¿A quién le importa de verdad el medio ambiente?

"Crecimos en tiempos distintos. A mi me compraban ropa tres veces al año. Una muda para Navidad, una para el cumpleaños y una para Fiestas Patrias. Esas eran todas las prendas que teníamos para el año. Ah, y dos pares de zapatos" - me decía mi abuela mientras yo hacía un desfile con toda la ropa que sacaba de la maleta que había traído tan solo para un mes de vacaciones.

Quien ve el closet de mi abuela se da cuenta de que tiene sacos y vestidos que ha guardado por décadas. "Si hasta las hombreras volvieron, ¿por qué no han de volver las mangas abombadas?", me regaló esa pepita de sabiduría por el año 2009, y la escuché. De esa forma empecé a guardar sacos de las dos últimas décadas. Ví al tweed, los pantalones acampanados e incluso al tie-dye retornar a todos los centros comerciales.

Hace unos años únicamente nos preocupaba si la ropa que comprábamos era producida éticamente. ¿Estas zapatillas no habrán sido hechas por niños vietnamitas en algún sótano abandonado, verdad? ¿Fue hecho en China? Pues ahora la nueva tendencia ética es hacerle frente a la contaminante "moda rápida", el primo hermano textil de la hamburguesa de cinco soles que puedes comprar de payaso o de un rey.

De acuerdo al reporte emitido por Oxfam este mes de agosto solamente en el Reino Unido se compran más de dos toneladas de ropa cada minuto. La industria de la moda produce el 10% de las emisiones de carbono y, de acuerdo a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC ), es la industria más contaminante, luego de la aeronáutica y marítima. 

Muchos hablan de lo difícil que es dejar de comer carne y consumir plástico. Todos vimos como el globo entero se horrorizó por las quemadas haciéndolo el tema de todas las conversaciones por una semana. Los más entusiastas, los que encabezan la rebelión contra la extinción son los que más consumen fast fashion. Por fin tenemos una buena noticia para el planeta, pues dejar de comprar ropa está alcance de todos los bolsillos, sobre todo el de los jóvenes que ya lo agradecerían.

La moda rápida tiñe y contamina ríos, y llena el mar de microplásticos. Se talan cien millones de árboles por año para producir ese 70% de rayón que forma parte de tu camiseta favorita. ¿Quién había escuchado de Boohoo hace 10 años? Yo me enteré de su existencia por el 2011, pero en ese instante no amenazaba con comprar toda la industria. Las últimas marcas en caer han sido Karen Millen y Coast. Al volver de vacaciones vi que ambas tenían ventas de liquidación, sus tiendas físicas desaparecieron en menos de una semana. En el futuro solamente se venderá por Internet de la mano de algunas influencers. ¿Qué le ocurrirá a la calidad que distinguía a estas dos marcas? Desde luego yo nunca lo sabré.