El olvidado poder del “currículo oculto”

A pocas semanas del inicio del año escolar 2025, en un contexto político y social particularmente complejo, resulta necesario reflexionar sobre un tema que, pese a su creciente influencia en la educación, ha sido relegado a un segundo plano. Nos referimos al "currículo oculto", un concepto que abarca las lecciones, valores y perspectivas no escritas, no oficiales y, en la mayoría de los casos, no intencionadas que los estudiantes asimilan tanto dentro como fuera de la escuela.

Es importante destacar que los estudiantes, al formar parte de una sociedad y mantener vínculos familiares, comunitarios y culturales, experimentan un proceso educativo que trasciende el aula. Como bien advertía John Dewey: "La educación no es una preparación para la vida. La educación es la vida misma".

De este planteamiento se desprende la existencia de dos tipos de currículo en el proceso educativo: el oficial o formal, que incluye las asignaturas y actividades de aprendizaje desarrolladas por docentes y estudiantes, y el currículo oculto, que abarca los mensajes académicos, sociales y culturales implícitos que los estudiantes reciben a través de su entorno. Este último influye de manera significativa en la formación del individuo, ya que a los aprendizajes escolares se suman los valores y comportamientos promovidos en la familia y la sociedad.

En el ámbito escolar, el currículo oculto se desarrolla en paralelo al oficial, lo que exige del docente un mayor compromiso, ya que su conducta y forma de comunicarse se convierten en modelos a seguir. Por ello, es fundamental que los educadores promuevan valores, fomenten comportamientos adecuados y mantengan coherencia entre sus palabras y acciones.

Fuera del entorno escolar, la familia desempeña un rol crucial, pues constituye el primer espacio de socialización en el que se establecen las bases del carácter y la formación en valores esenciales para la vida en sociedad. Asimismo, el comportamiento social influye en la adquisición de hábitos, habilidades y experiencias que complementan la educación formal.

No obstante, en el contexto actual, el currículo oculto también se ve afectado por la corrupción y la degradación de los valores en la esfera pública. Ejemplos lamentables como el desfile de exmandatarios ante la justicia por actos de corrupción, la aprobación de leyes que atentan contra la meritocracia y la calidad educativa, la deshonestidad en los procesos de adquisición de alimentos para programas escolares y el silenciamiento de testigos mediante la violencia afectan gravemente la percepción de los estudiantes sobre la moral y la justicia. Si a esto sumamos los escándalos en el sector de la construcción, evidenciados tras el colapso de un techo en un centro comercial de Trujillo, nos enfrentamos a un panorama en el que el futuro de las nuevas generaciones se ve amenazado por la impunidad y la falta de ética en la vida pública.

Frente a esta situación, los ciudadanos responsables, docentes, padres de familia y funcionarios éticos deben unirse para evitar que la corrupción empañe el porvenir del país. Es imperativo apostar por una educación basada en valores, recuperando el compromiso con la formación integral de los estudiantes. Como señala John Ruskin: "La meta final de la verdadera educación es no solo hacer que la gente haga lo correcto, sino que disfrute haciéndolo; no solo formar personas trabajadoras, sino que amen el trabajo; no solo individuos con conocimientos, sino con amor al conocimiento; no solo seres puros, sino con amor a la pureza; no solo personas justas, sino con hambre y sed de justicia".

Eduquemos con el ejemplo, la verdad y la justicia. Aún estamos a tiempo.