Luis Enrique Cam

El MUNA ¿un nuevo elefante blanco?

Otro ejemplo de improvisación en la inversión pública

El MUNA ¿un nuevo elefante blanco?
Luis Enrique Cam
10 de diciembre del 2024


En el lenguaje coloquial se denomina “elefante blanco” a una construcción de grandes proporciones, financiada con recursos públicos, cuyo costo no genera los beneficios esperados. Con frecuencia, estos proyectos terminan abandonados. Tal parece ser el destino del Museo Nacional del Perú (MUNA), que corre el riesgo de convertirse en el nuevo “elefante blanco” del país.

Este imponente edificio, alabado por sus proporciones arquitectónicas, fue diseñado por talentosos profesionales e “inaugurado” en 2021, tras una inversión de US$ 100 millones. Esta gigantesca “caja vacía” se encuentra en el distrito de Lurín, dentro de los terrenos del santuario arqueológico de Pachacámac, donde ya existe un museo de sitio bien consolidado.

El pasado domingo participé en una de las visitas organizadas como parte de su fase de “marcha blanca”. El término parece un eufemismo: solo se puede apreciar una exposición temporal de arte popular en el primer piso. Esta muestra da la impresión de ser un pretexto para evitar que el museo permanezca completamente vacío.

Tras mi visita, y considerando la vasta cantidad de objetos del patrimonio cultural que posee el Estado, surgieron varias preguntas: ¿por qué, después de casi cuatro años desde su inauguración, las enormes salas del MUNA no albergan una colección permanente? ¿Se realizó un estudio técnico serio para planificar las piezas que este monumental museo debía exhibir? ¿Existe algún temor o resistencia a trasladar parte de los miles de cerámicas, textiles, piezas de orfebrería y pinturas que se encuentran en otros museos nacionales para dar vida a este espacio?

El grupo inicial de visitantes no superaba las cinco personas y, aunque luego se unieron otros, apenas llegamos a la veintena. Para asistir, es obligatorio inscribirse previamente mediante un formulario virtual. ¿Cómo se justifica esta subutilización en nombre de la cultura?

Desde que el proyecto comenzó en 2013, el país ha tenido ocho presidentes y 18 ministros de Cultura. ¿Permitirá la actual gestión que el MUNA siga siendo un oneroso pasivo para el Estado, en lugar de convertirlo en un activo cultural significativo?

No pretendo caer en la demagogia de decir que esos cien millones de dólares debieron destinarse a escuelas o hospitales; estoy convencido de que la cultura es un derecho fundamental. Ahora que el MUNA ya está construido, resulta imperdonable que no se le dé un uso adecuado.

A esto se suma otro problema: durante mi visita no observé buses de transporte público que llegaran al museo, y el acceso para los residentes de zonas cercanas, como Julio C. Tello y Villa el Salvador, es limitado y complicado.

En conclusión, el MUNA parece ser otro ejemplo de improvisación en la inversión pública y de la negligencia de los funcionarios del Ministerio de Cultura. Lo que podría ser un gran museo al servicio de la ciudadanía es, por ahora, solo una imponente caja de concreto en medio de un arenal.

Luis Enrique Cam
10 de diciembre del 2024

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