Raúl Mendoza Cánepa
El nuevo trato
Que vincule más a los peruanos con su país

En un excelente artículo titulado “Pasa la primavera” (10 de noviembre, diario Perú 21), Mijael Garrido Lecca nos pone en vereda en medio del caos que sigue a casi veinte años de crecimiento y reducción de la pobreza. Nadie niega que siempre hubo ruido, pero con pertinencia el periodista nos recuerda que “no tenemos la menor idea de hacia dónde vamos y tampoco tenemos una idea clara de en dónde estamos. El Perú necesita con urgencia replantear el pacto social”.
Escribe: “(…) en las últimas semanas se ha empezado a notar que esta idea peregrina que algunos soltaban con tanta calma —de que la política y la economía iban, en el Perú, por cuerdas separadas— no era más que una falacia absurda, disfrazada por la inercia del crecimiento de los años anteriores. Hoy el Perú es más pobre, menos competitivo, menos solvente y menos libre económicamente que hace unos años. Y esa primavera, que hizo florecer al país a inicios de siglo, va a ser otro capítulo como el salitre, el caucho o el guano si es que el Estado no toma acciones inmediatas”.
Así es. Nos hemos distraído en el dilema sobre si los ángeles entran por el ojo de una aguja mientras invaden Bizancio. Paraguay y Bolivia nos llevan de encuentro en cuanto a crecimiento, y nosotros nos alegramos de nuestro 3.9% (¿?) que, a decir verdad, es solo cámara lenta en una economía que requiere dinamismo. Tenemos el potencial para alcanzar el 6% o 7%, y liderar la región si planificamos la obra pública, rompemos los diques administrativos que contienen a la economía privada y centramos el rumbo de la política criolla.
Durante el gobierno de Ollanta Humala se creyó que el reto para emerger era el número de programas sociales, se confundió la sustancia con el adjetivo. La mejor política social es siempre una buena política económica, esa que entiende que con cada punto porcentual del PBI se generan 100,000 nuevos empleos y se reduce en 1.4% la pobreza. Un crecimiento de 3.5% no reduce sino que incrementa la pobreza y, por tanto, no sirve (Adex). Solo nos sirve una tasa de crecimiento igual o superior a 5%, que en diez años reduciría la pobreza a 10%. ¡Y mientras tanto, ilusos, hablamos de cómo nos maquillamos para la OCDE!
Tomo las palabras de Mijael Garrido Lecca que citamos: no hay cuerdas separadas. El ruido crea incertidumbre en la inversión y conflicto entre los poderes del Estado. Un congreso o un gobierno no enfocados no ofrecen seguridad jurídica. Nos exponen a regulaciones populistas que entrampan el mercado y nos alejan del crecimiento óptimo (5%). Aquellos millones de peruanos que dejaron la pobreza en las últimas décadas pueden volver a ella si el objetivo del crecimiento no nos reúne a todos para luchar juntos con ese fin.
El “nuevo trato” debe reunir a la clase política en un acuerdo sustancial (al margen de lo que ocurra en la Justicia): al gobierno en todos sus niveles territoriales, al Congreso, los partidos, los técnicos. Si lo que se desea es seguir la mala racha de 2017 con relación al 2016 (375,000 peruanos pasando a pobres) solo debemos agitarnos más que nunca en 2019, pelearnos con mayor intensidad, ponerle trabas a la inversión, incrementar la regulación y las tasas impositivas (favoreciendo la evasión y la informalidad), quitarle seguridad a los megaproyectos y dejar que los conflictos sociales le ganen a la autoridad. La “rica minera” Cajamarca es la región más pobre con 47.3%. Los conflictos la superan (no hay mayor paradoja que la del necio que muere de hambre con plata en los bolsillos).
“El Perú necesita con urgencia replantear el ‘pacto social’ que vincula a los peruanos con el país”, escribe Garrido Lecca. Mientras el deja vú del guano y el caucho hiera nuestra memoria, aquí estamos sumándonos a ese llamado.
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