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Los descuentos de Humala
¿Cuál es el futuro político de la mal llamada pareja presidencial?
Sorprende esta especie de convergencia que empieza a surgir entre los diversos análisis y enfoques acerca de que lo mejor para la gobernabilidad del país sería que la oposición asuma la Mesa Directiva del Congreso.
Semejante confluencia revela el nivel de deterioro del gobierno nacionalista y el empequeñecimiento de Nadine Heredia como operadora de “todos los fracasos oficialistas”. Sin embargo, el mencionado escenario es un interesante pretexto para interrogarnos sobre el futuro de Ollanta Humala como tercer jefe de Estado elegido sin interrupción de la democracia.
Antes, debe subrayarse que el deterioro de la gobernabilidad y de la aprobación de la mal llamada pareja presidencial, paradójicamente, modifica el estilo de gobierno nacionalista. Una Nadine Heredia dedicada a arreglar sus cuentas y a defenderse de las acusaciones de sus rivales tiene poco tiempo para entrometerse en la función ministerial. Triste decirlo, pero es la verdad. En ese contexto, el Presidente del Consejo de Ministros (PCM), Pedro Cateriano, y su Gabinete, aparecen empoderados por las circunstancias. Un hecho que le agrega predictibilidad al desarrollo del cronograma electoral 2016, habida cuenta del perfil democrático del PCM.
¿Cuál es el futuro de la mal llamada pareja presidencial? Tal como van las cosas nadie duda de que, al menos, uno de ellos será judicializado, y si por allí se descubre una oscuridad las cosas pueden ir a mayores. En estos cuatro años de gobierno se sembró demasiado encono, el espacio público se envileció con tantas acusaciones y defensas que algunos, entonces, pretenderán cobrar facturas pendientes.
Pero quizá el último año de gobierno, en plena transición hacia una nueva administración, Ollanta Humala podría arrancar desde la raíz todos los vientos que sembró desde que asumió el poder. Por ejemplo, podría encabezar la transición electoral olvidándose de golpear y empujar a sus rivales políticos no obstante los codazos que recibe. Una conducta de ese tipo lo ubicaría incuestionablemente como el tercer jefe de Estado elegido sin zozobras constitucionales y que lideró la transición hacia la elección del cuarto presidente de la democracia post Fujimori.
Si Humala apostará a ese perfil, inclusive, no se puede descartar un eventual regreso a la política, porque la gente, antes que reprocharle todos los yerros acumulados, recordaría que entregó el poder luego de elecciones impecables. De una u otra manera se olvidaría los terribles males causados a la economía que han enflaquecido el crecimiento a tal punto de amenazar la reducción de la pobreza y adelgazar a las clases medias.
Ahora bien, todo esto es posible si es que no hay destapes por corrupción que derrumben a la administración nacionalista. En una sociedad abierta hay cosas que no se pueden evitar y una de ellas es la labor de una de las prensas más independientes del continente.
En todo caso, en el futuro del nacionalismo antes que luz hay noche densa y brumosa. Luego de archivar el proyecto de reelección conyugal, por presión de una mayoría nacional, la mal llamada pareja presidencial no pudo virar hacia los estilos de gobierno que demanda la democracia. Ambos continuaron atrapados en los muros autoritarios que ellos mismos levantaron y hoy aparecen acorralados y desconcertados. Ejercer el poder en democracia sin los usos y costumbres de la democracia es evidente que no paga.
Por Víctor Andrés Ponce
24 – Jun – 2015
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