Iván Arenas

El mundo popular no se parece a Castillo

El peruano no es pendenciero ni mentiroso por naturaleza

El mundo popular no se parece a Castillo
Iván Arenas
09 de noviembre del 2022


En una reciente entrevista, un reputado periodista ha hecho afirmaciones polémicas. Entre ellas, que el presidente Pedro Castillo es el prototipo de peruano: “no cumple su palabra”, “miente”, es “sabido”, “pendenciero” y “criollazo” en un país de “semianalfabetos”. Asimismo, Hildebrandt sostuvo que la polarización política no colocó a Castillo y que hemos vivido “150 años de extrema derecha”. 

De alguna u otra manera, para el suscrito esta columna equivale a una enmienda a la totalidad de frases y los lugares comunes que el periodista suele desarrollar. Ahora bien, para ser honestos, no sé a qué país hace referencia ese periodista cuando indica que Castillo es “el prototipo de peruano”. Semejante explicación de Hildebrandt no solo añade innecesarios golpes en el pecho, sino además corresponde a las expresiones con la que se representaba a la sociedad criolla  de antaño. Lo explico mejor ahora.

Pero antes vale incidir en lo siguiente: en Roma convivieron los tribunos y padres de las ideas con el circo de muerte y sangre. ¿Qué pretendo decir con lo anterior? Que así como en el Perú existen “pendejeretes” hay también una mayoría nacional y popular que construye el país cumpliendo las reglas que el Estado les impone. Si uno ve nítidamente, por ejemplo, los mercados populares entenderá que solo la meritocracia hace funcionar al mundo popular.  No se puede entender esta nueva sociedad sin la potencia de los mercados populares que compiten y cooperan a lo largo y ancho del país. ¿Cómo entender, si no, la potencia de Gamarra u otros clusters económicos emergentes? Los mercados populares son inexplicables sin la meritocracia y los contratos. En ese sentido, lo de los pendejeretes no es la regla, sino la excepción.

Castillo representa todo lo contrario al mundo popular, que ¡válgame Dios! tienen sus vicios y virtudes. Castillo, un maestro de colegio público que no tuvo ningún mérito profesional (como le hubiesen pedido en la escuela privada) y hoy representa el fracaso de lo estatal en todas sus formas. En todo caso, decir que Castillo es el prototipo del peruano es una exageración que condena sin rubor a ese Perú emergente, popular y plebeyo. 

Ni Castillo representa al Perú, ni la llegada del chotano ocurrió por los continuos fracasos. Castillo es fruto de un régimen político cultural de principios de la década del 2000, que ha convertido a la política en una guerra de religiones con el intento banal de la exclusión a la otredad. Castillo no se puede entender sin la guerra que se desató contra otras fuerzas políticas que no comulgaban con las ideas de los académicos, periodistas y analistas políticos. 

El periodista entrevsitado se equivoca. Castillo no representa al mundo popular, no es prototipo de todos los peruanos en un “país de semianalfabetos”. En todo caso, podemos decir que son más semianalfabetos lo que sabían que estaban votando por un profesor básico.

Iván Arenas
09 de noviembre del 2022

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