Neptalí Carpio

El puente de Hernando de Soto

Para llegar a propuestas viables, consistentes y técnicas

El puente de Hernando de Soto
Neptalí Carpio
29 de abril del 2021


El lunes 26 de abril los periodistas le preguntaron a Keiko Fujimori que opinaba sobre la propuesta de Hernando de Soto para crear un puente que permita mejorar las propuestas de los candidatos que compiten en la segunda vuelta. Ella respondió: “Creo que está confundido, porque es utópico acercar posiciones tan extremas”. Seguro que esa respuesta no le habrá caído bien al ex candidato presidencial de Avanza País, porque en la práctica constituye una desautorización para morigerar la polarización y crear un escenario electoral donde primen las propuestas, con tendencias a la moderación. 

Como si realmente promovieran la lucha de clases, otras opiniones y titulares de periódicos, simpatizantes de la candidatura de Keiko Fujimori, se apresuraron en ningunear la intención de Hernando de Soto, optando en realidad por profundizar la polarización extrema, sin exigir cambios a la precariedad de los argumentos programáticos de ambos candidatos. 

La respuesta de la candidata de Fuerza Popular revela claramente los límites de su estrategia electoral y ratifica que proseguirá con una campaña tildando a Pedro Castillo de “comunista”, “chavista”, “aliado del Movadef”, aun cuando ella no lo diga directamente. Craso error. Si a alguien le conviene crear un escenario más racional y menos emocional de la campaña es a Keiko Fujimori porque crearía las condiciones para desenmascarar las orfandad técnica y falta de equipo de gobierno que exhibe Pedro Castillo. Al revés, la polarización extrema a quien conviene es al líder del lápiz, por el hecho de que su fortaleza radica en ser un movimiento que se basa en la ira de vastos sectores sociales, por ahora identificados emocionalmente con una simbología que ha sabido aprovechar el candidato de Perú Libre. Como ha señalado con acierto el estratega de campañas electorales Hugo Otero, más que a un candidato Keiko Fujimori está enfrentada a un símbolo, que en el imaginario de amplios sectores sociales canaliza su descontento social. 

Una campaña basada en una polarización extrema sitúa inevitablemente a Keiko Fujimori como expresión del establishment, de la alta corrupción y de los privilegios del poder, en gran medida por el hecho que a Pedro Castillo no se le puede acusar de representar a un modelo económico y político que, a pesar de sus logros, no ha logrado incorporar a la gran mayoría de peruanos a los beneficios de la economía mercado, una situación que se ha extremado en el imaginario popular, por los desastrosos y dramáticos efectos de la actual pandemia. La estrategia del miedo podría funcionar para una candidatura que no tenga pasado con los privilegios del poder, con procesos de corrupción y obstrucción; de la que la candidata de Fuerza Popular no se puede zafar. Y es que, el gran problema de Keiko radica en su falta de credibilidad y empatía con la ciudadanía. 

Eso explica por qué, según la última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), del 58% que expresa estar de acuerdo con actual modelo económico, sorpresivamente el 52% señala que votaría por Pedro Castillo, mientras que el 33% cree que a ese modelo si se le deberían hacer cambios. Esto quiere decir que hay un sector de la sociedad que no le cree a Keiko Fujimori, pese a que ella hace todos los esfuerzos por ser la garante de la Constitución de 1993, en especial del régimen económico. La pregunta es ¿por qué no se atreve Keiko a plantear un paquete de propuestas específicas para reformar el modelo económico, sin afectar lo sustancial de los fundamentos de la economía de mercado? Ahí radica otras de sus debilidades centrales, por ello es que aparece representando el statu quo, como una candidata que no quiere cambiar casi nada. 

Contrariamente a lo que imaginan los estrategas de la campaña fujimorista, el puente que propone Hernando de Soto sería un espacio ideal para atraer al amplio sector de indecisos, rompiendo los diques del alto voto en contra que ostenta Keiko. Sería, en realidad, una táctica envolvente donde quien tendría las de perder sería Pedro Castillo. De Soto no se ofrece propiamente como un mediador, sino como un actor que construya un puente para mejorar las propuestas de dos candidatos que representan a dos minorías claras yque pasaron a la segunda vuelta electoral. En términos reales, sin tomar en cuenta los votos blancos y nulos, Pedro Castillo solo obtuvo la adhesión del 10%, mientras Keiko alcanzó el 7% del padrón electoral. Es decir, son dos polos extremos pero minoritarios en la sociedad, sin tener en cuenta que el 30% del electorado no fue a votar. Son esas mismas minorías que en el Congreso necesitarán igualmente niveles de acercamiento, sea cual fuere el ganador de la segunda vuelta, porque ninguno de ellos tendrá una mayoría, ni siquiera con sus más cercanos aliados.

La propuesta de Hernando de Soto es muy simple, pero certera: señala que el proyecto marxista leninista y altamente improvisado de Pedro Castillo, y el de la derecha conservadora y mercantilista, que no propone cambios al actual modelo, no tienen futuro, son inviables. Ambas seguirán generando ingobernabilidad, extensión de la pobreza y enfrentamiento en la sociedad. Por esta razón, él se ofrece, como lo han hecho otros sectores, para que ambos sectores ofrezcan garantías democráticas de no atentar contra el Estado de derecho. Y sobre todo, formular propuestas viables, consistentes y técnicas que permitan enfrentar la pandemia, generar empleo, promover la inversión y reposicionar al país a nivel internacional. No olvidemos, además, que lo más probable es que el nuevo gobierno tendrá que afrontar una tercera ola de la actual pandemia, y los candidatos deben presentar acciones de gobierno desde ahora, para evitar una situación más dramática como la actual. 

En el actual contexto internacional, otras de las propuestas interesantes de la iniciativa de Hernando de Soto es aquella que invoca a la intervención de cuatro organismos internacionales, representados por tres prestigiosos jefes de Estado no latinoamericanos, para garantizar el cumplimiento de sus nuevas propuestas y así asegurar la gobernabilidad y la prosperidad duradera del país. Y no cabe duda de que el nuevo gobierno va necesitar mejorar su presencia nacional para obtener créditos y atraer mayores capitales. En la práctica, después de la pandemia el Perú va necesitar una nueva reinserción. Y Hernando de Soto ahí puede aportar mucho, tal como lo hizo en 1990, cuando Fujimori recibió un país aislado internacionalmente.

Neptalí Carpio
29 de abril del 2021

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