LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Los enemigos de Cateriano
Éxito político del PCM está hoy vinculado a una mejor relación con el Congreso.
El Presidente del Consejo de Ministros (PCM), Pedro Cateriano, debe haber sentido esta semana qué significa tratar de hacer buena política con un enemigo que dispara desde el interior de casa. A una semana de que el nuevo Gabinete se presente ante el Legislativo, el oficialismo soltó una denuncia contra un grupo de congresistas fujimoristas sobre el mal uso de pasajes. No obstante que se trataba de una práctica de diversas bancadas el objetivo era concentrar el golpe en la tienda naranja. La estrategia funcionó amplificada y horas antes del estreno del nuevo Consejo de Ministros todo parecía más que envenenado.
Una semana antes, Cateriano viajó a Arequipa y pechó a los radicales que se oponen al proyecto Tía María. Fernando Rospigliosi sostiene que en este viaje inapropiado para conseguir el voto de investidura algo tuvo que ver cierta malicia de la pareja presidencial. Luego de las víctimas fatales en el valle del Tambo, Cateriano ahora está enemistado con un sector de la izquierda legislativa. Ante esta ola de especulaciones, cuando el respaldo al nuevo Gabinete no parece garantizado, ¿cuál debe ser la conducta de la oposición?
No obstante que el nacionalismo también sangró otra herida, aprobando los tres endebles informes de la llamada Megacomisión, el viejo partido de Alfonso Ugarte, quizá evocando las mejores tradiciones políticas, ha decidido arriar banderas y otorgar el voto de confianza. A nuestro entender una conducta parecida debería asumir el fujimorismo. ¿Por qué?
Cuando Cateriano se reunió con Keiko Fujimori y Alan García cruzó un Rubicón que había establecido el propio Humala. El PCM usó adecuadamente la situación límite entre Ejecutivo y el Legislativo e hizo lo que parecía imposible. Algunos sostienen que semejantes gestos solo buscaban conseguir votos y otros que eran expresión de una voluntad democrática, pero, al margen de especulaciones, la oposición debe llevar al límite ese momento especial entre el oficialismo y la oposición con el objeto de aislar a los eternos rasputines oficialistas que cabalgaban sobre algunas fobias periodísticas.
De una u otra manera, el éxito político de Cateriano hoy aparece vinculado a una mejor relación entre Ejecutivo y Legislativo, a un aislamiento de los aprendices de Montesinos que pretenden armar y desarmar escenarios, pero, sobre todo, a un triunfo de los políticos en la coyuntura.
La buena política nos indica que se debe restablecer un clima de gobernabilidad mínimo para enfrentar el 2016. Si bien todos los peruanos de buena voluntad deberíamos estar interesados en garantizar la cuarta elección nacional sin interrupciones de la democracia post Fujimori, es más que evidente que la oposición debería ser la más interesada habida cuenta de las posibilidades del fujimorismo y del aprismo.
Y no hay mejor manera de avanzar en esa ruta que teniendo alguien –es lo mínimo- con quien conversar en el Ejecutivo. El solo dialogar ha evitado miles de guerras en la historia. Si la oposición otorga el voto de investidura, de una u otra manera, el margen de maniobra de Cateriano para abandonar los puentes que él mismo parece haber levantado se reducirán considerablemente.
En la democracia y entre los demócratas, los gestos, a veces, representan verdaderos tratados imposibles de ignorar. En todo caso, como decían los marxistas, hay que aislar al enemigo principal. Y entre los choques Ejecutivo y Legislativo el enemigo principal es la mal llamada pareja presidencial.
Por Víctor Andrés Ponce
27 - Abr - 2015
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