Juan Sheput
El diálogo como valor deteriorado

Luis Iberico ha optado por la opción informal, extra parlamentaria
Dicen que la noticia más importante para la historia de la Humanidad es la salida del Sol, pero como sale todos los días a nadie le importa. La repetición convertida en rutina convierte al evento en intrascendente. Lo mismo podríamos señalar de los diálogos promovidos por el gobierno o sus amigos. No niego que haya una dosis de buena voluntad en su propuesta, pero ante la opinión pública, que al fin de cuentas es la que importa, han devenido en oferta oportunista.
El diálogo es el padre del compromiso político, de allí que se practique de dos formas continua o discreta: cuando es una política del gobierno dialogar, se hace de manera continua, a través de los dirigentes o representantes. Para ello se utilizan indicadores de avance que permiten que el compromiso sea sostenible. La otra forma tiene que ver con lo excepcional. Es la cumbre de líderes partidarios. Se hace de manera discreta, es decir de cuando en vez, cuando la situación realmente lo amerite. El gobierno del presidente Humala no practica ni lo uno ni lo otro. Ha convertido al diálogo en valor deteriorado. La opinión pública se burla de él, los medios no le dan la importancia del caso y el gobierno no tiene credibilidad. Que asistan a la convocatoria uno que otro líder es un gesto de cortesía y buena fe, que no ayuda en nada al país sino que sirve tan sólo para que el gobierno gane un poco de tiempo.
No puedo negar que me ha sorprendido que haya sido el presidente del Congreso quien le haya lanzado el salvavidas al gobierno. Luis Iberico es el presidente de un poder del Estado. Lo que hubiera correspondido es que sea él quien diga que está a la espera de la propuesta del Ejecutivo para incorporarla a la Agenda Legislativa y que espera un diálogo fluido entre parlamentarios y ministros o funcionarios del gobierno. Pero no ha sido así. En lugar de ello el congresista Iberico ha optado por el camino informal, extra parlamentario. No me imagino al presidente del Senado colombiano o chileno fomentando un diálogo ajeno al recinto parlamentario cuando se sabe que el Congreso es el núcleo del diálogo político por excelencia.
Por otro lado, el propio premier Cateriano ya no despierta las expectativas que generó al inicio de su nombramiento. Se ha “despintado” en lenguaje coloquial y no tiene el peso (gravitas) que se le atribuía. Las descoordinaciones, enfrentamientos y desconcierto reinante es parte de la situación política que se vive motivada por la falta de autoridad del presidente y por los escándalos generados por su esposa.
¿Se puede dialogar con un gobierno sin fuerza para conducir al país y que tiene una popularidad de 13% a la baja? Algunos dirán que sí, otros manejarán los números para compararse con el presidente Toledo que llegó al 8%. Puede ser. Pero en su análisis tendrán que considerar que Alejandro Toledo tenía una bancada unida, a pesar de sus problemas, y ministros con peso político propio que no se habrían prestado a tolerar un poder paralelo en el mismo seno del gobierno.
Por: Juan Sheput
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