Cecilia Bákula

Archivo General de la Nación: un tema aún pendiente

El nuevo lugar elegido es deleznable para los fines de conservación

Archivo General de la Nación: un tema aún pendiente
Cecilia Bákula
08 de julio del 2024


El tres de julio, hace tan solo unos días, se reunió una vez más la Comisión de Cultura del Congreso para tratar nuevamente el álgido tema del pretendido traslado de más de 150 millones de documentos del local actual del Archivo General de la Nación (AGN) a un nuevo lugar. Pero este nuevo espacio, en el Callao carece de todas las condiciones apropiadas, de las mínimas requeridas para conservar un patrimonio de tan alto valor, muy cercano al mar y a áreas de contaminación.

No obstante las reiteradas alarmas, las voces de protesta, los cuestionamientos que se han escuchado, el aporte de la prensa responsable y de los investigadores, pareciera que hay una cerrazón en quienes, bajo una pretendida acción legal, buscan desalojar al AGN y aquellos a quienes esos documento les importan e interesan poco. En cualquier caso, las autoridades de turno, que no son necesariamente técnicos en el tema ni mucho menos empáticos responsables, pretenden marcar una línea de acción equivocada y lacerante, aunque sea contra viento y marea.

En la mencionada reunión, las exposiciones de quienes conocen la realidad e importancia del acervo documental sembraron una duda mayor y muy importante en los congresistas que integran la Comisión de Cultura, quienes esperamos que actúen para detener ese arbitrario, innecesario, obligado y desastroso traslado. Puedo entender que desde el punto de vista legal, el espacio que ahora ocupa el acervo documental en cuestión debería (digo en condicional) ser usado por quienes pertenecen al sector justicia, pero los documentos de nuestra historia, están y deben estar más allá de cualquier pretensión temporal y circunstancial o enmarcada en legalismos del momento.

Es innegable que el Perú, cuna de civilización y poseedor de una historia riquísima merece tener, como los países que se respetan y que honran su memoria y valoran su pasado, un espacio digno para albergar con cuidado técnico y cariño aquellos documentos que permiten escribir y conocer su pasado. Es innegable que ha habido demora en la toma de decisiones respecto a la construcción y/o habilitación de ese espacio adecuado; es evidente que hay responsabilidad por dolo, acción y omisión en muchas autoridades que han hecho caso omiso a sus obligaciones; pero de ahí a que se proceda a un “lanzamiento” de más de 150 millones de documentos, hay una gran distancia y una voluntad de lesa cultura que es indispensable contener.

Ser investigador y amante de los archivos; ser archivero y conocedor de ellos es un oficio que se asocia no solo con lo técnico sino con la pasión por el saber, por cuidar, por difundir; por despertar el amor a lo propio y por identificar aquello que nos permite, día a día, construir nuestra propia identidad. En ese sentido, defender al AGN hoy, no es aprobar una flaca y deficiente gestión administrativa; muy por el contrario es proteger aquello que, en documentos, nos pertenece, nos identifica, nos da identidad. Y es por ello que se levantan voces para que, de una vez y con dignidad, se construya ese espacio idóneo, indispensable y necesario para que haya un traslado técnico, cuidado y responsable que concluya, no con documentos en un depósito como si de trastos viejos e inservibles se tratara, sino con el respeto que nuestra historia merece.

Es necesario conocer el AGN; es indispensable protegerlo y es una obligación nacional defenderlo. Por ello, cualquier traslado solo podría darse si es que se concluye el inventario íntegro y total del acervo documental y si se cuenta previamente con el espacio que técnicamente se requiere. No son papeles en cajas, no son papeles de desecho, no son papeles inservibles: son tesoros que conservan nuestra memoria, nuestro pasado inmediato, nuestro futuro.

Dicen los técnicos en la materia que los peores enemigos de los archivos son los incendios y las mudanzas; quizá ahora deberíamos añadir la indolencia y la falta de compromiso responsable de quienes pretenden que se lleve a un lugar húmedo, inadecuado, inaccesible, contaminado y ajeno a toda modernidad, ese pasado que muchos queremos rescatar, proteger y conservar. No solo el lugar elegido es deleznable para los fines de conservación; implica un altísimo costo monetario además de la casi garantizada pérdida de documentos. Hoy, las autoridades se rasgan las vestiduras, encuentran pretextos, aluden argumentos pero nada de ello tiene suficiente solvencia como para seguir insistiendo en un traslado de muerte. Si el sector justicia debe esperar por sus ambientes, que espere y que el sector cultura actúe con diligencia y proactividad en defensa de aquello que le corresponde: proteger el patrimonio documental. Pareciera que es un tema de “dignidades personales” de no dar el brazo a torcer respecto a decisiones equivocadas y que lamentaremos o que, lamentarán quienes tengan que dar cuentas de sus actos contradictorios y negativos.

Este año que celebramos el bicentenario de las gloriosas gestas de Junín y Ayacucho, bien podemos regalarle a nuestra conciencia histórica un poco de respeto y empatía a través del cuidado del patrimonio documental de nuestra Nación.

Cecilia Bákula
08 de julio del 2024

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