Rocío Valverde

Animales de la ciudad

Aves, mamíferos y reptiles conforman la fauna urbana europea

Animales de la ciudad
Rocío Valverde
17 de marzo del 2019

 

Mi suegra es una Pocahontas moderna que vive rodeada de animales. En los meses más duros del invierno, su jardín se llena de erizos, ardillas, palomas, cuervos, gorriones, zorzales y algún que otro búho. Cuando el comensal misterioso de la noche llega a la posada puede elegir qué cenar, entre varias cajitas de comida que cuelgan de los naranjos y manzanos. Algunas contienen nueces, otras semillas de girasol; pero la cajita más visitada es la que está llena de gusanos. Los huéspedes temporales le darían la más alta calificación a este bien conservado jardín con pileta incluida si cambiaran la música de fondo. Los perros siempre ladran como si nunca hubieran visto a una ardilla columpiarse de un árbol.

Hace poco me di cuenta de que este restaurante nocturno se había convertido en un bed&breakfast. Unos golpes en la pared del desván sobre las 7:30 de la mañana me hicieron saber que al menos un ave había elegido formar su nido en la clausurada chimenea, con el consentimiento de mi suegra. Me cuenta que a las aves les gusta armar sus nidos con el pelaje de la border collie de la casa. Es un acuerdo silencioso: las aves dejan el jardín impecable y ella les da posada en su techo.

Siempre me parece increíble cómo algunos animales se han adaptado a la vida en las ciudades: han cambiado sus horas de alimentación, su fuente de alimentación y su comportamiento ante la presencia de los humanos. Más de una vez me he tenido que cambiar de vereda porque había un cuervo que se negaba a moverse, porque han perdido el miedo a los humanos. Siempre recuerdo que un episodio de la serie “Life of birds”, de David Attenborough, mostraron cómo un grupo de cuervos de la ciudad japonesa de Sendai habían encontrado que la manera más eficiente de abrir nueces especialmente difíciles era lanzándolas sobre el sendero peatonal. De este modo los carros las abrían al pasar sobre ellas, y los cuervos solo tenían que esperar pacientemente junto a los peatones a que las luces del semáforo detuvieran el tránsito para recoger los trozos de nuez, sin perder una sola pluma en el proceso.

Cuando pensamos en el término “fauna silvestre urbana” usualmente visualizamos aves y pequeños mamíferos y reptiles. En Alemania e Italia se están acostumbrando a avistar jabalíes rondando sus calles en busca de alimento, mientras que en Estados Unidos saben que deben aprender a convivir con el coyote. En Inglaterra aún cuesta acostumbrarse a los tejones, porque los agricultores los asocian con la tuberculosis bovina y un gran número aparecen muertos en la carretera, misteriosamente, sin haber sido arrollados ¿Qué otros animales se acercarán a nuestros asentamientos?

Si bien cada vez que visito a mi suegra me es impactante descubrir qué misterioso huésped ha logrado hacerse de una vida en nuestras junglas de cemento, pienso también en la severa presión del hombre que ha obligado a estos animales a graduarse de la calle. No todos lograrán adaptarse a la ciudad, por mucho que lo intenten.

 

Rocío Valverde
17 de marzo del 2019

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