Arte, cultura, religión, educación y tributación

Como es de público conocimiento, una gran protesta de diversos sectores de la ciudadanía, han logrado que la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) suspenda un festival de artes escénicos en que se iba a exhibir una supuesta obra de tal naturaleza denominada “María Maricón”.

A nuestro juicio este asunto tiene varias aristas que deben ser analizadas. Una primera y sin que sea la más importante es la artística: la autoridad universitaria considera como ella a algo que no lo es. No toda obra llevada al escenario puede ser tildada como arte, si es que no reúne los requisitos para serlo.

Por otro lado, la obra en cuestión desdeña, menosprecia y en realidad constituye una burla de los símbolos religiosos más preciados de la cristiandad, que ofende gravemente a quienes profesamos cualesquiera de las iglesias que la componen.

La ofensa alcanza mucha mayor gravedad cuando proviene de una universidad que en su denominación lleva el nombre de Pontificia y Católica (aunque ha dejado en los hechos de serlo) y, que entre sus autoridades hay religiosos, incluso el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, es el Gran Canciller de ese centro de estudios.

Si bien es cierto que la citada Universidad se ha disculpado, habiéndose además emitido comunicados con enojo de la Conferencia Episcopal Peruana y del Gran Canciller de la PUCP, ello no garantiza que en el futuro se pueda volver a ofender a los creyentes cristianos.

Lo que es inaudito es que ni las autoridades del Estado ni las de la PUCP (hasta ahora ese es su nombre) hayan tenido en cuenta que el artículo 50 de la Constitución Política del Perú  determina que “Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú y le presta su colaboración…”. La colaboración del Estado debe ser real y, a través del Ministerio de Cultura debió poner especial cuidado al calificar como “espectáculo público cultural” a la criticada obra a la que nos referimos.

Es verdad que el Ministerio de Cultura también ha manifestado sus disculpas, pero ello no basta.  Es necesario revisar nuestra normatividad legal a fin de determinar si es pertinente que los espectáculos públicos que se califican como culturales por el Ministerio competente, deben seguir gozando de dicha calificación, la que les otorga el derecho a exoneración tributaria respecto de los impuestos que afectan a los espectáculos.

El Ministerio de Cultura también entrega subvenciones a obras cinematográficas producidas en nuestro país, pero varias veces se ha observado que carecen de la calidad deseada y encima ni siquiera tienen número importante de espectadores.  Por lo general están muy poco tiempo en las salas cinematográficas y lo peor, como repetimos, con orfandad de espectadores.

No es suficiente exigir mayor celo a las autoridades del Sector Cultura, a nuestro juicio se requiere derogar las exoneraciones tributarias y subvenciones mencionadas. El país tiene que atender principalmente  salud, educación, seguridad e infraestructura y cada vez que a algunos contribuyentes se les exonera de sus obligaciones o se les entrega subvenciones, en la práctica se están retirando fondos que deberían cubrir en parte los pendientes aludidos.

Para terminar un buen amigo mencionó que el nombre de la obra en cuestión no debería ser “María Maricón” sino “Diablo evasor”.