Cecilia Bákula

Educación vial y civismo colectivo

Es urgente una campaña de educación masiva sobre estos temas

Educación vial y civismo colectivo
Cecilia Bákula
29 de septiembre del 2025

 

Una de las experiencias más desgastantes que hay en Lima es la de tener que enfrentar día a día el caos que hay en las pistas de nuestra ciudad. Hemos perdido, casi del todo, los criterios y las bases fundamentales de educación vial, de respeto al otro, de cumplimiento de las normas. Y, en muchos momentos y sectores, uno quisiera no tener que sufrir esa realidad de transitar por nuestra ciudad que, además, implica violencia, gran estrés, riesgo constante y enorme pérdida de tiempo.

Hay derechos ciudadanos que en esos aspectos del transporte urbano están siendo desatendidos, por no decir conculcados, vulnerados y transgredidos. No solo por los ciudadanos sino, en mucho, por la desatención que uno percibe por parte de las autoridades. 

Creo que quienes lean esta nota habrán sufrido esta realidad en más de una oportunidad y hay algunos aspectos que resaltar. Destaco, principalmente, el abuso de las luces intermitentes. Hay conductores que creen que al activar esas luces, pueden usar la calzada como su propio estacionamiento y permanecer cómodamente a un lado; no se quieren percatarse de que causan realmente colapso en la circulación; que es una falta severa de respeto y un abuso de la impunidad que existe respecto a faltas que se van normalizando; conductas que empiezan a ser normales cuando porque se abusa de ellas, se ponen en práctica sin mayor preocupación y, a serenos, policías y eventuales responsables, no les importa ni se toman la molestia de llamar la atención sobre esas “paradas” que son realmente un largo y prolongado estacionamiento.

El uso desenfrenado de la bocina no hace más que alterar el orden, causa polución auditiva y a veces uno se pregunta si un bocinazo puede “apurar” a un semáforo o puede ordenar el caos en un cruce de dos calles o puede solucionar la falta de civismo creciente. Sé que el tránsito es caótico; que vivimos en una ciudad superpoblada que cuenta, además, con una explosiva y creciente cantidad de unidades vehiculares que circulan al mismo tiempo, pero no podemos rendirnos ante ese caos que es real y va en aumento. Los ciudadanos debemos saber que debemos y podemos actuar de mejor manera, de manera correcta para mitigar ese desorden. 

Hay, creo, una carencia de presencia policial en puntos estratégicos y en horas específicas. Existiendo una policía cuyo ámbito de operaciones es el tránsito, no se les ve mucho y claro que me refiero a las zonas por donde yo circulo que incluyen Surco, Miraflores, San Luis, Callao, La Perla, La Punta, San Miguel, Magdalena, Lurín, Centro de Lima y otras áreas. No creo que su función sea la de “sorprender” con papeletas, sino de coadyuvar a que haya fluidez en el tránsito, máxime cuando el desprecio y desatención a las normas, pareciera ir en aumento.

Sorprende por ejemplo, la recurrente pasividad que se ve en algunos policías que, atendiendo con aparente fruición y eficiencia a sus celulares, no usan siquiera el pito para que se respeten los espacios destinados para servir de paraderos; para que los buses y microbuses no circulen por las vías que no corresponde y, en algunos distritos, esa labor de orientación se viene delegando en “facilitadores” municipales que, con la mayor buena voluntad, no pueden ni deben reemplazar a la autoridad policial. A la autoridad no se le debe perder el respeto y si el ciudadano ve que es esa autoridad la que no cumple con su deber, vamos muy mal. A la policía hay que empoderarla para que se le respete pero deben merecer y ganarse a pulso ese respeto ciudadano.

Existe, además, una realidad creciente y que se refiere al estado de las pistas, de las calzadas. A veces uno pensaría que son cráteres o que ha habido explosiones subterráneas que han dañado severamente la capa de asfalto. Entiendo que hay vías de responsabilidad municipal y vías bajo la administración de la municipalidad de Lima Metropolitana. Lo cierto es que los usuarios no tenemos por qué conocer ese detalle, sino concretamente, tenemos el derecho a exigir que las calles por donde transitamos no sean motivo de una viabilidad que va siendo cada vez más difícil y que las calzadas estén en condiciones deplorables, calamitosas y de alto riesgo. Avenidas importantes están destruidas, calles menores y hasta algunas pequeñas empiezan a estar intransitables, sin mencionar las veredas en las que alcaldes y vecinos cometen atrocidades so pretexto del ornato y del “mejor uso”. El mal estado de muchas vías de la ciudad ocasiona desgaste innecesario en las unidades que transitan por ellas, sean públicas o privadas, motivan que el tráfico se ralentice, que haya que hacer maniobras para evitar esos baches que pareciera poder tragarse, por lo menos, una llanta de un auto pequeño. Esquivar esos cráteres causan reales cuellos de botella, generan mayor desorden y no es justo que la ciudadanía tenga que experimentar todo lo que el caos vehicular implica. Dicen que Lima es una de las ciudades con peor valoración respecto al tráfico, creo que no me atrevería a dudar, lamentablemente, esa afirmación

Agreguemos a ello la inseguridad latente que hay en las calles por los asaltos, el alumbrado público deficiente, la violencia, la agresividad que se exacerba, sin que sea una justificación, por los semáforos descompuestos, las obras que interrumpen arbitraria y constantemente la circulación, los trabajos que con recurrencia se hace para efectos de tendido de cables, reparación de tuberías y instalación de servicios de gas que carecen de planificación o de información adecuada y dejan las calzadas en peor y lamentable estado, sin que haya una aparente supervisión de la autoridad responsable para que el material que se utiliza, no sea una delgada capa de material que en las calzadas dure como flor de un día. Pareciera que las municipalidades sienten que esa supervisión e información no fuera asunto de su competencia y sin duda es parte de su responsabilidad. Por ello resulta grotesco ver unos carteles que señalan que “esas obras” no son hechas por tal gobierno local o distrital. Será que un simple cartel, ¿les exime de responsabilidad.?

Es urgente una campaña de educación masiva y constante respecto a estos temas, educación y civismo, respeto y tolerancia. Es también necesario hacer un llamado a las municipalidades porque tienen obligaciones que no cumplen y porque el ciudadano tiene derechos que debe exigir. El ciudadano tiene derecho a una infraestructura adecuada, segura, con mantenimiento constante y tiene, por supuesto, la obligación de que su conducta cívica sea cada vez más destacada. Levanto mi voz porque tenemos derechos, pero también debemos aportar una conducta responsable.

Cecilia Bákula
29 de septiembre del 2025

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