La décima en el Perú: reivindicación de la poesía popular

En julio de 1982, el Instituto de Estudios Peruanos publicó La décima en el Perú, la obra más amplia y documentada del decimista y folklorista afroperuano Nicomedes Santa Cruz (1925-1992), cuyo centenario se recuerda en estos días (nació en Lima, un 4 de junio). Reeditado recientemente por el propio IEP, este libro conserva su vigencia y señala el papel que ha tenido la poesía popular en la formación de nuestra identidad. Bajo la apariencia de una antología poética La décima en el Perú es, en realidad, una genealogía del verso improvisado, una historia del “contrapunto”, y una defensa apasionada de una tradición literaria marginada por la academia y el canon criollo-letrado.

El libro se divide en dos grandes bloques: un estudio preliminar que traza el recorrido histórico de la décima en el Perú, desde el Virreinato hasta el siglo XX; y una antología de casi 300 décimas y glosas, muchas de ellas recogidas de forma oral, en años de trabajo de campo. Como se sabe, la décima es un poema de diez octavas (versos de de ocho sílabas); y las glosas, poemas de cuatro estrofas, cada una de ellas una décima. Santa Cruz reflexiona sobre la historia de las décimas con la soltura de quien conoce desde dentro su objeto de estudio: no como el crítico que observa a distancia, sino como el heredero directo de una tradición viva.

Uno de los mayores aciertos del libro es desmontar la idea de que la décima en el Perú fue un fenómeno menor o residual. Santa Cruz prueba lo contrario: desde las primeras crónicas virreinales hasta los contrapuntos costeños del siglo XX, el país ha sido terreno fértil para la décima, que ha florecido en múltiples formas y registros. En un gesto de reconocimiento, el autor sitúa en el centro de esta tradición a sus maestros, la generación de decimistas afroperuanos que lo precedió: Higinio Quintana (1881-1944), Carlos Vásquez (1891-1944) y Porfirio Vásquez (1902-1971). Santa Cruz además explica las formas del contrapunto, describe las reglas de la glosa y reconstruye escenas de duelo verbal entre decimistas en fiestas populares, en un trabajo que debe tanto a la investigación como a la memoria personal.

Pero el libro también es, de manera explícita, una crítica cultural. En su introducción, Santa Cruz denuncia cómo la "organizada alienación" ha desplazado a la poesía popular de la conciencia nacional. La décima no solo ha sido marginada por su oralidad, sino también por sus autores: mestizos, negros, zambos, sin formación letrada, sin redes institucionales. Reunir estas voces no es un simple rescate arqueológico, sino también un acto de afirmación: estas décimas son "carne de su carne y sangre de su sangre", escribe.

Otro punto notable es la atención que el autor presta al mestizaje cultural. Santa Cruz demuestra que la décima en el Perú es un producto híbrido: combina la métrica española con giros quechuas, africanismos, modismos costeños. La décima como forma se vuelve, así, una metáfora de la nación misma (sin un centro único, moldeada por las tensiones entre dominación y resistencia). Una visión mestiza que se aleja de los esencialismos tanto indigenistas como hispanistas que marcaron buena parte del siglo XX peruano. Así, en esta antología aparecen décimas de los cronistas de la conquista, de Mariano Melgar y de “El Tunante”, entre muchos otros.  

En algunos pasajes del libro hay una cierta tendencia a idealizar al "pueblo decimista". Sin embargo, eso no empaña su aporte mayor: haber dado forma a un corpus disperso, y haberlo hecho desde la voz de un autor que es a la vez sujeto y estudioso de ese mundo. La décima en el Perú es una documentada investigación y además una lectura recomendada para quienes creen que la poesía también se crea en la calle, se improvisa en las fiestas, se discute en las plazas. A través de estas décimas, muchas sin autor conocido, Nicomedes Santa Cruz nos recuerda que existe otra tradición literaria que no depende de premios, publicistas ni de los elogios de los medios de comunicación.