Desmenuzando el golpe de Estado

Una de las ventajas intelectuales de acercarse a los 60 años es que desaparece la tolerancia a los balidos. El análisis jurídico cronológico de lo sucedido en torno al 30 de setiembre evidencia que se trató de un golpe de Estado, más allá de la acumulación de errores(1) de las fuerzas genuinamente democráticas, sean estas bisoñas(2) o experimentadas(3) en el campo político nacional, más allá de apasionamientos y la defensa de intereses en juego. Así lo ha descrito, llamándolo por su nombre, el Wall Street Journal.

La confianza fue votada y otorgada explícitamente por el Congreso(4) minutos antes del decreto de disolución, por lo tanto no se produjo la condición constitucional necesaria para que dicha potestad existiera. Si había gabinete cuando el hoy presidente de facto M. Vizcarra les anunció su decisión de dar el golpe, y estos renunciaron para no tener que firmar con él un decreto que los llevará en última instancia a la cárcel. La ausencia de la firma de los ministrso refrendándolo convierte el acto presidencial en nulo, según la Constitución aún vigente.

La visita a Palacio de Gobierno varias horas después del golpe, seguida de una comunicación formal horas después, evidencian una negociación inconstitucionalmente deliberante y curiosamente coincidente con un decreto supremo (igual pasó luego con el Poder Judicial) que mueve fondos de pensiones. Son puntas de icebergs que generan dudas razonables sobre muy probables motivaciones de bolsillo, que difícilmente serán catalogadas como patrióticas por la historia, pasada la inducida euforia inicial.

Acabado el análisis, toca delinear escenarios y revisar opciones para quienes creemos que el Estado de derecho debe ser restaurado y que la democracia representativa y el libre mercado deben ser fortalecidos de cara a la coyuntura dictatorial. Es evidente la intención de retornar al clientelismo populista, basado en subsidios con las reservas y sueldos para los zánganos con voto, y que se quiere priorizar la propiedad y gestión estatal de los medios de producción.

Lleva la ventaja el cerebro tras el régimen que ha dado el golpe (que no es inexperto, ni moqueguano, si siquiera peruano y no se aloja en un solo cráneo). Viene planeando con admirable rigurosidad, digna de mejor causa, qué hacer ante cada escenario. Apurarán por eso el cronograma de inscripción electoral para dificultar que alguien fuera de sus cómplices tenga tiempo de organizarse y elegir candidatos mejor que en el pasado, para una elección por un período que, de acuerdo a la lógica seguida, puede acabar siendo (igual que la permanencia de Vizcarra en el cargo) bastante más largo del anunciado formalmente.

Es importante completar la elección de un nuevo TC con una mayoría que lo convierta en esa necesaria garantía de imparcialidad y solidez jurídica de la cual carecemos desde tiempos del primer humalato (cada vez más definen a este como el tercero, después del de PPK). El fortalecimiento artificial de la figura personal del caudillo es imprescindible para la consolidación e instalación duradera de un gobierno de facto. Allí suele ser muy útil el populismo de subsidios y el movimiento de partidas ya iniciados.

Todo gobierno autoritario requiere manejar fondos fuera del escrutinio formal, para mantener lealtades y para realizar, sin rastro, operativos psicosociales y de prensa y propaganda. No me extrañaría un traslado de las RIN a otra institución más “generosa” con el decisor(5). En este caso particular, las necesidades económicas del Foro de Sao Paulo, tras la quiebra de Odebrecht, cuyos fondos en bancos de paraísos fiscales han sido congelados por presión de los EE.UU., van a ejercer un papel determinante.

Por último (hay más, pero el espacio es corto) es importante recordar que en este siglo no hay golpes de Estado locales. Toda ofensiva asimétrica tiene un grado importante de potencias estatales y privadas que pugnan por hacerse del poder, necesario en la región para garantizar el flujo de dinero. Y a menudo las piezas locales (como han comprobado Lula y Humala) son sacrificables. Ese caracter “globalizado” de la iniciativa obliga a pensar con disciplina intelectual y agudeza antes no requeridas.

1 La selección de candidatos en un entorno en que pocos de los mejores se quieren arriesgar a que su nombre sea vapuleado por la prensa, el Proyecto Mulder que esperaba una negociación para una fórmula final intermedia que (por mutua necesidad de sobrevivencia) soldó la alianza ejecutivo-prensa escrita, el descrédito de proteger congresistas a cambio de sus votos y un largo etcétera.
2 FP y APP
3 AP y el APRA
4 Continuidad del flujo de dinero estatal hacia su facturación y temor fundado a procesos penales merecidos.
5 Recordemos el escándalo del BCCI