LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Tierra y Libertad y la violencia
¿Cuál es la relación partido de Marco Arana con la espiral violentista?
Los ataques con dinamita a una comisaría en Islay, los grupos paramilitares (“espartambos”) que controlaban puentes y carreteras y cobraban cupos a los agricultores y buses, ¿tienen algo que ver con Tierra y Libertad (TyL)? Creemos que no. El movimiento del señor Marco Arana expresa un ecologismo radical antimercado, pero definitivamente no tiene nada que ver con actos violentistas. Sin embargo, de aquí en adelante, TyL será emplazado políticamente por la violencia en los “conflictos socio ambientales” porque se ha convertido en la fuente de la narrativa antiminera, en el fierro y el cemento con que se alimenta la espiral violentista.
Antes una precisión. No parece que TyL sea estrictamente un movimiento político nacional. Todo indica que su participación en el 2016 solo busca representación parlamentaria para fortalecer las estrategias contra la inversión minera. Los objetivos y los planes de esta organización así parecen indicarlo. En realidad, TyL se asemeja a una organización creada para fortalecer la estrategia de la ONG. Por cada proyecto minero que se bloquea, crece la estrategia oenegera. Nada más.
Si analizamos cómo se desata la violencia en los conflictos socio- ambientales nos percataremos que hay tres razones: el fracaso del estado y los políticos, los errores de la empresa, y el fermento ideológico del radicalismo anti minero.
Sin la narrativa ambientalista que desarrolla TyL, el descontento contra cualquier inversión no desencadenaría la espiral de violencia que contemplamos. ¿Por qué? Un agricultor o cualquier ciudadano de una localidad adyacente a un proyecto minero pueden aceptar a regañadientes que se le excluya de los beneficios de la inversión, pero no que “se le quite el agua” o que “destruyan sus cultivos”, tal como rezan los psicosociales de Ty L. Los peruanos de buena voluntad sabemos que esos argumentos son falsos, mitos construidos, hechicerías de propaganda. Ni en Conga ni en Tía María hubo problemas ambientales. Si esto es así, ¿puede eludir Ty L su responsabilidad en la espiral violentista?
Salvando las distancias, en los años ochenta la izquierda solía despotricar de “la democracia burguesa” y se preparaba para demoler “el estado desde sus cimientos”. Si bien la izquierda legal siempre estuvo lejos del baño de sangre que desencadenó el senderismo nunca podrá eludir su responsabilidad histórica en ese capítulo triste de la historia del país. ¿Por qué? Porque la única explicación del salvajismo senderista fue el desarrollo de una “crítica ideológica” del sistema, de una narrativa que la izquierda legal también contribuyó a desarrollar.
Ahora que algunos sociólogos de izquierda señalan que la violencia pre insurreccional de Islay solo se explica por el fracaso del estado o el error de la compañía, vale recordar que otros sociólogos de ayer también decían que la violencia terrorista de los ochenta era hija de la exclusión histórica. Sin embargo, ni en Bolivia ni en Haití, países más pobres que el nuestro, se desató la vesania sangrienta que los peruanos observamos estupefactos.
Vale recordar que la pobreza no produce automáticamente violencia como suelen decir los marxistas. El pobre sobrevive con el día, no tiene tiempo para la insurrección. La narrativa y la ideología siempre engendran la violencia.
Por Víctor Andrés Ponce
25 – May – 2015
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