Raúl Mendoza Cánepa
El hombre de la isla
¿Qué llevó a Fabián Barrio a esconderse del mundo?

Fabián C. Barrio es un escritor español que estudió psicología, pero que domina la razón y la filosofía de una manera extraordinaria. Quizás su título le importe menos que la experiencia. Tiene un canal en YouTube al que llama La rebelión de Sísifo. No le importa ganar seguidores y si se le pone atención se descubre por qué. Si representa a un pensamiento casi sin habérselo planteado, creo que es al estoicismo.
Un día de hace diez años decidió que recorrería el mundo, tomó su moto y se marchó. Es un reto imposible, pero atravesó continentes y sobre una moto exploró lo humano que no nos cuentan los libros. “Al dar la vuelta al mundo descubrí un inesperado gusto por las incomodidades y estrecheces, y que la gente del mundo hace mucho menos planes de los que hacemos los occidentales”, dice en una entrevista. Su percepción del peligro se redujo; o quizás, como nos cuenta en uno de sus videos, sea esa una de las cosas que le importa “un huevo”. Valgan sus propias palabras sin remilgos porque no se mide en ellas, tampoco le importa revisar si vende o no sus libros o si a la gente le viene bien o mal lo que dice. Un buen día se marchó a Chipre para, desde las ruinas y monumentos, contarnos por video lo que nos es fundamental.
Cultivar la erudición es un arte impopular, pero allá él. La destreza didáctica le viene de la radio; lo de escritor de las letras que sorbió de la vida y de los viajes. Morador del asfalto, Salí a dar una vuelta, Las mejores rutas por el mundo en moto y Malabar, son los libros que viene a bien leer en estos tiempos de rara ira y confusión. Valga la recomendación, como la que deriva de una respuesta que ofrece en la entrevista para Nativa Selectta. ¿Por qué irse a vivir en una roca en el mar en un país lejano?: “Le repito que no soy nada místico. Chipre tiene sus cosas buenas y sus cosas malas (…) decididamente me he quedado porque es una balsa de calma en un mundo muy enfermo. En Chipre la enfermedad del mundo salpica poco. Y si no quieres que salpique nada de nada, sólo tienes que cerrar Twitter”.
La impresión al escucharlo es la de leer a Henry David Thoureau y su reflexión es transversal a la de los que asumimos que la política, la vida social, los problemas y los miedos lo han pervertido todo. "Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida...para no darme cuenta, en el momento de morir, de que no había vivido", decía Thoreau. Allí escribió Walden en 1854. Por alguna razón los asocio.
¿Qué hace a un hombre esconderse del mundo? ¿Qué hace a un hombre refugiarse después de haberlo conocido en su totalidad, más allá de los impuestos? Quizás “darse cuenta”, lo que es lo mismo que percatarse que se vive en una sociedad tan idiota que solemos destruirnos, tomarnos demasiado en serio, hacer del futuro amenaza e ignorar el presente.
Desde algún lugar y alejado de las redes sociales tóxicas o el mundo tóxico, siempre hay un momento para detenerse o, lo que es lo mismo, para detener el tiempo en un solo instante.
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