Javier Agreda
El Papa Francisco según Javier Cercas
Reseña crítica del libro “El loco de Dios en el fin del mundo”

En septiembre de 2023, el Papa Francisco realizó una visita a Mongolia, un país donde el catolicismo apenas cuenta con un millar y medio de adeptos, mantenido por unos cuantos misioneros incansables. Invitado a acompañarlo en esta travesía, el novelista español Javier Cercas (Ibahernando, 1962), autor de libros como Soldados de Salamina (2001) y El monarca de las sombras (2017), aceptó el encargo. Se esperaba de él una crónica precisa pero bien documentada, al estilo de sus narraciones históricas, pero el resultado fue algo mucho más ambicioso: El loco de Dios en el fin del mundo (Random House, 2025), un libro de casi quinientas páginas que no solo relata el viaje, sino que también reconstruye la vida de Jorge Mario Bergoglio, y que incluye entrevistas a altas autoridades vaticanas, a misioneros y hasta a los periodistas que suelen cubrir los viajes del papa.
Desde las primeras páginas, Cercas marca una distancia ideológica clara: se declara ateo, anticlerical, laicista y racionalista. Esta posición le permite aproximarse al fenómeno religioso desde un ángulo inusual: no busca hacer proselitismo ni reconciliarse con la fe, sino entender su persistencia. El motor del libro es una pregunta que presenta como personal y casi ingenua: su madre, creyente fervorosa, sostiene que tras la muerte se reencontrará con su esposo. Cercas se pregunta: ¿puede el Papa, el representante máximo del catolicismo, garantizar que eso es cierto? En el fondo, la pregunta es solamente un pretexto para cuestionar dos de los dogmas centrales y más polémicos de la fe católica: la resurrección de la carne y la vida eterna.
La búsqueda de respuestas articula la estructura del libro. Cercas se embarca en una especie de investigación detectivesca, en la que Francisco es el principal investigado. Esta aproximación dota al texto de una cierta tensión narrativa, a pesar de la excesiva repetición de esas preguntas clave. Un acierto del libro es que Cercas no se oculta tras la narración. Expone sus prejuicios, sus limitaciones y sus propias contradicciones. No pretende una objetividad imposible; su mirada es personal, a veces irreverente y muchas veces irónica.
Francisco, por su parte, aparece como una figura compleja, escurridiza. Cercas va contando, a lo largo del libro y de manera desordenada, una gran cantidad de episodios de la vida de Bergoglio; incluidos aquellos más oscuros, como los enfrentamientos internos en la Compañía de Jesús, que derivaron en una larga reclusión del futuro papa. Así se consigue perfilar a Bergoglio como una figura profundamente humana: un líder espiritual que a veces parece actuar como un político sagaz; un reformador que paradójicamente es parte del sistema que busca transformar. Este perfil matizado evita el elogio acrítico tanto como la caricatura.
Cercas aprovecha también su visita al Vaticano para bucear en las contradicciones y los retos de la Iglesia actual. Gracias a la gran libertad de movimientos que le concedieron, entrevistó a algunos de los principales colaboradores del Papa y observó desde dentro a una de las instituciones más herméticas del mundo. Y como conclusión, cuestiona abiertamente su anquilosamiento, su resistencia al cambio, su pérdida de influencia en Occidente; y también su interés de expandirse a las zonas en las que no tiene mucha influencia, como Mongolia y especialmente China. Este último es un tema que surge reiteradamente a lo largo del libro y que delata una preocupación estratégica de Francisco.
En contrapartida, Cercas se muestra genuinamente sorprendido y hasta conmovido por la labor de los misioneros que conoce en Mongolia. Lejos de la imagen burocrática y jerárquica que se suele asociar con la Iglesia, descubre una fe que se traduce en servicio y entrega a los más vulnerables, una fe que, aunque no comparte, respeta.”He descubierto la solución a todos los problemas de la Iglesia –le dice entusiasmado a uno de sus interlocutores–: ¡todos misioneros!”.
El loco de Dios en el fin del mundo es, como admite el propio Cercas, “una mezcla de crónica y ensayo y biografía y autobiografía, un experimento friki, un cajón de sastre… un batiburrillo de géneros en cuyo corazón centellean, como pedazos de lava en un cráter activo, la resurrección de la carne y la vida eterna”. Sin embargo, más allá de su extraña propuesta formal, el libro acusa una falta de unidad y de dirección: Cercas no encuentra respuestas, ni parece realmente interesado en hallarlas. Su viaje, más que una búsqueda genuina, es un pretexto para reiterar sus dudas en una deriva narrativa que, en muchas páginas, resulta demasiado repetitiva y fatigosa.
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