta grande o simplemente son la comparsa del fallido sistema político nacional.
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