Donde hay hambre, no hay pan duro

La situación del país va de mal en peor. Los titulares se centran en la corrupción y los escándalos, pero la crisis económica que golpea a los sectores más vulnerables motiva a algunos analistas a profundizar en temas que pocas veces habían sido tratados. Cifras como el 13.3% de recuperación en el PBI durante el 2021, ponen en evidencia que este rebote no fue suficiente para rescatar la economía de un país que va a la deriva.

El aumento de la inflación con la consecuente disminución del poder adquisitivo, la baja en los indicadores del mercado laboral, el incremento de los niveles de precios, especialmente en la canasta básica familiar, el aumento del precio de los combustibles, fertilizantes y otros insumos importados se ven reflejados en los índices de pobreza monetaria. Los pobres, que representaban el 20.2% de la población del Perú en 2019; en el 2021 representaron al 39.7% de la población rural y 22.3% en el área urbana, demostrando además que las grandes brechas entre ambas zonas siguen incrementándose. Pero, durante el 2022 la pobreza estaría afectando al 27.5% de la población total, cifra que no debe ser vista como meros porcentajes ya que se refiere a seres humanos, más de nueve millones de peruanos que no pueden cubrir sus necesidades básicas. 

Los principales alimentos consumidos por la población pobre en el Perú son: maíz, arroz, pan, papa, frijoles y camote. Pero como consecuencia de la crisis y el incremento de los índices de precios de la canasta básica –9.32% en el último año–, hoy muchos consumen un solo alimento básico; o peor aún, numerosas familias –más del 10%– pueden pasar un día entero sin alimentarse. 

Los antiguos peruanos tenían una muy buena alimentación, según datos registrados por cronistas españoles como Bernabé Cobo. Términos como “t’anta”, que significa pan, se refieren más al concepto de “sustento”, ya que en esos tiempos no se conocía el trigo que llegó desde España. Pero estudiosos como Francisco Cabieses afirman que estos mismos pobladores no consumían leche ni huevos, ingredientes que fueron reemplazados por otro tipo de proteínas. Esto podría explicar por qué en muchas poblaciones se canjea la leche por alimentos menos nutritivos, como el arroz o los fideos. Ello es un problema especialmente grave, ya que existe una relación directa entre una buena nutrición y el desempeño escolar, problema que seguirá afectando a las próximas generaciones. Pero la educación y los niveles de aprendizaje son otro importante tema que tampoco está siendo afrontado.

Con respecto al pan, alimento básico para el sustento de la población peruana especialmente en la costa y sierra, su precio se ha visto incrementado en forma ostensible. Si antes era posible comprar cinco panes por un sol, en algunas zonas del Perú hoy se compran solo tres e incluso puede llegar a tener un precio unitario de S/ 0.40. Este hecho, particularmente preocupante, ha sido analizado en un estudio urbano y rural realizado por CPI en el mes de junio, encontrando que la población que solía comprar diariamente 12 panes hoy solo puede comprar 7, afectando a un total de 8.5 millones de consumidores, 7.1 millones adicionales. Otro dato preocupante es que la cifra de personas que no pueden comprar pan se ha incrementado de 850,000 a más de 1.2 millones, especialmente en hogares de la sierra centro y sur del Perú. 

Pero personajes como el primer ministro, quien sugirió comer pescado si el pollo subía de precio, podría decir que, a falta de pan, buenas son tortas. Esa parece ser la política de un Estado que minimiza los graves problemas del país, mientras solo el entorno presidencial, sus parientes, los chotanos y los huancaínos de Perú Libre se han visto beneficiados durante este primer año de desgobierno.