Brisita no, huracán bolivariano

Hoy ante nuestros ojos se están dando una serie de preocupantes eventos. Preocupantes no solo por la irracionalidad con la que se han manifestado, sino porque además nos hacen pensar en qué es lo que está sucediendo detrás, porque francamente es muy difícil creer que situaciones tan similares no tengan relación entre ellas. Sudamérica está en llamas, sumida en una serie de graves conflictos sociales y políticos, que pueden llevar a nuestros países al más completo caos.

Lo más resaltante es que es la izquierda la que promueve estas escaladas de violencia y anarquía. O como en nuestro país, la que copa las instituciones para manejar todo el aparato político, judicial y propagandístico para alimentar así al pueblo con un odio visceral que después se transforma en muerte y destrucción, como hemos visto en Chile y Ecuador.

Ante estos eventos, no podemos perder de vista las "casualidades", como por ejemplo la reunión del llamado Grupo de Puebla, un bloque socialista conformado por los líderes de izquierda de la región, varios de los cuales enfrentaron o enfrentan graves procesos por corrupción, principalmente asociados a Odebrecht. Dicha reunión se dio solo unos días antes de que empezaran las crisis y los conflictos en estos países.

Este nuevo bloque busca continuar la sinuosa y peligrosa línea del Foro de Sao Paulo y, por ende, se enfrenta directamente al Grupo de Lima y a las democracias de la región. Son estas últimas las que luchan contra la dictadura de Venezuela que el Grupo de Puebla protege y avala, algo que quedó demostrado luego de conocer uno de los acuerdos de esta reunión, que fue precisamente defender la llamada "revolución bolivariana". Es clara la intención de desestabilización de los gobiernos que no son afines al Socialismo. Maduro incluso ha saludado con emoción que los planes del Foro de Sao Paulo estén teniendo éxito y eso pone en evidencia, aún más, la alianza que encarnan.

Pero ¿por qué es peligroso que estos bloques "progresistas" tomen el control? Principalmente porque sabemos que no respetan la democracia, estamos hablando de gobiernos que se enquistarían en el poder sin que puedan ser removidos. A pesar de que se disfracen de legalidad –como está sucediendo en el Perú– en realidad son una dictadura que no respeta las decisiones del pueblo, tal y como estamos viendo con las elecciones de Bolivia en las que ya se acusa de fraude a Evo Morales, quien espera sumar su cuarto gobierno consecutivo.

Otro problema es el manejo económico, pues es bien sabido que estos grupos socialistas, no comulgan con el libre mercado que genera riquezas. Prefieren manejar la economía a su antojo, principalmente con un Estado proveedor, lleno de subsidios y de colectivismos que no alimentan la competencia y que reparten –supuestamente– la riqueza entre todos los habitantes, algo que a la larga solo empobrece a los países que equivocadamente siguen estos modelos. Sin mencionar por supuesto que los entronizados dictadores y quienes los ayudan a repartir las riquezas son los que se quedan con la mejor parte y se vuelven millonarios. A todo esto hay que sumar el recorte de las libertades en todos los aspectos posibles, ya que si el Estado es el dueño absoluto y lo controla todo, nadie puede pensar diferente ni defender lo que vaya en contra del status quo.

El acecho al Perú no es solo doméstico, también es internacional. Tenemos que darnos cuenta de eso para poner manos a la obra y apoyar las iniciativas que realmente defiendan nuestra soberanía y nuestra patria. El tiempo es ahora, no esperemos que sea tarde.