Rocío Valverde

El manual del populismo

Vizcarra utiliza las estrategias de Hugo Chávez

El manual del populismo
Rocío Valverde
13 de octubre del 2019


Busqué la semana pasada la entrevista que Jaime Bayly le hizo a Hugo Chávez en 1999, cuando este estaba a punto de convertirse en Presidente de Venezuela. "Si tu ganas la elección en diciembre del año 1999, ¿qué es lo primero que harías?", le pregunta Bayly. El rostro de Chávez cambia gradualmente, parpadea sin parar mientras que la sonrisa falsa que portaba para engañar a nuestro cerebro, tan inclinado a antropomorfizar las expresiones de los animales, se transforma en una línea recta. "Mira, lo primero que hay que hacer, Jaime, es llamar a un proceso constituyente. Es llamar a una consulta popular, a un referéndum popular para que este pueblo recupere su dignidad y trace su propio destino. Esa es la primera medida para moralizar al país, sobre ese nuevo piso verificaremos la Venezuela del próximo siglo". Chávez sin duda fue un maestro del populismo.

En sus larguísimos discursos Chávez obstinadamente incluía ciertas palabras que resonaban con la gente que apoyó su revolución: corrupción, burguesía, dignidad, bolivariano, imperialismo, patria, pueblo, constitución, crisis moral, crisis económica, libertad y carajo. Incluso en su discurso de toma presidencial pronunció la palabra pueblo 63 veces; crisis, 22; y constitución, 34. Repitió y machacó tanto esas palabras que se volvieron parte de su repertorio de mejores hits. "¡Hoy tenemos patria!" ,"Yo no quiero que este pueblo sea rico, mi objetivo es que todos tengan una vida digna" y "Mándeme, pueblo, que yo sabré obedecer".

Los políticos que transitan en las tinieblas toman el caso venezolano como un modelo a seguir para sus planes de apoderarse de la banda presidencial. Chavez les enseñó a llamar a este fenómeno de perpetuación "reforma democrática por soberanía popular". ¿No suena mejor decir que estamos atravesando una reforma democrática en lugar de dictadura basadas en referéndums?
"¡Qué capo! Si tan solo tuviera petróleo", musita un dictador en potencia en algún lugar del mundo.

En los años del siglo pasado hubo muchas canciones en inglés con las palabras polka, boogie y serenade. En los años sesenta las palabras más repetidas fueron baby, twist y lonely. Este año solo la palabra baby se sigue utilizando. Pues al igual que la música, el populismo también se renueva. ¿Acaso los dictadores que siguen con la cantaleta del imperialismo no se vuelven cada vez más unidimensionales? Pierden el efecto 3D y se convierten en caricaturas. Macacos conspiranoicos que creen que la fruta les ha caído en la cabeza por culpa de alguna grasienta mano imperialista que ha zarandeado su árbol.

Ya no se señala al imperialismo como titiritero o raíz de todos los males, ahora se busca un culpable nacional, uno que tenga cara. La demonización de la oposición es un pilar del populismo. Chávez hablaba de no tenerle miedo a la soberanía popular. Los dictadores actuales omiten la palabra soberanía y solamente hablan de no temerle al pueblo.

Por algún motivo los discursos actuales utilizan muchas palabras que riman con imbecilidad. Los acordes del populismo se han modernizado y nos cantan ese coro pegajoso que dice que dice "Ante tu incapacidad crea otra realidad. El cuco de la ingobernabilidad nunca pierde su efectividad. Pueblo elige tu dignidad aunque caigas en la inconstitucionalidad".

Por rapaz que suene, la tragedia de Venezuela nos sirve a los demócratas como una guía para prevenir los pasos que los dictadores sin muchas luces quieren tomar. Chávez en su discurso de 1999 dijo lo siguiente:

"Se debe ir a una constituyente para reformar la Constitución. Lo señalamos en su momento como la «trampa constitucional», lo mismo que hizo Adolf Hitler con la República de Weimar para parar un proceso. El entrampamiento a través de una interpretación interesada, inflexible y rígida de una Constitución que, ciertamente, como lo dije cuando juré, estaba moribunda y va a morir para que nazca otra. Tiene que morir y junto a ella el modelo político nefasto al que dio nacimiento en estos últimos cuarenta años. Eso tiene que morir. Va a morir, señores. Acéptenlo todos. Y es necesario que muera. Pero claro que, al mismo tiempo, es necesario que nazca otro modelo".

Curiosamente Vizcarra dijo en junio del 2019 que no descartaba un referéndum si se entrampaba la reforma política. Luego en agosto del 2019 afirmó que solo se saldría del entrampamiento con adelanto de elecciones generales. Ahora ya no se necesitan elecciones generales, parece que con las congresales basta. ¿Cerrado el Congreso se da por superado el entrampamiento? O por el contrario, siguiendo estrictamente el manual de Chávez, me pregunto si ahora nos dirán que la raíz del entrampamiento es esa rígida y decadente Constitución. Advertidos estamos.

Rocío Valverde
13 de octubre del 2019

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