Berit Knudsen
Choque entre política y mercados financieros
Los mercados financieros actúan como termómetros ante los cambios políticos y económicos

Donald Trump ha llegado a su segundo mandato sacudiendo a Estados Unidos y el mundo con políticas proteccionistas, estrategias transaccionales, reformas impositivas y una postura internacional confrontacionista para elevar la autosuficiencia del país. En este escenario, los mercados financieros, sensibles a indicadores económicos, políticas monetarias y resultados corporativos, también reaccionan ante eventos políticos, geopolíticos y factores globales reflejando volatilidad ante la incertidumbre.
Los mercados financieros actúan como termómetros sensibles ante cambios políticos y económicos, reaccionando a variaciones inesperadas, mostrando correcciones ante síntomas de mejoría. El índice VIX, conocido como el "indicador del miedo", se creó en Chicago (1993) para medir la volatilidad de los mercados. Un aumento del VIX señala incertidumbre sobre el futuro económico, indicando que los inversionistas anticipan movimientos bruscos y reorientan sus inversiones hacia activos más seguros o refugios financieros como el oro. Desde la victoria de Trump en noviembre, el VIX pasó de la estabilidad en torno a 14 puntos a superar los 29 puntos en marzo ante temores de una recesión autoinducida. Trump describe la desaceleración como “periodo de transición”, aunque los mercados temen que las tensiones comerciales y geopolíticas deriven en recesión.
El VIX se alimenta de expectativas sobre políticas económicas, impacto de los aranceles y acciones de la Reserva Federal en temas monetarios. Así, especialistas financieros interpretan la estrategia económica de Trump como una paradoja: provocar una recesión para fortalecer la economía. El cálculo político y financiero sería mejorar la posición de Estados Unidos en el comercio global, estabilizando la estructura fiscal de largo plazo.
El mecanismo parece ser enfriar la economía para frenar la inflación con menor demanda, menos empleo y desaceleración controlada, ayudando a bajar precios. Ello aumentaría la presión sobre la Reserva Federal para evaluar una reducción de tasas de interés; aunque podría retrasarse la decisión si la inflación persiste. Además, permitiría refinanciar la deuda pública a un menor costo.
Paralelamente, los aranceles buscan fortalecer la producción interna y reducir la dependencia de importaciones. Aunque pueda encarecer productos y generar inflación en el corto plazo, la recesión actuaría como freno evitando descontrol en los precios. Pero si la inflación persiste o la confianza empresarial se deteriora demasiado, la Fed podría no bajar tasas, dificultando la recuperación. En cuanto al dólar, su comportamiento dependerá de la confianza global; pero un dólar bajo ayudaría a las exportaciones con precios competitivos.
El riesgo es una recesión fuera de control que retrasaría la recuperación golpeando la economía más de lo esperado. Si la estrategia se ejecuta con precisión, podría facilitar un ajuste fiscal y comercial, pero el éxito dependerá de la rapidez con que los mercados y el consumo se recuperen. La expectativa es consolidar una era de crecimiento con menor deuda, menor inflación y una posición comercial fuerte.
En el corto plazo, el precio del oro y la demanda de bonos de largo plazo aumentan, reflejando temores ante una posible desaceleración prolongada o posibles shocks comerciales, con inversionistas minimizando riesgos.
Trump genera incertidumbre en los mercados financieros. Sus políticas proteccionistas, intentos por inducir una recesión controlada y enfoque transaccional en las relaciones internacionales generan reacciones en las bolsas de valores con inversores refugiándose en activos seguros y preocupante volatilidad. En este contexto, el VIX es un indicador clave para medir el sentimiento del mercado, anticipar la dirección de la economía estadounidense y las repercusiones globales. La gran duda será saber si Trump logrará éxitos con su estrategia o si la incertidumbre dominará los mercados.
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