Rocío Valverde

Conversaciones frustradas

La polémica del Brexit en Reino Unido

Conversaciones frustradas
Rocío Valverde
13 de mayo del 2019

 

“Le pregunté a un amigo si estaba bien, si sus hijos estaban trabajando. Si acaso no habían recibido ellos una gran educación y había sido capaz de comprar la casa que el Gobierno le otorgó como vivienda social. Entonces le pregunté por qué no quería ese futuro para sus nietos. Conversamos mucho. He sido siempre un obrero, no tengo títulos universitarios como ustedes, pero tengo la capacidad de debatir, dudar y hacer preguntas.” Nos contaba hoy un jubilado amigo de la familia que sigue desconcertado al ver cómo los ciudadanos del Reino Unido han ensordecido y continúan hiriéndose en una guerra en la que todos están destinados a perder.

Brexit es ahora un tema rabiosamente emocional porque los políticos han logrado ahondar la división entre el norte y el sur poniéndose etiquetas. La élite contra los chicos de la cuadra, el liberalismo versus la extrema derecha, los manipulables ignorantes contra los llorones perdedores. En marzo el escritor Will Self dijo en un programa de la BBC que todos los racistas y antisemitas votarían por el Brexit, mientras que el pasado noviembre la primera ministra Theresa May catalogó a los europeos como unos colones. Alguien dijo que el que esté libre de pecado lance la primera piedra y, creyéndose todos impolutos, se mataron a pedradas.

La palabra clave es el debate. Aquel par de amigos obreros, uno remainer y el otro brexiteer, pudieron debatir sin tener como meta principal quitarse la razón, y eso tiene mérito. Ese milagro de discrepar sin crear conflicto no se repite en toda la isla. Conozco familias y amistades que se han distanciado por esta causa. ¡Cuántas conversaciones frustradas!

Se pudo haber discutido el concepto de ciudadanía cuando la primera ministra británica dijo que si crees ser un ciudadano del mundo entonces eres ciudadano de ningún lugar. Afirmó que si te encuentras en ese grupo ni siquiera entiendes lo que significa la palabra ciudadanía. Tono y palabras inflamatorias en un país formado por cuatro naciones que hondean una bandera distinta en los partidos de fútbol. En el 2014 tan solo el 55% de Escocia votó a favor de seguir formando parte del Reino Unido, y en el 2016 el 62% votó para que el Reino Unido permaneciera en la Unión Europea. No logro entender por qué con esas figuras decidió incendiar la pradera sabiendo que una chispita era suficiente.

El tema Brexit es sinónimo de discusiones infructíferas y terapia grupal, que consiste en poner verdes a quien se encuentre en las antípodas. Hasta el mínimo traspié crea problemas. No llames Europa a lo que es Europa continental mainland o puede que un remainer te increpe que has decidido saltar del barco, al diferenciar al Reino Unido del resto del continente. A un brexiteer no le menciones la palabra desinformación porque parece haberse vuelto sinónimo de analfabetismo. Así siguen por aquí, caminando con cautela, evitándose y desarrollando sordera. Quedan cinco meses.

Este amigo jubilado me dijo que el síntoma más evidente del tapón de cera que se ha formado en el Reino Unido era que que ni siquiera se discutía entre la gente el impacto económico que va a tener la guerra comercial entre China y Estados Unidos. ¿Y en el Perú? Creo que seguiremos discutiendo cómo la lucha contra la corrupción, la reforma política y cualquier otro populismo barato será la inmediata solución a todos nuestros males. Nosotros, aunque parecemos formar parte de un continente, no somos más que una islita.

 

Rocío Valverde
13 de mayo del 2019

NOTICIAS RELACIONADAS >

El zumbido

Columnas

El zumbido

¿Es un avión?, ¿un enjambre de abejas, ¿un...

03 de febrero
Otro coronavirus llega desde Asia

Columnas

Otro coronavirus llega desde Asia

El año 2019 culminó con la noticia de una misteriosa enf...

27 de enero
Veganuary

Columnas

Veganuary

Los noticieros de estas semanas, las primeras del año 2020, me ...

12 de enero

COMENTARIOS