Eduardo Zapata
A, E, I, O, U: en busca de la “cartilla” perdida
Aprender a ´leer´ más rápido no asegura la comprensión lectora

Que los niños y jóvenes peruanos parecen no acceder a niveles satisfactorios de lectura se está convirtiendo en un peligroso lugar común. Desde hace un buen tiempo ya, esta comprobación se repite en cuanto evento educativo da lugar para ello. Pero poco hacemos realmente por buscar el por qué, más allá de la desigualdad, la pobreza, la inequidad y las brechas.
Todas las mediciones oficiales –pero sobre todo la comprobación cotidiana– nos señalan que la comprensión de textos es un bien escaso. Lo dicen nuestra ubicación en la prueba PISA y las evaluaciones propias del Minedu. Y como si esas pruebas fuesen insuficientes basta escuchar a muchos líderes o lideresas de hablar ininterrumpido; que evidencian que el hablar no tiene la pausa del pensamiento. Y que entonces hay poca comprensión lectora como sustrato.
El reto y la formulación del antídoto a esta falencia deberíamos formalizarlo hoy. Porque nuestros jovencitos pronto accederán a las universidades. Y en cinco o seis años algunos trabajarán en el sector público. Con lo que ello conlleva precisamente respecto a la formulación de políticas públicas. Si hoy no estamos bien en comprensión lectora, ¿cómo estaremos en brevísimos años? ¿Y cómo funcionaría nuestro Estado?
Leer en voz alta en una sociedad desalfabetizada es una manera de hacer pervivir las pertinencias oportunas del lenguaje. Y el hecho de vivir en una sociedad desalfabetizada quiere decir que dichas pertinencias –fundamentalmente por ignorancia cultural y malas prácticas metodológicas– se van esfumando.
Es más que claro que el método pretendidamente inductor de la alfabetización –aquel basado en frases, oraciones y textos– no ha dado resultados. Aprender a ´leer´ más rápido no aseguraba ni asegura comprensión lectora. A lo más conducía a ´lecturas veloces´ y ulteriores hablares ininterrumpidos, paporreteos y superficiales repeticiones y recitaciones de consignas.
Cierto es que con el ´obsoleto´ método de A-E-I-O-U se retrasaba el supuesto acceso al mundo de la lectura. Papá y mamá tardaban un poco en gratificarse cuando su niño escribía las palabras papá o mamá. Ahora esa gratificación ciertamente es más inmediata porque las criaturas aprenden rápido a ´dibujar´ esas palabras. Pero con el grave pasivo de perder de vista que las palabras están compuestas de unidades menores.
Ante la realidad es indispensable revisar metodologías. Precisamente para rescatar pertinencias del lenguaje y asegurar así lecturas comprensivas. Leer en voz alta es una buena herramienta para ello.
¿El logro de nuestra educación será solo subir unos puestitos en PISA? Educativa y culturalmente eso sería caer en la inercia mediocre que se está haciendo lugar común. Pero no subiremos realmente puntos si no propiciamos en los niños la identificación de unidades menores de la lengua. Pues a partir de ello y solo a partir de ello podemos codificar y decodificar con solvencia unidades mayores.
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