Jorge Morelli
El plato frío
Las ásperas relaciones entre Donald Trump y Justin Trudeau

La dura lección política que Donald Trump le está dando al joven primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, es digna del anecdotario de la pequeña historia universal. Con ocasión de la Cumbre en Canadá inmediatamente anterior a la firma de los acuerdos de Trump con Corea del Norte, Trudeau cerró filas con los aliados europeos de EE.UU., indignados todos con los aranceles estadounidenses al acero. Pesó quizá la cercanía de Trudeau con Francia, dada la antigua relación histórica con el Quebec canadiense.
Todos recuerdan la foto de Angela Merkel, rodeada de otros mandatarios, con los puños sobre la mesa, increpando a un Trump ufano. No bien despegó el avión presidencial estadounidense rumbo a Corea, donde le esperaba a Trump una negociación difícil para la que habría agradecido el apoyo europeo, un tweet dejó saber que la relación de Trump con Trudeau estaba rota. Desde entonces todos esperaban la venganza que, como se sabe, es un plato que se come frío.
La oportunidad llegó en la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Esta negociación la impuso Trump tiempo atrás a sus dos socios. Por meses, las negociaciones se arrastraron como una tortuga longeva, hasta declarar Trump un buen día que no descartaba firmar dos acuerdos separados, uno con cada uno de sus vecinos.
El lunes fue el día de su triunfo. Trump alcanzó un acuerdo con los mexicanos al que, dijo, le cambiaba el nombre porque el TLCAN de 25 años le trae reminiscencias inconvenientes. Y anunció el flamante “Acuerdo de Comercio de EE.UU. y México”. Agregó, ya con saña indómita, que está por verse si Canadá podrá sumarse al nuevo acuerdo. Semejante desaire es algo pocas veces visto en el ámbito de la diplomacia.
Los mexicanos —tanto el Gobierno saliente como el entrante— se avinieron pronto al nuevo acuerdo, que les resuelve su desbocada balanza comercial, y firmaron. Los del presidente electo anunciaron que el acuerdo “reduce la incertidumbre”. Le quedó al presidente aún en funciones la incómoda tarea de explicarle la decisión al primer ministro canadiense agregando, de manera sumamente latina que esta misma semana se lograría su “reincorporación”. Esto, sin embargo, arroja muchas dudas.
El primer ministro Trudeau guarda un silencio impenetrable. La canciller canadiense anuncia que su país solo firmará un acuerdo que favorezca a la clase media. Es un misterio qué significa eso.
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