Los golpes contra García

El anti amenaza con sesgar primera ronda de la campaña electoral hacia el 2016.      

La reciente aprobación en el Congreso de tres informes de la llamada Megacomisión solo ratifica la voluntad de seguir golpeando la candidatura de Alan García hasta donde sea posible. Entre las curiosidades de esta Megacomisión está una “investigación” sobre desbalance patrimonial que establece que García no tiene desbalance alguno. Sin embargo, más allá de lo errático de los golpes, es evidente que por allí quedan algunos moretones políticos.

Si a esto le sumamos la campaña de los llamados narco-indultos y las intenciones de los medios anti apristas que tratan de vincular absurdamente el caso Oropeza con el partido de la estrella, los hematomas podrían convertirse en contusiones de consideración. Sin embargo García tiene un aliado soberbio: el anti-fujimorismo.

A medida que se acerque el cronograma electoral y ante la solidez de la candidatura de Keiko Fujimori y su casi seguro ingreso a la segunda vuelta, el terrible cáncer político del anti-fujimorismo, despertará las angustias de los militantes de este anti voto y es muy probable que los dones políticos de García lo conviertan en el candidato más formidable para enfrentar a la potencia naranja. Qué terrible que el análisis político tenga que detenerse en este anti que corresponde a las sociedades pre modernas o a aquellos territorios desangrados por el fundamentalismo.

Lo paradójico reside en que los golpes contra García, de una u otra manera, también están alimentados por el reconocimiento de que el espacio del anti-fujimorismo es ancho y ajeno. ¿A qué nos referimos? Los nacionalistas y los izquierdistas que alientan el anti alanismo también aceptan que la candidatura naranja aparece imbatible hasta la primera vuelta. De allí que se han propuesto eliminar, con todos los recursos habidos y por haber, la postulación de García, para evitar que se convierta en el candidato ideal para enfrentar el poder naranja.

El anti-fujimorismo podría sesgar la campaña hacia la primera ronda del 2016, en una competencia para definir quien se disputa el derecho a competir con el movimiento naranja, de allí la intensidad de los ataques y excomuniones. Lo ajeno del llamado espacio anti-fujimorista, pues, ha desencadenado tal cantidad de movimientos y estrategias que se podría hablar de una elección dentro otra elección.

Sin embargo, en medio de estos movimientos en el tablero, sorprende la relativa calma con que Keiko comienza a observar la dinámica del no fujimorismo. Si bien la lideresa naranja desarrolla una frenética visita a las provincias y organizaciones de bases, es evidente que semejante apuesta solo puede alcanzar para garantizar el pase a la segunda vuelta, pero no para ganar las elecciones nacionales.

Si el fujimorismo pretende triunfar en la elección tendría que desarrollar una estrategia que disuelva o debilite la densidad del anti-fujimorismo. El único camino es demostrando al universo no fujimorista que ha surgido un nuevo fujimorismo, tal como emergieron el Partido Popular del franquismo español y la derecha liberal chilena de la herencia pinochetista. Claro que el movimiento naranja ya acumula credenciales democráticas con la oposición democrática a los gobiernos de Toledo, García y Humala, pero los hechos nos indican que es insuficiente. Se necesita un gesto dramático y tomar el poder lo amerita. Ver para creer, se dice en la Biblia.

Por Víctor Andrés Ponce
22 - Abr - 2015