Cecilia Bákula

Bicentenario: que la desesperanza no nos impida reflexionar

El futuro lo construimos quienes hoy somos el presente

Bicentenario: que la desesperanza no nos impida reflexionar
Cecilia Bákula
20 de septiembre del 2020


Conforme nos vamos acercando al recuerdo de los hechos que dieron lugar a la llegada de San Martín a Lima –como, por ejemplo, el desembarco en Paracas o las frustradas conversaciones en Miraflores– nos percatamos de que estamos a un paso de recordar el bicentenario de la proclamación de nuestra independencia. No obstante, tendemos a encajonar los hechos y los recuerdos entre límites muy estrechos y, como nos los repiten cada cierto tiempo, se afianzan como verdades absolutas.

En estos tiempos la incoherencia de muchas autoridades, las inconductas, la crisis sanitaria tan mal manejada, la pobreza creciente y la carencia de valores parecieran ser los filtros a través de los que se nos quiere hacer ver el panorama de nuestra vida como necesariamente sombrío, necesariamente caótico, para desmotivar la reflexión. Pienso, a veces, que son esas “fuerzas ocultas” que se mueven en la sociedad con hilos de poderosos titiriteros, que prefieren el sentimiento de zozobra antes que el festivo y, cual dominadores perversos, desean hundir a la comunidad nacional en la tristeza y la desesperanza.

No dudo de que los ejemplos de conducta de muchas autoridades son lamentables, pero al lado de esos casos, hay vidas luminosas, heroicas, santas, positivas y aún estando muchas de ellas en el anonimato, han aportado positivamente al espíritu de los peruanos. Y con ellos, nuestra historia y nuestra existencia es rescatable. La historia de cada pueblo, se hace en el momento en que vivimos, con la impronta que dejamos y no podemos dejar que esos pesares, por gigantescos que asomen, ahoguen el derecho al futuro diferente que todos los peruanos merecemos.

La realidad que vivió el Perú hace ya casi 200 años la hemos visto como una película que no nos han dejado analizar. Y más bien gustan de que valoremos esos hechos haciéndonos ver que los conflictos iniciales de nuestra vida republicana se han asentado en nuestra manera de ser y que como somos “así”: nuestro futuro es sombrío y ya determinado al fracaso. ¡Cuántos hay que se esmeran en subrayar solo lo difícil y negativo de nuestros primeros años, para infundir la idea de que somos un pueblo “no logrado” y se siguen esforzando por clavar esa realidad equivocada en el alma de cada uno, pues saben que un pueblo al sentirse abatido es más dúctil y dócil y no ofrece resistencia a los hilos de los titiriteros del mal. ¡Y vaya que sí los hay!

Si pensamos, por ejemplo, que uno de nuestros gravísimos problemas, quizá el mayor de todos, es el bajo nivel educativo de nuestra gente, nos quedamos solo en mirar ese problema sin actuar para trastocar esa realidad. Si en un comienzo las rivalidades sociales y de clases llevaron a la nueva sociedad a vivir con rencillas, diferencias, odios y distancias, porque los intereses eran diametralmente opuestos, ¿qué hemos hecho para construir sentimiento de unidad, de peruanidad y de estancado crecimiento de la educación? ¿Es que acaso no es más fácil dominar a un pueblo ignorante y desunido? Si surgimos a la vida republicana sin convicciones democráticas, no es acaso válido preguntar ¿qué hemos hecho en estos 200 años para revertir esa historia?

Quedarnos solo en el análisis barato, superficial y repetitivo del proceso emancipador es empobrecer nuestra historia y encadenar el futuro a límites de real opresión y subdesarrollo. Los peruanos debemos comprender que somos una sociedad joven, y que está aún por construirse el futuro diferente que quizá nuestra generación no vea. Pero no por ello debemos dejar de trabajar en ese propósito.

Es en esa situación de sumisión histórica que soportamos, en la que nos han convencido que no tenemos más derechos que aceptar esas condiciones “naturales”. Y ello es porque, por malas decisiones colectivas, nos hemos impuesto gobernantes que han hecho del servicio al país una pillería grotesca, y que han visto al Estado como un botín de guerra al que se accede para repartir ganancias, prebendas y privilegios.

En el momento actual, los peruanos no nos vemos reflejados en las autoridades. Y ese deterioro, sin duda alguna, pervierte la voluntad y el compromiso que muchos deberían tener para salir de la zona de confort y apostar por el auténtico servicio. ¿Cómo le vamos a reconocer autoridad a quien ha envilecido la majestad de ser autoridad y gobernante? Pero este hoy, que nos frustra y entristece, no debe ser la única percepción de nuestra realidad porque, aunque la dignidad de algunos cargos haya sido golpeada y la percepción colectiva sea de desconcierto y desazón, el futuro lo construimos quienes hoy somos el presente y no debemos dejar que nos sometan los titiriteros del mal.

Es urgente consolidar una idea común de futuro, aunque implique renuncias. Es urgente generar consensos para que todos sintamos aquello que hemos repetido muchas veces: “la unión hace la fuerza”. Es urgente mostrar a la juventud la faceta hermosa del servicio honesto, de la entrega y de la esperanza. Lejos deben quedar los pigmeos caudillos con complejo de mesías, para dar paso a quienes han forjado ya una vida proba y cuentan con la experiencia necesaria para intentar revertir, aunque tome tiempo, esta historia, que cual pesadilla nos somete a la desesperanza.

Todo el Estado debe ser puesto bajo la lupa de un cambio renovador. Y uso la palabra “todo” porque no quisiera que haya estamento, poder, sistema que sea excluido de la urgencia de un renacimiento. Los lastres administrativos, unidos a la crisis de valores, han de ser superados radicalmente porque el Perú tiene futuro. Y para que amanezca ese mañana de luminosa esperanza es vital cortar los hilos de los titiriteros del mal.

¡Libertad y esperanza, compromiso y acción! Desterremos el temor y sepamos que de cada uno de nosotros depende ese futuro que debemos construir hoy.

Cecilia Bákula
20 de septiembre del 2020

NOTICIAS RELACIONADAS >

La lenta agonía del Archivo General de la Nación

Columnas

La lenta agonía del Archivo General de la Nación

La crítica y realmente desesperada situación que vive el...

29 de abril
Dina Boluarte y las acciones inoportunas

Columnas

Dina Boluarte y las acciones inoportunas

Diversos medios de comunicación han informado de un nuevo esc&a...

22 de abril
Gratitud hacia un pastor

Columnas

Gratitud hacia un pastor

Estas palabras están destinadas a comentar mi experiencia como ...

15 de abril

COMENTARIOS