LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Universidad y sociedad abierta
¿El responsable de la debacle de la educación superior acreditará la calidad?
La gestión del ministro Jaime Saavedra al frente de Educación ha concitado los más encendidos elogios y consensos del país en cuanto a la reforma meritocrática de la escuela pública. Todos los peruanos de buena voluntad cierran filas en torno a ese objetivo que favorece, sobre todo, a los niños más pobres. Sin embargo, empieza a llamar poderosamente la atención el tratamiento de la educación superior.
Si bien la nueva ley universitaria que crea la Superintendencia Nacional de Educación Superior (SUNEDU) fue bastante morigerada en sus primeras intenciones, porque las universidades societarias (privadas) seguirán teniendo los mismos beneficios tributarios que las asociativas (las llamadas “sin fines de lucro”) en caso de reinvertir utilidades, es evidente que el tema de la autonomía continuará siendo espinoso.
Pero lo que llama la atención es la manera cómo se pretende aprobar un nuevo sistema de acreditación que cuestiona más de 3 mil procesos de universidades, escuelas, e institutos. Luego de 8 años de vigencia del Sistema Nacional de Acreditación (SINEACE), cuando ya se había elaborado estándares de calidad y el sistema comenzaba a despegar, el Minedu forcejea para aprobar un nuevo modelo que otorga todo el poder al burócrata y niega la consulta a los actores.
Si las cosas se pueden hacer de otra manera, ¿por qué una reforma meritocrática de la escuela pública que cohesiona al país y un intento de reformar la educación superior que divide a los peruanos? La luz y la sombra en un mismo ministerio.
El primer proyecto del Sunedu nació en la Universidad Católica con la clara intención de eliminar los beneficios tributarios para las universidades privadas de excelencia que ofrecen buena educación a precios accesibles para los sectores emergentes. A nuestro entender se quiso eliminar la competencia, pero no se pudo. Ahora se trata de golpear la acreditación cuando los procesos en curso iban a dejar fuera de carrera a las malas universidades.
Los lectores se preguntarán, ¿por qué razón los editoriales de El Montonero tienen tanto interés en el tema? Por una razón muy simple: queremos construir una sociedad abierta en el que todos los criterios y modelos de universidad florezcan.
Nos parece bien que la Católica se haya convertido en La Meca de la izquierda y, en la práctica, en el soporte de los diversos relatos que se construyen contra la economía de mercado: fin del “superciclo de los commodities”, modelo primario exportador, minería versus medio ambiente, los diversos relatos sobre la violencia de los ochenta u otros tópicos que ahora son las columnas de la ideología de izquierda. Nos parece bien. Las universidades, los think thanks y los actores políticos y civiles son parte de las diferencias ideológicas en las sociedades libres.
Pero lo que nos parece demasiado mal es que se trate de usar al Estado para favorecer un “modelo de universidad” y ahogar a otras propuestas con el relato de que el principal responsable de la debacle de la educación superior acreditará la calidad a través de sus burócratas. Eso no puede pasar y menos intentar aprobar una ley entre gallos y medianoche.
El ministro Saavedra debería entender que no puede ensombrecer la enorme obra que hace con la reforma meritocrática de la escuela pública con esa extraña voluntad de imponer el criterio de un solo modelo de universidad.
Por Víctor Andrés Ponce
12 – Jun – 2015
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